Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 30 de mayo de 2002
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Política

Octavio Rodríguez Araujo

El avance de la derecha

Con el triunfo de Alvaro Uribe en Colombia se ratifica que la transición a la democracia en América Latina ha servido para que la derecha avance y, junto con ésta, el poderío de Estados Unidos en la región. La izquierda, en todos sus matices (desde la guerrillera hasta la de tipo socialdemócrata y populista), es la gran perdedora de esta transición. Ya no hay siquiera disimulo. Se trata de una derecha pro estadunidense sin hipocre-sías, descarnada, directa, indigna y desnacionalizada desde el río Bravo hasta la Patagonia. La excepción en el continente es el ex monaguillo Chávez, presidente populista al que ya se le dio un susto para que ablandara su discurso y moderara sus políticas antimperialistas. Fuera del continente, como una auténtica isla (en varios sentidos), queda Cuba, cuyo presidente todavía resiste la avasalladora política hemisférica de Estados Unidos.

La era de las dictaduras y de los regímenes autoritarios, como el mexicano, ya terminó, dejó de ser útil a los intereses de Washington. Primero fueron sustituidos por regímenes de democracia restringida, de acuerdo con los proyectos de la Comisión Trilateral. Para esa fase fueron útiles los gobiernos de tipo socialdemócrata, pero resultaron tan ineptos y corruptos que la derecha tomó la estafeta con el beneplácito de las clases medias latinoamericanas, preocupadas por su capacidad de compra (en medio de enormes espirales inflacionarias) y por la persistencia de movimientos campesinos armados. De la democracia restringida se pasó a la democracia electoral sin límites y, con ésta, a las garantías de libertad en todos los órdenes, comenzando por el económico. Junto con el modelo democrático se dio la liberalización económica como dos condiciones atadas y, gracias a los endeudamientos externos necesarios para las políticas sociales demagógicas de los regímenes socialdemócratas y similares del anterior periodo, el FMI se convirtió en el hado sin el cual los gobernantes latinoamericanos se sienten incapaces de gobernar ("o cumplimos con las exigencias del FMI o me voy", dijo recientemente Duhalde, presidente de Argentina).

ƑPor qué la derecha está avanzando electoralmente? En primer lugar, y aunque parezca perogrullada, porque la izquierda ha desaparecido o no se encuentra a sí misma ni parándose frente a un espejo. En segundo lugar, porque amplios sectores de la población, especialmente los jóvenes, perdieron confianza en la política y en los políticos, y no se han percatado de que con su abstención abonan el terreno a las fuerzas más conservadoras. En tercer término, porque los partidos tradicionales, de derecha y de izquierda, han caído en el desprestigio porque no han logrado resolver problemas que los grupos conservadores (también dueños o víctimas de la televisión y la radio) han considerado inadmisibles; de aquí que no han sido partidos los que han triunfado en México, Venezuela, Perú, Colombia, Chile y otros muchos países, sino personas que han sabido capitalizar, con partidos al vapor o arrastrando a sus partidos (solos o en coalición), los deseos de cambio de quienes sí votan, crean o no en la política. Y, finalmente, porque los sectores conservadores que todavía acuden a las urnas son, por lo mismo (otra perogrullada), de derecha y, obviamente, no votarían por quien no les garantice orden y seguridad, algo de honestidad, estabilidad económica y, Ƒpor qué no?, una buena relación con Estados Unidos, que guste o no es la potencia económica de la que dependen las economías del hemisferio y más ahora con la globalización económica que -se dice- es irreversible.

La trampa de la transición a la democracia ha sido que ésta sólo se ha entendido en términos electorales y como garantía de todas las libertades. Si se garantizan todas las libertades no pueden restringirse -se argumenta- las libertades económicas basadas en la libre empresa. Si la democracia es libertad de elección y que los votos legitimen al gobernante, no importa entonces el número de votos, sino el mayor porcentaje de los que votaron a favor de un candidato. Todo lo demás sale sobrando, y lo grave es que muchos (todavía) se lo creen. ƑQué tipo de crisis, y de qué profundidad, será necesaria para que esa gente que vota por la derecha reaccione y se dé cuenta de que "otro mundo es posible", aunque todavía no esté definido? ƑQué alternativa podría proponerse a la crisis de la política, de los partidos y de la llamada representación popular? Mientras encontramos respuestas, la derecha sigue avanzando.

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