Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 19 de mayo de 2002
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Espectáculos
Leonardo García Tsao

La música de rock y el dilatado paso del tiempo

Cannes. No obstante que Gilles Jacob, el presidente del festival de Cannes, es un hombre de edad avanzada, debe haber alguien más joven en su comité de selección. Así se explicaría por qué la competencia programa películas de rock con cierta regularidad. Hace unos años se estrenó aquí Velvet Goldmine, de Todd Haynes, una elaborada recreación del periodo glitter. Hoy se exhibió la producción británica 24 hour party people, del desigual realizador Michael Winterbottom, que enfoca la música popular surgida en Manchester desde fines de los años 70 a los 90. Eso incluye el breve apogeo de Joy Division -para mi gusto, el grupo más significativo de la era post-punk- y su conversión a New Order, tras el suicidio del cantante Ian Curtis.

24hourspartyFilmada en video digital por el gran fotógrafo alemán Robby Müller, la historia evoluciona al invento de los raves, el consumo del éxtasis en lugar de otras drogas tradicionales y la importancia del DJ en lo que subsecuentemente se llamaría dance. Todo eso es contado en primera persona por Tony Wilson, quien fuera el impulsor de esa música mediante su marca Factory Records y su club nocturno La Hacienda. Bien interpretado por el comediante de TV Steve Coogan, el narrador comenta con humor sobre los hechos y la película misma, estableciendo una distancia irónica.

Para no variar, Winterbottom cae en el exceso de la media hora, tan común en el cine actual. Es decir, 24 hour party people se inscribe en el grupo de películas que funcionarían idealmente con 90 minutos de duración pero llegan a las dos horas y pico con su impulso narrativo en estado de agotamiento total.

En lugar de ver la película animada Spirit: stallion of the cimarron, exhibida fuera de concurso, opté por Laurel canyon, de Lisa Cholodenko, filme independiente sobre cómo una joven fresa, de intereses científicos, es atraída al mundo del rock por su futura suegra, productora musical, y su actual amante, un amoral cantante del grupo cuyo disco está en proceso de grabación. Superficial en el trazo de relaciones conflictivas, la película desmiente la promesa de High art, la opera prima de la realizadora.

Los compendios de cortos que reúnen a varios realizadores de prestigio suelen decepcionar. Por eso sorprende el resultado de Ten minutes older (Diez minutos más viejo), una meditación sobre el paso del tiempo a lo largo de 10 minutos, a cargo de Chen Kaige, Víctor Erice, Werner Herzog, Jim Jarmusch, Aki Kaurismäki, Spike Lee y Wim Wenders. Aunque la calidad es por fuerza dispareja, sobresalen los episodios de Erice, quien no había dirigido nada desde El árbol del membrillo, y Wenders, que estaba como ausente aun habiendo filmado con constancia; de hecho, este corto es lo mejor que ha realizado en mucho tiempo, en una vuelta a sus constantes: el road movie, el rock y la sensación de pérdida y redención. En cambio, el único en no respetar el concepto fue Spike Lee, quien aprovechó para resumir un reportaje político sobre las fraudulentas elecciones presidenciales de su país. Estrenado en la sección Una cierta mirada, Ten minutes older ha sido lo más atractivo -y conciso- del día.

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