Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 3 de junio de 2002
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Política
GUERRA FRIA EN MEXICO

El terror en las comunidades comenzó con un plan de despistolización, señala

Sólo nos quedó el camino de las armas: Sotelo Pérez

"Guerrero aún espera la justicia", asegura el compañero de batallas de Genaro Vázquez

INVESTIGACION REALIZADA POR MIREYA CUELLAR, ALONSO URRUTIA, VICTOR BALLINAS Y GUSTAVO CASTILLO

Exiliado 12 años en Cuba, de noviembre de 1971 a octubre de 1983, tras haber participado en un secuestro que organizó Genaro Vázquez en Guerrero, el profesor Antonio Sotelo Pérez, ex integrante de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), recuerda aquellos años de violencia que vivió: "No había opción. El gobierno ya había cerrado los espacios de legalidad. No había justicia. Sólo nos quedó el camino de las armas".

La historia que vivió al lado de Genaro Vázquez es larga. "Conocí a Genaro en la Escuela Nacional de Maestros, allá por los años 50, y con él viví las luchas sociales como estudiante, como maestro, como cívicos y en la guerrilla.

"Participamos en elecciones para la sociedad de alumnos de la Normal, pero perdimos. Apoyamos el movimiento del profesor Othón Salazar, hasta que se atravesó en el camino el general Raúl Caballero Aburto, quien gobernó Guerrero con pandilleros y pistoleros. Con él como mandatario se dieron los más brutales allanamientos de morada, asesinatos, violaciones de mujeres, torturas y desapariciones de campesinos", asevera el ex guerrillero.

Caballero Aburto, abunda Sotelo en entrevista, puso en marcha un plan de despistolización en Guerrero. "Ordenó limpiar todos los hogares de armas, que según él atentaban contra la seguridad pública. Ahí empezó el terror para las comunidades, porque las armas las tenían las guardias blancas, los campesinos no tenían para comer, aunque algunos sólo poseían rifles calibre 22 para cuidar sus milpas."

La Asociación Cívica Guerrerense "la habíamos constituido en 1959 en el Distrito Federal los oriundos de aquel estado radicados aquí, pero al conocer de los atropellos, asesinatos y represión brutal contra los campesinos nos trasladamos a Chilpancingo. Allá nos aliamos con los estudiantes del Colegio del Estado, que ahora es la Universidad Autonóma de Guerrero (UAG), para sacar a Aburto. El resultado fue fatal: el 30 de diciembre de 1960 fueron acribillados por el Ejército 18 ciudadanos; hubo además 20 heridos y 400 detenidos.

"Esto -rememora- ocurrió allá por la alameda Granados Maldonado, en Chilpancingo. Cayó Aburto, pero la violencia siguió. Hubo otras masacres, como la de los copreros, ocurrida el 20 de agosto de 1967. Era una protesta pacífica y fueron acribillados. Hubo 81 muertos y más de 100 heridos... aún no se ha hecho justicia.

Genaro, dice el profesor Sotelo, "era un hombre culto. Formamos parte del Movimiento de Liberación Nacional, que dirigía Heberto Castillo. Diferíamos de él en ideología; en realidad era un hombre progresista que no quería salirse de los cánones tradicionales. Genaro era marxista-leninista. Era estudioso y asiduo de las obras de Zapata, Villa, Marx, Engels. Su libro de cabecera era uno de Ernesto Che Guevara. Admiraba al movimiento revolucionario de la época".

La idea de Genaro, asegura Sotelo, era que los pobres gozaran de todas las garantías. Por eso, como los campesinos eran los más explotados, "formamos la Liga Agraria Revolucionaria del Sur, el 21 y 22 de marzo de 1963".

Antes de eso, recuerda, "la Asociación Cívica Guerrense participó en las elecciones estatales de 1962; el candidato fue José María Suárez Téllez. Lanzamos a muchos como candidatos para diputados y presidentes municipales; perdimos contra el PRI, pero ellos (los priístas) no ganaron ninguna comisaría municipal".

A sus 73 años de edad, Sotelo, con problemas de salud, busca los recuerdos en su memoria. Hace esfuerzos por aclarar los tiempos. "No me quiero equivocar. Han pasado tantos años..."

Rememora entonces que Genaro también constituyó un grupo de solicitantes de tierra, en el que participaron Ramón Danzós Palomino y Alfonso Garzón Santibáñez. "Nos separamos de ellos después y formamos la Liga Agraria del Sur Emiliano Zapata. Organizamos varios ramales: las uniones libres copreras, de productores de café, de ajonjolineros de Tierra Caliente y la de tejedores de palma de la montaña de Guerrero."

Genaro se involucró en la sierra y en la costa con los campesinos e indígenas, agregó. "Allá llevamos médicos, cultura, hicimos obras de ayuda a la comunidad, por eso es que las guerrillas conquistan a los pueblos. El pueblo le tiene miedo al Ejército, porque saquea, mata y viola. A la guerrilla le dan cobijo, comida y la ayudan porque es la esperanza de los que viven en la miseria.

"Estuvimos de un lugar a otro como guerrilleros, hasta que me detuvieron. La ACNR -convertida ya en guerrilla- secuestró en diciembre de 1970 a Donaciano Luna Radilla, gerente del Banco del Sur de Atoyac; pedimos medio millón de pesos de rescate; yo serví de correo para cobrarlo. Lo liberamos, pero detuvieron a unos compañeros y cantaron, porque los torturaron. Por eso me detuvieron.

"Después, en 1971, en noviembre 19, la gente de Genaro secuestró al rector de la UAG, Jaime Castrejón Diez, quien también era gerente de la Coca-Cola. Como rescate se pidió la excarcelación de presos políticos y dinero.

"El 27 de diciembre me liberaron junto con Mario Renato Menéndez Rodríguez, Demóstenes Onofre Valdovinos, María Concepción Solís, Florentino Jaimes Hernández, Santos Méndez Bailón, Ismael Bracho Campos, Ceferino Contreras Ventura y Rafael Olea Castaneira, y nos exiliaron hacia Cuba.

"En el noticiario de Jacobo Zabludovsky se leyeron las condiciones del rescate para liberar al rector. Decía el comunicado de Genaro que si no nos liberaban, Castrejón Diez sería pasado por las armas. Nosotros estábamos en la cárcel de Chilpancingo, y en 24 horas nos juntaron a todos. Nos llevaron a las instalaciones militares de la capital guerrerense. Pensé, ¡ahora sí nos van a matar esos desgraciados!

"Nos trajeron al Distrito Federal, a la Escuela Nacional de Maestros, y de ahí al Campo Militar número Uno. Nos preguntaron adónde queríamos ir -a cada uno por separado-, y todos coincidimos: a Cuba.

"Es que ahí hablan nuestro idioma. Sabíamos que ahí nos iban a tratar bien. Por eso quisimos irnos a allá. Nos llevaron en un avión militar que hizo escala en Mérida, Yucatán, para cargar combustible. Cuando llegamos a Cuba, los soldados mexicanos querían bajar del avión en el aeropuerto José Martí, pero no los dejaron los guardias cubanos. Les dijeron: 'sólo los prisioneros, ustedes pueden cargar combustible y regresar a México'."

En Cuba, rememora Sotelo, "estuve 12 años. Allá me enteré de la muerte de Genaro en 1972. El costo fue muy alto... Guerrero aún espera la justicia".

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