Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 9 de junio de 2002
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Política
Antonio Gershenson

La polarización y los mexicanos

Se habla de derechización, por ejemplo en Europa, a partir de resultados electorales recientes. Sin embargo, la derechización de ciertos sectores es sólo una parte de un fenómeno que debemos tener presente: una polarización de las sociedades y, en algunos casos, de las naciones. Por ejemplo, en la primera vuelta de la elección presidencial francesa, la ultraderecha sólo tuvo un punto porcentual por arriba de la elección anterior. Pero una parte mucho mayor que ésa, votantes de la izquierda, se pronunciaron por opciones más radicales y el voto por los socialistas quedó uno por ciento debajo de la ultraderecha, con lo cual fue ésta y no el Partido Socialista la que compitió en la segunda vuelta con Chirac.

La izquierda, al ver los resultados de su propia división, decidió que se votara, en cada distrito, sólo por el candidato con mayores posibilidades de triunfo, para asegurar que éste pasara siempre a la segunda vuelta. Hoy, en la elección para el Parlamento francés, se verá el verdadero resultado de todo este proceso. Pero debe quedar claro que lo que hubo fue una polarización, en que se fortalecieron en votos los extremos, y no sólo la ultraderecha.

También en el Medio Oriente, mientras prevalece en Israel la derecha, relegando a las fuerzas que hicieron posibles los acuerdos de Oslo, se fortalecen entre los palestinos los grupos más radicales a costa de los sectores que buscan una salida política. Se polarizan las cosas entre India y Pakistán. E incluso en lo interno, el proceso de negociación política en Colombia se ve barrido por la reanudación de la guerra civil abierta.

El inicio visible de este proceso de polarización está en los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, y en la sobre reacción a los mismos por parte del gobierno estadunidense. Es claro que son condenables sin ninguna duda los atentados, en los que miles de civiles murieron, para no hablar de los daños materiales y otros elementos. Pero está fuera de proporción con ese atentado el llevar a cabo una guerra de género especial, sin límites definidos en el espacio ni en el tiempo, que ya incluyó la invasión de Afganistán y el derrocamiento de su gobierno y que ahora pone en la mira a Irán e Irak, antes rivales entre sí pero a los que unió la agresividad del enemigo común, y hasta Corea del Norte en la que ni siquiera hay una población musulmana como en los otros casos. A eso habría que agregar el endurecimiento interno en Estados Unidos y en otros países.

Una de las expresiones más gráficas de esa polarización mundial es esa idea de que "el que no está conmigo está contra mí". El asunto afecta ya la política migratoria en Estados Unidos y en Europa, ha dañado o hasta cancelado los procesos de solución política de los problemas en varios lugares, y es difícil saber hasta dónde pueden llegar sus nuevas expresiones: o entregas el agua o te niego la "ayuda", etcétera.

Es fundamental que en México tengamos muy en cuenta esta situación. No basta con oponerse a esto o a lo otro. Debemos avanzar en la solución de una serie de problemas, y hacerlo por medio de la política, de la participación más amplia posible, de la construcción de alternativas de avance. En esto es importante el proceso de reforma política. También lo es el abrir vías de desarrollo real del sector energético en el marco de la Constitución, el avanzar en una reforma fiscal que no pretenda sacar el dinero de quienes no lo tienen y en otros aspectos de la vida económica y social.

El dejar que los problemas se pudran sin solución, en el mejor de los casos, lleva a la parálisis. Por ejemplo, quienes quisieron vender la petroquímica de Pemex, no pudieron hacerlo; pero esa industria está casi paralizada, sin inversión y en un estado lamentable. En otros casos la falta de soluciones puede derivar en problemas mayores, y basta con voltear a ver el contexto internacional al que nos referimos. Tenemos condiciones para avanzar hacia alternativas superiores a la realidad actual, en algún caso más y en otro tal vez menos. No debemos, como mexicanos, desperdiciar esa posibilidad.

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