Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 27 de mayo de 2002
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TOROS

El hierro de Cerralvo, otro buen sinodal en la penúltima novillada de Telmex

Por su transmisión, Pepe López y Paul Cortés se llevan una oreja

Calaron hondo en el público Padilla, con porvenir Memorable quite de Carmelo Sánchez

LEONARDO PAEZ

Prueba de que quien es buen torero asegunda, es que tanto Pepe López, de Morelia, como Paul Cortés, de Tulpetlac, estado de México, repitieron color luego de su prometedora presentación en la plaza La Florecita, de Ciudad Satélite.

Por eso, una de las materias que nomás no aprueban los miembros del Cecetla o Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje, cuya sede sigue siendo la Plaza México, es la denominada Petra -Percepción de capacidad de transmisión en los noveles-, ya que exige talento y sensibilidad por parte de los empresarios para establecer la relación directa entre la expresión de los muchachos frente al toro y la reacción que provocan en los públicos.

Si en materia tan fundamental sacaran siquiera seis estos irredentos aprendices, otro gallo le cantara a la fiesta de toros de México. Técnica, oficio, recursos y aun valor, se van desarrollando conforme se torea; lo que no puede enseñar ningún instituto ni toro es el sello, la privilegiada capacidad de algunos de reflejar, con su sentimiento, el sentimiento de las masas.

Cuatro toreros cuatro

carton torosPor ello cuando un torero apunta el cante, como visionudamente se dice de un novel con cualidades para el toreo de expresión, no sólo de exposición, es que el hombre ha exhibido más, bastante más, que valor y ganas de ser.

En segundo lugar apareció Lucas, con 444 kg, en nuestro medio un tanto excedido de peso, aunque no tanto para medir vocaciones y expresiones. Correspondió al jovencito michoacano Pepe López, ex niño torero hace apenas un mes, quien lanceó sobre piernas, antes de que el animal recibiera la consabida puya diferida, es decir, el premeditado, alevoso y poco torero recurso de hacerlo rematar en tablas.

Tras recibir el novillo una vara y mostrar su debilidad, sobrevino en banderillas otro milagro tauromáquico. Carmelo Sánchez, hijo, padre, hermano y tío de toreros, se disponía a poner su par cuando el novillo hizo por el primer banderillero. Con natural prontitud, sin pensarlo pero con precisa maestría, Carmelo a cuerpo limpio le hizo el quite a su compañero, desviando el viaje del toro. Fue tan emocionante la escena, tan verdadero el gesto y tan eficaz el recurso, que la gente, de pie, con una sonora ovación sacó al tercio a tan excepcional torero.

Con un trincherazo hondo, como muestra de lo que atesora su precoz tauromaquia, Pepe López inició su trasteo. Rajado, el novillo se refugió en tablas, donde López consiguió naturales de gran mérito, aprovechando el escaso recorrido de la res. Hubo naturales empeñosos y, de repente, como remate, un medio muletazo que refrescó el caluroso mediodía. Dejó tres cuartos en lo alto y ante la petición el nuevo juez, Luis Corona, concedió la oreja, que Pepe paseó orgulloso antes de salir rumbo a su actuación, por la tarde, en el coso de Guadalajara.

Cerró plaza El Rey (446), reunido de carnes y apretado de cuerna, al que Paul Cortés, pariente de šJuan Diego!, según algunos, recibió con verónicas de la casa, recreándose en la suerte y parando y templando a ley. Tras un herradero en varas y un lamentable quite por chicuelinas de Gitanillo -Ƒpor bailaor?- de Tlalpan, Paul se enfrentó a un burel soso y deslucido que cualquier otro hubiese lidiado y matado.

Cortés, en cambio, inició con estatuarios pases por alto, conectando de inmediato con los tendidos. Ante la falta de acometividad de la res, fue el novillero el que embistió, convirtiendo un trasteo que se suponía de trámite en inteligente y torera labor de lucimiento. Cuando el muchacho sintió que el novillo pedía su muerte, lentamente, sin dudar ni aliviarse, Cortés realizó la suerte suprema con extraña seguridad, cruzándose y vaciando como un maestro, dejando una estocada en todo lo alto, de efectos inmediatos. La oreja exigida y otorgada fue lo de menos, la confirmación de que en este joven hay una figura en cierne, fue lo demás.

En el lugar de honor -quinto, no primero- salió Galeno (428), que correspondió al jovencito moreliano José Luis Padilla, hijo de El Seminarista, novillero por los años 70 y magnífico escultor en la actualidad.

Luego de otro gran par del subalterno Pablo Martínez hijo, que anduvo muy bien toda la tarde, Padilla demostró que tiene patas para gallo al plantarle cara a un novillo que exigía mando y experiencia. Buen trazo tuvieron sus muletazos con la derecha pero la onza brotó cuando José Luis se enredó al novillo en cuatro soberbios naturales. Dejó una casi entera tendida y dio una vuelta con fuerza, no con coba.

Los demás -Gitanillo de Tlalpan, Misael Ortiz y Antonio Saucedo-, fueron pero no supieron estar, ante tres novillos que exigían otro nivel de vocación y de entrega.

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