Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 18 de mayo de 2002
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Cultura
Estreno nacional de su partitura Twilight en el Foro Manuel Enríquez

La música electroacústica nunca será un Frankenstein, sustenta Rodrigo Sigal

''La computadora es un instrumento vivo para la creación sonora, no un monstruo''

Busca el compositor suprimir las fronteras entre la presencia humana y la tecnología

ANGEL VARGAS

Pensar que la música electroacústica pueda transformarse algún día en una especie de Frankenstein, sólo porque en su creación intervienen la tecnología y la computación, resulta una idea graciosa e incluso descabellada, dice Rodrigo Sigal, uno de los jóvenes compositores mexicanos que hacen carrera en el extranjero y que han destacado por centrar su quehacer en ese género.

''La computadora, contrario a lo que muchos consideran, es un instrumento vivo para la creación musical, no un monstruo al que se le pone un cerebro prestado y después se pierde todo control sobre él", señala.

''Es una herramienta que se puede controlar y convertir exactamente en lo que uno requiere o se le ocurre. Un instrumento convencional, en cambio, tiene límites que son intrínsecos a su material, construcción y manera de funcionar."

Prejuicio del público

De visita en México para presenciar hoy el estreno nacional de su obra Twilight, dentro del noveno programa del 24 Foro de Música Nueva Manuel Enríquez, Rodrigo Sigal, de 31 años, rechaza las opiniones que consideran ''poco humana" a la música realizada e interpretada con recursos y elementos tecnológicos.

Tal concepción, indica, proviene de la idea errónea de que la música viva y humana, sobre todo en el género clásico, es sólo la que se genera en una sala de conciertos o la que produce un músico en cualquier lugar, y se relega a un plano menor a cualquier otra expresión, como la música grabada, a la que generalmente se aprecia como algo frío, muerto, porque no aparece de manera directa ni palpable la presencia humana.

Es precisamente en ese terreno donde el autor finca su inquietud artística, en borrar las fronteras que se han creado entre esa presencia y el uso de medios alternativos, como los electrónicos y cibernéticos, en la creación e interpretación musical.

A decir del autor, el género electroacústico tiene tantas variantes como cualquier otro, sin embargo reconoce varias limitaciones que le son exclusivas. Una de ellas, describe, tiene que ver con los intérpretes, pues ''muy pocos están dispuestos a meterse en camisa de 11 varas para comenzar a estudiar y trabajar un medio diferente al que han desarrollado, que es tocar con computadora o cinta".

Otra limitante es el aspecto técnico, ''me refiero al equipo, porque no siempre existe la misma infraestructura, y entonces la pieza debe ser flexible y acoplarse al equipo disponible, a diferencia de la música escrita sólo para instrumentos convencionales, como el piano o el violín, que sólo requiere de ellos para ser interpretada".

Una limitante más, abunda, es el prejuicio del público por este tipo de expresión; ''consideran que toda la música que se hace con cinta o computadora es inaudible, lo cual es falso, pues al igual que en lo barroco o en lo clásico hay varias vertientes, desde lo sencillo hasta lo extremadamente complejo de escuchar".

Mezcla de fagot y computadora

Sobre la obra que estrenará en el Foro Manuel Enríquez -a las 12 horas de hoy en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco y Calzada de Tlalpan)-, Sigal comenta que se trata de un encargo del Ministerio de Cultura de España y fue escrita para fagot y sonidos generados por computadora.

En Twilight el autor busca representar la manera que tienen los astrónomos para identificar los cuatro momentos diferentes en cómo el sol desaparece en el horizonte. De allí la rareza de la pieza en el catálogo de Sigal, pues representar paisajes no es algo habitual en su trabajo.

''Mi interés es que la mezcla entre el fagot y la computadora se vaya transformando de manera poco identificable conforme transcurren las cuatro secciones de la obra, así como sucede con los niveles de luz del sol cuando desaparece", apunta.

''No es que la música se va haciendo más oscura. Mi interés es hacer borrosos los bordes entre las secciones de la pieza, y entre el fagot y la computadora; tratar de erradicar esa frontera clara entre el instrumento y la computadora en cuanto al timbre."

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