Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de junio de 2002
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Editorial
EL ISSSTE, EN CRISIS TERMINAL

La mundialización dirigida por el capital financiero tiene dos efectos principales. Por un lado subordina la defensa del poder adquisitivo nacional y del mercado interno al mantenimiento y al pago de la deuda y el lucro de los inversionistas trasnacionales. Por otro, la crisis se debe a que el capital desde hace años ha puesto en primer plano la especulación y no la producción, que es la que crea bienes y valores. Por eso las macropolíticas defendidas por el Fondo Monetario Internacional causan el estancamiento productivo y una gran fragilidad de los bancos, que en todos los países están en graves dificultades y, en el nuestro, incluso en quiebra técnica. De modo que los contribuyentes se ven sometidos a una insostenible sangría para mantener a bancos que carecen de utilidad pública, pues no cumplen ninguna función, salvo la de bombas aspirantes de los recursos del país donde actúen. Si en el origen de la acumulación primitiva del capital estuvieron el pirata Morgan y sus congéneres al servicio de la reina, ahora aparecen otros rapaces ligados al Estado español de José María Aznar o a los cómplices de Enron en Washington, que acumulan capital diciéndose "después de mí, el diluvio".

Porque otra característica de la actual mundialización es el desprecio por la gente, que no cuenta para los hacedores de la macropolítica económica, que no se detienen a pensar ni en los costos humanos de sus decisiones ni en la ética. A ellos les parece políticamente correcto jugar en la bolsa los fondos de Afores, jubilaciones y pensiones y expropiar los aportes de toda una vida de trabajo para servir al capital financiero. Por ejemplo, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) dentro de dos meses no podrá comprar medicamentos y a fin de año no podrá ni pagar el aguinaldo debido a los cortes en su presupuesto, al tiempo que el gobierno, que condena así a millones de trabajadores, financia ilegalmente con el Fobaproa-IPAB a los banqueros, casi todos extranjeros que tienen ganancias sin precedente a costa del resto de la sociedad. El resultado, sin embargo, es claro pues la crisis, incluida la de los bancos, arrastra uno tras otro a países "emergentes" como Argentina, Brasil o Turquía y hasta a países altamente industrializados como Japón. La caída en los consumos y la falta de confianza de los consumidores en la economía-casino, alarga la recesión estadunidense y mundial, lleva a emprender el viaje de vuelta hacia Europa de los capitales europeos vitales para cubrir el déficit de inversiones en Estados Unidos y, por lo tanto, al derrumbe del dólar, el fortalecimiento récord del oro y del euro y a la incertidumbre en la economía mundial.

Por consiguiente, los gobiernos que apuestan al dólar, que ligan su suerte a una ilusoria rápida recuperación de la economía estadunidense, que creen en un neoliberalismo que todos los analistas serios dicen que es insostenible y que siguen alegremente quitándoles fondos a los pobres para dárselos a los ricos (que, además, son extranjeros) liquidando así las bases mismas del mercado interno y de la independencia nacional, marchan al abismo viendo sólo la curva de las ganancias de las trasnacionales. Los campanazos de alerta, empero, ya son reiterados y muy serios. El derrumbe del ISSSTE sería un grave golpe no sólo a los trabajadores públicos y sus familias, sino también a la estabilidad social y política, que sufre por el aumento incesante de la pobreza y de la inseguridad. Obstinarse en una política que hunde uno tras otro los mecanismos de relativa redistribución del ingreso y concentra aún más la riqueza pone en peligro a la democracia, a menos de que se cambie urgentemente de rumbo y se piense, antes que nada, en los seres humanos. 
 

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