Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 29 de mayo de 2002
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Mundo

Quedan atrás 50 años de guerra fría y 10 de incertidumbre, afirma Bush

Rusia asume la expansión de la OTAN hacia el Este como "algo irreversible", señalan analistas

Moscú tendrá cooperación con la alianza, pero no podrá decidir sobre cuestiones militares

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 28 de mayo. Cuando los ciudadanos rusos no acaban de entender qué beneficios dejó el reciente paso por estas tierras del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, los dirigentes de Rusia y los 19 países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se reunieron hoy en las afueras de Roma para anunciar el enésimo entierro de la guerra fría.

En la base aérea de Pratica di Mare, 30 kilómetros al sur de la capital italiana, Vladimir Putin y sus colegas de EU, Canadá y 17 países europeos certificaron la creación del Consejo Rusia-OTAN, que se convierte en la principal instancia de cooperación acorde con la "nueva calidad" de la relación de Moscú con la alianza noratlántica.

Para Bush, la decisión es un "hito histórico que permite superar 50 años de guerra fría y una década de incertidumbre", tras la desaparición de la Unión Soviética. Putin tampoco escatimó adjetivos y habló de "un punto de partida decisivo hacia la seguridad y la paz indivisibles".

Declaraciones como estas sólo contribuyen a sobredimensionar un acuerdo que, en el fondo, no parece tener otro sentido mediático que dar a Rusia el trato de potencia, que es el precio puesto por Putin para aceptar, sin aspavientos ni gestos disonantes, la ampliación de la OTAN.

Ante sus homólogos de la alianza, el presidente ruso no formuló esta vez la más mínima objeción a la incorporación de nuevos miembros, que se formalizará en la próxima reunión cumbre de la alianza noratlántica (Praga, noviembre).

Peculiar pragmatismo

Con ello, Putin confirmó su apego a un pragmatismo que, lejos de aspirar a provecho alguno, busca sobre todo ocultar la debilidad de Rusia y, en esa medida, no dejar en evidencia a un mandatario obligado a hacer una concesión tras otra.

Igual que el silencio ante el abandono unilateral del Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM) por parte de Estados Unidos, la vista gorda frente a la presencia militar estadunidense en Asia central y el Cáucaso, la imposibilidad de mantener en activo más ojivas nucleares dentro de diez años, Rusia asume que la expansión de la OTAN hacia el Este es irreversible, consideran analistas.

Ciertamente, poco podría hacer para impedir dicha ampliación Rusia, cuyo producto interno bruto, por poner un ejemplo de la actual desproporción, es 88 mil millones de dólares menor que el presupuesto militar de Estados Unidos para el año próximo.

El 11 de septiembre, en cuanto permite desviar la atención hacia el terrorismo internacional y otros desafíos globales, ofreció una salida decorosa a Rusia, agobiada por su creciente atraso económico respecto de Estados Unidos. Por su parte, a partir de la tragedia, Bush obtuvo vía libre para imponer el liderazgo de Estados Unidos en escala planetaria, sin reparar en gastos ni en empleo de la fuerza.

En este contexto, finalmente la alianza noratlántica no es sino una extensión de la presencia militar de Estados Unidos en Europa, como demostraron los bombardeos contra Yugoslavia, se da también el publicitado acercamiento de Rusia con la OTAN.

No falta quien, por ignorancia (en el sentido de no tomarse la molestia de leer la llamada Declaración de Roma) o como parte de una campaña para inculcar una euforia artificial, equipara el documento adoptado hoy en Italia casi con el ingreso de Rusia a la OTAN.

Se cae en el juego de exagerar el significado del concepto de los veinte, como si la alianza hubiera adquirido un nuevo miembro que, en adelante, se sentará a la misma mesa con los 19 países de la OTAN para diseñar e implementar, con voz y voto, una política militar conjunta.

Nada más lejos de la verdad. Y no es que Rusia carezca del derecho de vetar medidas que afecten su seguridad nacional, como la expansión noratlántica hacia el Este, sino que está excluida de participar en la toma de decisiones sobre cuestiones militares dentro de la OTAN.

Alcances limitados

La Declaración de Roma es muy clara en cuanto a que Rusia y la OTAN actuarán como "socios iguales" únicamente en las "áreas de interés común" que define el propio documento:

-La lucha contra el terrorismo. "Se fortalecerá la cooperación con base en un enfoque amplio, que incluye realizar evaluaciones conjuntas de los riesgos terroristas para la seguridad en la región euroatlántica (...)". Como primer paso, se habla de efectuar un análisis conjunto de los riesgos terroristas a las fuerzas de mantenimiento de la paz de Rusia y la OTAN en los Balcanes.

-El arreglo de crisis regionales. "Se robustecerá la cooperación mediante el intercambio regular de opiniones e información sobre operaciones de mantenimiento de la paz (...)". Se expresa el compromiso de seguir elaborando una concepción general para operaciones conjumos13-102610-pihntas de pacificación de Rusia y la OTAN.

-La no proliferación de armas de destrucción masiva. Aquí se buscará "intercambiar opiniones para llegar a conclusiones comunes sobre las tendencias globales de la proliferación de armas nucleares, biológicas y químicas".

-El control de armamento y las medidas de confianza. Se pretende estrechar la cooperación para que todos los países se adhieran al tratado sobre fuerzas armadas convencionales en Europa, "piedra angular de la seguridad europea".

-La defensa antimisiles en el teatro de operaciones bélicas. La meta es ahondar las consultas en esta materia para "analizar las distintas concepciones, terminologías, sistemas y sus capacidades".

-La búsqueda y salvamento en el mar. Se trata de "monitorear el documento marco entre Rusia y la OTAN sobre salvamento de tripulaciones de submarinos y de continuar promoviendo la cooperación, transparencia y confianza" en esta materia.

-La cooperación entre militares y en el terreno de las reformas castrenses. Se aspira a alcanzar una cierta compatabilidad a través de realizar maniobras conjuntas y se estudiará la posibilidad de fundar un centro de preparación militar Rusia-OTAN para "misiones contra los desafios del siglo XXI".

-La planeación civil de emergencia. Al comienzo se intercambiarán información acerca de catástrofes naturales recientes y cómo fueron superadas las secuelas.

-Las nuevas amenazas y desafíos. "Como complemento a las áreas de cooperación anteriores, se estudiarán las posibilidades de contrarrestar nuevas amenazas y desafíos a la seguridad en la región euroatlántica", estipula la declaración.

De todo esto hablarán los cancilleres y ministros de defensa dos veces por año, y los jefe de Estado o de gobierno, conforme se considere necesario. El Consejo Rusia-OTAN, a nivel de embajadores, se reunirá una vez por mes, a menos que la situación demande celebrar encuentros extraordinarios. Asimismo, los representates de los estados mayores se reunirán dos veces por año, y los representantes militares, una vez por mes.

Sin restar méritos a la aparición del Consejo Rusia-OTAN, con todo y las nueve áreas de interés común que se le asignan, sus alcances son todavía muy limitados.

En todo caso, el consejo dista de compensar a Rusia el humillante golpe que representa que, en un despliegue más propio de la guerra fría, las tropas de la OTAN, a costa de las tres repúblicas bálticas y antiguos aliados (incluso Ucrania dio a entender, el pasado viernes, que solicitaría el ingreso), llegarán hasta sus fronteras mismas dentro de unos meses.

Menos mal que Rusia, podrán pensar los optimistas, adquirió este martes el estatus de "socio igual" de la OTAN.

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