Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 23 de mayo de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Cultura

Margo Glantz

Sebald: Ƒes posible aún escribir gran literatura?

Con esa pregunta Susan Sontag inicia un texto crítico sobre el novelista alemán Georg Winfried Sebald, recientemente fallecido y autor de cuatro novelas memorables: Vértigo, Los emigrantes, Los anillos de Saturno y Austerlitz. Sebald nació en Wertach im Algäu en 1944 y estudió literatura y lengua alemanas en Suiza y Gran Bretaña. Desde 1970 enseñó en la universidad de East Anglia en Norwich (GB); en 1987 empezó a impartir cursos de literatura europea y de 1989 a 1994 asumió el cargo de primer director del Centro Británico de Traducción Literaria. Recibió numerosos premios, entre ellos el Angeles Times, el de Berlín, el Henrich Böll, el Heine, el Breitbach y ha sido traducido a varias lenguas. Quizá haya entre sus papeles una novela póstuma, así lo espero (con ansias). Por lo pronto, después de haberlo leído intensa e incesantemente durante los pasados meses, he comenzado a releerlo.

''Sebald -dice Anthony Lane de The New Yorker- pertenece a una especie rara y elusiva de escritores. Leerlo, como a Kafka, no es una tarea ardua, sin embargo pronto se convierte en una adicción, y una vez que hemos caído bajo su hechizo no tenemos ni el deseo ni la voluntad de abandonar la lectura de sus libros". La novelista Cynthia Ozik simplemente expresa: ''Sebald es sublime"; Paul Auster agrega: ''... es una de las voces más originales que nos hayan llegado de Europa en los recientes años"; Sebastian Shakespeare (švaya nombre!) de Literary Review, de Londres, explica que ''Sebald es un escritor notable, una especie de Borges teutónico domiciliado en Inglaterra"; Susan Sontag repite: "ƑEs posible aún escribir gran literatura?" y contesta: ''Una de las pocas respuestas que aún existen para los lectores de lengua inglesa es la obra de Sebald". Y agrego, en cualquier lengua; aunque yo lo haya leído en excelentes traducciones inglesas (de Michael Hulse, revisadas por él) y publicadas (las tres primeras novelas) en la maravillosa editorial New Directions, dirigida por James Laughlin, uno de los pocos editores que todavía se interesan por la verdadera literatura.

Sebald -como el protagonista-narrador de todas sus novelas- es un viajero, pero un viajero parecido a los románticos alemanes (o a los misioneros españoles que vinieron a México en el siglo XVI), viajeros que recorrían a pie miles de kilómetros, aparentemente sin destino, aunque el narrador suela viajar también, cuando es conveniente, en trenes desvencijados (que demuestran simplemente en su deterioro la decadencia del antiguo imperio inglés) o camiones destartalados que nos conducen a regiones perdidas entre las montañas nevadas de la Europa central. Sus recorridos revelan un movimiento incesante, pendular, a veces para acompañar a algún escritor, como por ejemplo Stendhal (en Vértigo), quien, como soldado en el ejército de Napoleón, visita regiones destruidas por la guerra y que de manera extraña pero magistral acaba convirtiéndose por obra y gracia de la escritura en un contemporáneo del narrador.

En otro de sus transcursos misteriosos por la campiña y las ciudades inglesas ahora completamente devastadas, el narrador de Los anillos de Saturno reconstruye la historia de la zona, las enormes mansiones y jardines, los faros, las calles, los pubs, los lujosos hoteles, las algunas vez prósperas regiones industriales, las abundantes recolecciones (entre otras las del arenque) y de repente, de manera imperceptible, convivimos con una figura lejana, histórica, la del escritor inglés del siglo XVII sir Thomas Browne, en busca de cuya calavera se lanza el autor para luego reconstruir su vida con sus aficiones, sus andanzas y sobre todo sus escritos.

Sebald es un erudito. Uno de sus modelos es Borges, ya lo había mencionado, pero también Kafka, Stendhal, Joseph, Conrad, Casanova. Su literatura se alimenta de literatura, de historia, de cultura. El ritmo de su lenguaje y sus recorridos sinuosos nos llevan sin transición de un país a otro, de la Historia a la historia, de una estación de ferrocarril a un zoológico o a una fortificación en un viaje perpetuo en el que de repente coinciden Rembrandt, Descartes y sir Thomas Browne colocados como público en un enorme anfiteatro, alrededor de una camilla en la que se exhibe el cuerpo semidesnudo y violáceo de Adriaan Adriaanzoon alias Aris Kindt, ladronzuelo ajusticiado una hora antes, sobre cuyo cuerpo inicia una lección de anatomía el doctor Tulp, miembro del Gremio de los Cirujanos de Amsterdam, elegantemente ataviados los comensales con un negro traje de ceremonia y tiesas gorgueras blancas. Por ese mismo periodo, también en Holanda, Harvey descubría el misterio de la circulación sanguínea.

En realidad, como Sebald, Browne es un cronista de la destrucción, contra la cual quizá sólo exista un antídoto, la literatura.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año