Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 14 de mayo de 2002
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Cultura
Ya sabes mi paradero es la nueva obra de la directora de Literatura del INBA

Quise llenar el abismo entre mi vida en México y el exilio español, asegura Anamari Gomís

''Siento culpabilidad cuando no hago compatible mi labor de funcionaria con la escritura''

CESAR GÜEMES

Seis años invirtió Anamari Gomís en escribir las casi 500 cuartillas de su nueva obra, la novela Ya sabes mi paradero (Plaza & Janés), y en saldar la deuda contraída con el exilio español del cual su familia forma parte. La actual titular de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) había incursionado en la escritura de varias formas antes de llegar al más extenso de sus trabajos hasta ahora: A pocos pasos del camino, La portada del Sargento Pimienta y El artificio barroco de Los peces, de Sergio Fernández.

(Ya sabes mi paradero será comentada el jueves 16 a las 19:30 horas en Casa del Risco, Plaza de San Jacinto 15, San Angel, por Víctor Hugo Rascón Banda, Angeles Mastretta, Federico Patán, Eduardo Antonio Parra, y contará con la lectura de María Rivas y Héctor Suárez Gomís.)

No es sencillo empatar el desempeño al frente de Literatura del INBA y escribir una novela que implicó un largo proceso de investigación. Así nos lo explica la autora: ''La escribí a lo largo de seis años que viví en Washington, mientras impartía clases en la Universidad de Georgetown y acompañaba a mi esposo, entonces embajador de México. El magisterio me dejaba buenos lapsos para dedicarme a mi obra. Regresé a nuestro país a corregirla pero le dediqué todo el primer periodo a la escritura. Por lo demás, es muy difícil compartir la labor de funcionaria con el trabajo creativo, es preciso realizar un sobresfuerzo, algo que muchas ocasiones no consigo y me genera culpabilidad. Aunque de un tiempo a esta parte me he dedicado a escribir una cuartilla diaria por lo menos. Claro, una obra como Ya sabes mi paradero, que contiene tantos datos y que de algún modo es una novela histórica, implica una dedicación casi absoluta".

Verdad e invención

-¿Te ayudó la distancia, hablar de México desde Washington?

-Sí, desde luego. Fue un divorcio necesario del mundo que iba a tratar.

Por su parte, hay una buena dosis de autobiografía en Ya sabes mi paradero. Dice Gomís: ''Como hija de exiliados españoles tenía que contar esta historia. Así que mucho de lo que ocurre en la obra es verdad y mucho es invención. Cuando mis padres estaban a punto de dejar París, porque ya habían entrado los alemanes, él decide irse, salir por tren, pero no hay espacio. Mi padre pertenecía al Partido Comunista, como el personaje de la novela, y de modo parecido se le acerca un desconocido para informarle que un tren clandestino saldrá al día siguiente. Mis padres toman ese tren y ocurre en la vida real que aquel para el cual no alcanzó boletos había sido bombardeado rumbo a Burdeos. Todo esto lo tenía que contar, es parte de la mitología de mi crecimiento. Tan importante era narrar hechos de ese tipo como describir que la vida en México de familias como la mía sólo contaba con referencias de familiares en algún paraíso perdido, a diferencia del resto de la población. Llenar el abismo entre la vida en México como mexicana y provenir de padres españoles fue la función de escribir esta novela".

-Además de esta solución personal que le das a la historia, de un tiempo a esta parte las escritoras nacionales se apegan más a las sagas familiares que a las individuales. ¿Estarías de acuerdo?

?En mi caso veo una necesidad de reflexionar sobre ciertos acontecimientos muy importantes que transforman la vida cotidiana de las personas. Es probable que la apreciación que sugieres sea válida, aunque en el panorama narrativo nacional aparecen otras variantes, como la nueva novela de David Toscana, cuyo mundo es cotidiano y pasmoso al mismo tiempo. En cuanto a las novelas recientes hechas por mexicanas encuentro que, por ejemplo, Angeles Mastretta ha tratado de narrar más allá del pequeño suceso y que en Mal de amores, ahora que se relanza, hay una necesidad de saga familiar. Y lo mismo, ahora que lo veo desde esta óptica, la hay en Café cortado, de Mónica Lavín. Es como si necesitáramos narrar ya no la vida adolescente, sino las historias amplias que en última instancia son los pequeños mitos que produce la literatura

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