Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 3 de junio de 2002
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Economía

León Bendesky

Escala: S. J. Gould

En torno de la teoría de la evolución ocurren fuertes debates científicos e intelectuales. Por su propia naturaleza, las disputas enfrentan directamente a los evolucionistas y creacionistas, quienes mantienen posturas diametralmente opuestas sobre el origen de la vida, pero se dan también entre los propios seguidores de Darwin. Uno de los puntos de referencia de las distintas hipótesis sobre la evolución desarrolladas en los últimos 30 años fue el trabajo del polémico paleontólogo y biólogo Stephen Jay Gould. El pasado 20 de mayo finalmente sucumbió, a la edad de 60 años, al cáncer que padeció durante dos décadas.

Gould cuestionó una de las premisas del darwinismo con respecto a que la evolución resultaba de la agregación de numerosas modificaciones pequeñas durante largos periodos de tiempo. Frente a este gradualismo evolutivo en 1971 propuso, junto con su colega Eldredge, la hipótesis del "equilibrio puntuado", que trata de explicar un patrón observado en los fósiles como los hallados en Burgess Shale, en las Montañas Rocallosas de Canadá. Estos restos sugieren la aparición repentina de una especie que luego se mantiene en existencia de modo estable hasta que tras mucho tiempo desaparece, lo que puede ocurrir después de un gran desastre natural.

La evolución de las especies en el marco de selección natural a la manera de Darwin, Gould la asociaba con las propuestas de tipo restrictivo de Adam Smith acerca de la especialización como forma básica de la organización económica y social. Pero Gould iba más allá y consideraba no sólo la selección natural que ocurría de modo gradual entre individuos de una especie, sino que el equilibrio puntuado trata del surgimiento relativamente rápido de especies, que en términos biológicos puede significar el curso de decenas de miles de años.

La idea de una selección de las especies está relacionada con otra noción referida a la jerarquía del campo de acción de la evolución. Este debate enfrentó a Gould con su rival científico, Richard Dawkins, en una disputa que se podía seguir fuera de los medios especializados en los intercambios que sostuvieron de modo permanente en las páginas del New York Review of Books.

Dawkins propuso la teoría de los genes egoístas que sugiere que la evolución actúa sobre los genes y no sobre los individuos o grupos, lo que explicaría, por ejemplo, por qué los pavorreales machos tienen una cola de tan colorido plumaje como respuesta a las exigencias de unas hembras selectivas. Sobre todo esto existe, por supuesto, un amplio debate en las filas de los biólogos evolucionistas.

Un aspecto interesante, y motivo de grandes controversias que se deriva de esta visión del proceso evolutivo, es que por el hecho de ser discontinuo no muestra la evolución de manera activa, lo que sin duda ha sido aprovechado por los creacionistas como un punto a favor de su propio argumento sobre la naturaleza divina del ser humano. Pero el mismo Gould apareció como testigo en el proceso que se realizó en 1981, en la ciudad de Little Rock, Estados Unidos, contra la exigencia de un grupo de creacionistas que reclamaban que la enseñanza en las escuelas se basara en la interpretación literal de la Biblia. La ciencia y la metafísica se tocaban de nuevo en un círculo que marca los debates de muchísimos siglos en una muestra más del sentido del fundamentalismo religioso. No debe olvidarse que hace más de un siglo Louis Pasteur había puesto fin científica y elegantemente a la concepción de la generación espontánea de la vida.

En el tema que ocupó la vida científica de Gould, como en muchos otros que requieren de atención, no hay pruebas conclusivas de los argumentos y las hipótesis que se proponen. Antes de morir se publicó el tratado que reúne sus concepciones: La estructura de la teoría evolucionista. Ahí expuso su convicción de que en el terreno de la evolución no pueden esperarse resultados definitivos, sino sólo una aproximación a los procesos de la diversidad de la existencia que ocurren de manera gradual y constante, y a aquéllos que se dan por saltos y de modo discontinuo.

Hay un breve escrito que denota el carácter de Gould y que cuenta del modo en que enfrentó el diagnóstico de cáncer (mesotelioma abdominal) que le hicieron en 1982. Se llama ''La mediana no es el mensaje'', que conviene leer (www.cancerguide.org/median_not_msg.html). Gould fue un prolífico autor y por más de dos décadas publicó un artículo mensual en la revista Natural History, sin interrupción alguna que pudiese haberse provocado, según él mismo decía "por el cáncer, el infierno, las inundaciones o la serie mundial de beisbol". Al respecto, y como un tipo en serio nacido en Nueva York, fue un fiel seguidor de los Yanquis y serán gratamente recordadas sus reseñas sobre las campañas beisboleras que siguió de modo permanente en las buenas y en las malas temporadas.

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