Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 28 de mayo de 2002
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Política

Jorge Santibáñez Romellón*

México-EU: Ƒvecindad sin futuro ordenado?

El reciente y publicitado conflicto del "agua" entre México y Estados Unidos pone una vez más en evidencia la fragilidad de la relación entre ambos países. Este asunto, del que no tiene caso insistir en los aspectos técnicos que ya han sido ampliamente analizados, deja ver, como en el caso de la migración de mexicanos a Estados Unidos, o el narcotráfico o casi cualquier otro tema en nuestra espinosa relación, que el problema, aunque posee componentes técnicos, tiene también otros, como son los políticos, sociales, culturales, económicos, etcétera, que no se pueden ignorar. Muestra también, por si todavía fuera necesario, que no tenemos una política "de Estado" con respecto al vecino país del norte. Las respuestas discordantes de actores del mismo gobierno, del Congreso y de los gobiernos estatales y locales hacen evidente que cada quien va para donde cree que es más conveniente, sin tener un rumbo claro ni una visión general.

En estas condiciones no nos debe quedar duda de que, por mucho, la estabilidad futura de las relaciones entre los dos países depende de la integralidad y globalidad con la que se aborden los problemas que, nos guste o no, compartimos. Es urgente encontrar otro modelo de relación. Hasta hoy ésta carece, además de la integralidad y globalidad mencionada, de una visión de futuro. Quizá ya va siendo hora de que en vez de que reaccionemos cada quien por su lado, reflexionemos sobre qué tipo de relación queremos con nuestros vecinos, y desarrollar en consecuencia los instrumentos y estrategias para ello. Aunque hoy no nos guste reconocerlo, quizá el único renglón en el que se ha dado esta reflexión es el que corresponde a los asuntos comerciales, de la cual se derivó el hoy conocido TLC. No digo que haya sido la solución a todos los problemas o que los resultados sean todos positivos, pero desde mi punto de vista es la única vez, en la historia reciente, en la que dicha consideración ha ocurrido y ha arrojado algunos resultados. Ambos debemos reconsiderar sobre la vigencia de conceptos o principios que han marcado nuestra relación y que hoy suenan a arcaísmos (soberanía, independencia, etcétera).

Son muchos los temas que conforman esta relación: intercambios comerciales y financieros, turismo, migración, narcotráfico, seguridad, frontera y recursos naturales, y que están en la larga lista de asuntos comunes, que en la práctica no están ordenados y se abordan como si fueran independientes, como si la eventual solución de uno no tuviera efecto en los demás.

El tema del agua no es estrictamente sólo de líquido, como recurso natural y escaso; es, además o sobre todo, un asunto de frontera entre los dos países. Mucho se ha dicho que el acuerdo es favorable para México, y probablemente sea cierto; sin embargo, tampoco queda duda de que aunque sea conveniente para el país, no favorece a la región fronteriza por varias razones. Si una parte de la frontera gana agua y la otra la pierde, la solidaridad entre los mexicanos o entre sus regiones no ha llegado al extremo de que el que pierde se conforme porque otro gana. Simplemente pregunte usted en Nuevo León y Tamaulipas sobre el conflicto en torno a la presa El Cuchillo. Esta trivialidad parece que no la entienden en la ciudad de México y Washington, y nos seguimos preguntando: Ƒhasta cuándo se va a incorporar a los fronterizos en el manejo de sus asuntos? En el renglón de los recursos naturales, esta tarea es impostergable.

Un acuerdo firmado en 1944, cuando en la frontera no solamente había mucho menos habitantes, sino que existía un modelo de desarrollo completamente diferente, no puede ser vigente en el año 2002, y aquellos que defienden esa vigencia solamente lo pueden hacer por ignorancia o por cuestiones ideológicas. Sólo por mencionar uno de los factores que hacen la situación de la frontera y sus patrones de consumo de agua totalmente diferentes, baste el caso de que en 1944 no había en las localidades fronterizas los asentamientos industriales que hoy existen y que consumen agua en cantidades importantes. Claro, si a esas industrias se les hubiera comprometido a invertir socialmente, a contribuir al desarrollo de la región, con programas y plantas de tratamiento de agua, la situación sería hoy muy diferente. Por otro lado, el argumento de la sequía tampoco se sostiene; la región va de semiárida a árida desde hace mucho tiempo, no ha cambiado recientemente.

Como ha ocurrido en otros temas recientemente, en el asunto del agua estamos siendo reactivos a una agenda política estadunidense, la cual nos distrae de nuestros intereses, y estamos perdiendo la iniciativa que tuvimos al inicio de esta administración. Debemos retomar la relación con nuestros vecinos en su conjunto, tratando y llegando a acuerdos en los temas que a ambos interesan y no solamente los de ellos. Pero antes debemos tener claro, desde el punto de vista estructural, qué tipo de relación es la que queremos.

* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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