Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 20 de junio de 2002
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Política

Martí Batres Guadarrama

El dilema del PAN

Del primero de diciembre de 2000 a la fecha, nada ha ocurrido desde el gobierno federal. Nada en el sentido que se esperaba. Era el gobierno del cambio, el que iba a aplastar la impunidad, el que consumaría la transición a la democracia, el que iba a proteger a los desamparados. Nada de eso ha sucedido. Es sólo un gobierno más.

El PAN guardó su histórica plataforma por la democracia política, la puso en el lugar más escondido y empolvado de su archivo, y Fox metió debajo de la alfombra su plataforma de campaña contra la impunidad, la corrupción y el abuso.

Fox y el PAN trabajaron para sacar al PRI de Los Pinos, para lograr la alternancia, para terminar con décadas de una sola opción en el gobierno; pero al llegar ahí pretenden seguir realizando las llamadas reformas estructurales, eufemismo de las privatizaciones y desnacionalizaciones que comenzaron los gobiernos del PRI. Esa es la tragedia del foxipanismo. Renunciaron a su plataforma, le dieron la espalda a sus promesas electorales, traicionaron la expectativa del cambio y colocaron en el centro la ejecución de los pendientes de Salinas y Zedillo. El PAN confunde el cambio con "las reformas estructurales", pero éstas no son el cambio, son la continuidad de un proceso ya viejo, que comenzó hace 20 años.

La reforma eléctrica de Zedillo, la reforma laboral de Salinas. La reforma fiscal de Francisco Gil, la reforma en telecomunicaciones de Emilio Gamboa Patrón son los pendientes no resueltos de los últimos tres gobiernos priístas y son también las urgencias de Fox. Son, como sabemos, recomendaciones y necesidades de afuera, del Banco Mundial y de las grandes empresas del primer mundo encargadas, primero, a los gobiernos del PRI y hoy al llamado "gobierno del cambio" de AN. Son la secuencia lógica de otras "reformas estructurales"; a saber: privatización bancaria, reformas al 27 constitucional, ingreso al GATT, firma del TLC, entre otras.

Llegaron al poder con un discurso y ya instalados anuncian otro. Simbolizaban la oferta de cambio. Ahora son y quieren ser expresión del continuismo. Quitaron al PRI para hacer lo mismo que el PRI. Y mientras se desploman, electoralemente, no realizan ni una ni otra cosa. Ni el cambio democrático ni las "reformas estructurales".

El viejo sistema, en tanto, es protegido y hasta incorporado por el "nuevo" gobierno. Lo quieren vivo para que apoye las "reformas estructurales". El viejo sistema está intacto y de él emergieron muchos operadores de la actual administración. Ya no se trata de cazar peces gordos, aplastar a los grandes corruptos, castigar los crímenes del pasado, abrir cauces de participación social, terminar con el presidencialismo. No. Ahora se trata de acordar con el PRI la continuidad de las reformas estructurales. No se trata de sacarlo a patadas de Los Pinos sino de invitarlo a gobernar. No desmantelan el viejo sistema, buscan su apoyo. Así llevan un año y medio. Le ruegan al PRI, lo cortejan, le comparten parte del gabinete, lo dejan hacer y crecer. Le perdonan todo: lo de Tabasco, se olvidan de Banca Unión y en cualquier caso tampoco avanzan en ese terreno.

El PAN se desfigura y se humilla, aun llega a darse golpes de pecho para reconocer que las reformas de Salinas eran indispensables, o para decir que se arrepiente de no haber apoyado el aumento del IVA de 10 a 15 por ciento, y se rasga las vestiduras porque no aprobaron la reforma eléctrica de Zedillo. El PAN desconoce así su razón de ser y le grita al mundo que prácticamente todo iba muy bien, que Salinas y Zedillo iban por el rumbo correcto y que el equivocado era él al cuestionar los proyectos de ambos ex presidentes. Se homogeniza en el discurso y, como Salinas, ofrece la entrada al primer mundo con las llamadas "reformas estructurales". Parece como si el PAN dijera a la sociedad que el 2 de julio fue una equivocación, "todo fue una equivocación". La alternancia es un error histórico. Nunca debió haberse dado el cambio. Entonces, Ƒpara qué sacar al PRI del gobierno federal? ƑPara qué buscar la alternancia desde su partido si todo era maravilloso? ƑPara qué estorbarle a otros que sí querían una alternancia de proyectos?

Y si el cambio prometido no llega, las reformas estructurales tampoco. Lo peor de todo, para el PAN y su gobierno, es que ni cumple lo ofrecido y ni siquiera es eficaz para continuar el modelo de sus antecesores. Por eso se siente un gobierno paralizado, que no sabe actuar, que echa las culpas a los demás. Se siente extraño a quien luchó denodadamente y con mucha anticipación por la Presidencia de la República, porque supone que ese es el instrumento del cambio, pero al llegar se da cuenta de que todo su proyecto no depende de la Presidencia sino del Congreso de la Unión. ƑPor qué no luchó entonces por ser el líder del Congreso? Más allá de sus inconguencias personales, históricas o conceptuales, a estas alturas el gobierno federal ya debería entender que la sociedad mexicana paró en seco esas reformas estructurales. Por eso ya no han continuado y difícilmente continuarán.

El inquilino de Los Pinos debería reflexionar que llegó ahí porque la gente ya no quería más sopa de "reformas estructurales", no quería más privatizaciones, más extranjerizaciones, más disolución del empleo, más entreguismo. Y dicho inquilino pierde apoyo todos los días, precisamente porque se empeña en hacer aquello contra lo cual la gente votó en 2000. Por esa presión social, la misma que provocó la caída del PRI, el Congreso no ha aprobado ni el IVA en medicinas y alimentos ni la privatización del servicio eléctrico.

El PAN está ante una encrucijada: insistir en la continuidad, que lo desfigura como opción de cambio, o retomar su plataforma democrática. Puede insistir en la primera opción, el continuismo, con la que casi seguramente no logrará nada, y en cambio seguirá cosechando desencanto y rechazo. Pero puede reconsiderar el impulso de reformas por la democracia, el equilibrio de poderes, la libertad sindical, la transparencia, el freno a la impunidad, el desmantelamiento de las viejas estrucuras caciquiles, el castigo a los criminales del pasado. Esa ruta sí tiene posibilidad y es la que demanda la sociedad. Ese es el dilema del PAN: optar entre la continuidad que rechaza la sociedad o apoyar el cambio democrático que ésta reclama.

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