Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 27 de mayo de 2002
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Política

Ana María Aragonés

Agua, subsidios y migrantes

Tal parece que todas las noticias juegan en contra de los trabajadores migratorios, especialmente de los mexicanos que se instalan en el país vecino. Analicemos el primer problema.

La escasez de agua afecta la agricultura, pero con el paso del tiempo y la falta de atención por parte de los gobiernos se está creando un gravísimo problema de desertificación, preocupación mundial que afecta a nuestro país. La falta de lluvias, el crecimiento poblacional de ciertas zonas y sobre todo la falta de una política de Estado que busque revertir estas condiciones desarrollando una infraestructura que tenga como objetivo la recuperación de los escurrimientos, la potabilización del agua, así como la construcción de presas que sirvan de reservorios para el vital líquido son, en parte, las causas que nos han llevado al grave problema que enfrenta casi la mitad del territorio nacional.

Hay municipios que han vivido se-quías varios años y las consecuencias se manifiestan en escasez de alimentos, enfermedades que afectan a animales y seres humanos y que se traducen en la imposibilidad de que esos hombres y mujeres puedan mantenerse en sus lugares de origen desarrollando lo que saben y quisieran hacer. Resultado, la migración. Todos ellos forman parte de los tristemente famosos "ecomigrantes", llamados así por la Organización de Naciones Unidas.

Además del desolador panorama, México se encuentra, para colmo, ante el compromiso adquirido desde 1944 de entregar una cantidad determinada del vital líquido, cuyo cumplimiento tiene un retraso de varios años, concretamente desde 1993. Lo que quiere decir que nuestra deuda se incrementa igualito que nuestra deuda externa en dólares. El dicho popular que gustan esgrimir algunos diputados: "debo, no niego; pago, no tengo" es, como uno se puede imaginar, inaceptable para Estados Unidos, quien presionará por todos lados a México para cumplir sus compromisos, pero lo que no parece entrar en sus planes es apoyar en esas obras de infraestructura, aunque al final también le fuera benéfico.

Lo que sí está entre sus planes es inundarnos de productos agrícolas. Para ello el presidente Bush acaba de decretar un multimillonario presupuesto para subsidios a la agricultura de ese país. Aunque esto lo lleve al enfrentamiento con los europeos, quienes le han pedido que no lo haga -no obstante que ellos mismos utilizan este desleal instrumento. El hecho es que México no ofrece ninguna resistencia ante esta verdadera invasión, que no silenciosa. Ahora estamos viviendo un verdadero alud de productos agrícolas del vecino del norte, que nuestros maiceros, piñeros, cafetaleros, frijoleros, avicultores, etcétera, han resentido tremendamente, por lo que han realizado un sinfín de marchas y manifestaciones mostrando la gravedad de su situación debido a esta competencia desleal. Y no tiene que ver con que nuestros productores sean menos productivos. Esto es un mito, además de que los productos son peores. Por ejemplo, Blanca Rubio ha señalado que en el caso del maíz es muy claro, ya que nos comemos el mismo que se les da a los animales en Estados Unidos y para colmo es transgénico; lo mismo sucede con la soya, que llega con altas cantidades de hongos.

Todo esto apunta a que Estados Unidos seguirá requiriendo en grandes cantidades fuerza de trabajo migrante para llevar a cabo tan colosal esfuerzo productivo, pero sin ofrecer a cambio ni amnistía ni regularización para los que ya se encuentran allá, ni mejores condiciones para los que están llegando. Mientras, México sigue abriendo las compuertas de la migración, sin fortalecer la capacidad nacional ya no digamos con el fin de proteger y exigir mejores condiciones para nuestros connacionales, sino para ganar la batalla que revierta nuestra tradición migratoria y transformar estos flujos obligados, forzados, por desplazamientos voluntarios y libres sobre la base del respeto mutuo.

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