Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 12 de mayo de 2002
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Política

Jenaro Villamil

Big Brother, rating y despolitización

El miércoles 24 de abril, día de "las nominaciones" del programa Big Brother, Televisa registró un nuevo récord de rating. Se alcanzó un porcentaje promedio de 28.2 puntos, mientras que en el área metropolitana alcanzó los 31.4 puntos. A la semana siguiente, se repitieron estos altos índices de audiencia. Ni el escándalo del telefonazo entre Fidel Castro y Vicente Fox ni las imágenes brutales del crimen cometido en el jardín de niños de Ecatepec le robaron atención a las aventuras prefabricadas de los concursantes. Mucho menos la búsqueda de Rogelio Montemayor o de los fondos extranjeros en la campaña electoral de Fox le restaron expectativa a la "nominación" del Doc para ir a España.

En otras palabras, Big Brother ya logró su primer cometido en la pantalla comercial de Televisa: generar un fenómeno de rating, demostrando que la fórmula de Endemol resulta. La fama efímera es un poderoso narcótico despolitizador en una generación de teleadictos que le apuesta a la evasión. Y si en Rusia se escandalizaron por el éxito de la Gran Chuleta en medio del derrumbe de Yeltsin, aquí en México la crisis de las expectativas foxistas bien puede amortiguarse con la maquinaria mercadológica que rodea a su reality show.

La fórmula de Endemol-Televisa se ha aplicado puntualmente. ƑEn qué consiste?

1. En primer lugar, en saturar la propia programación. El Big Brother no es un programa más. Es un producto ancla que se retroalimenta a sí mismo y a otras emisiones de Televisa. Ocupa ya el principal espacio de comentarios en los programas juveniles: desde Vida-Tv, hasta las telenovelas, y los programas cómicos que bordean en torno a la misma emisión. Incluso, hasta los noticiaros de Televisa, como el estelar conducido por Joaquín López Dóriga, convierten en "nota" al reality show, de tal forma que el auditorio no pueda quedar al margen de este programa.

2. En segundo lugar se realiza un concurso perfectamente controlado por la producción. El Big Brother es un programa de concurso, aunque sus reglas no sean muy transparentes, como se demostró esta semana con el "adelanto" del viaje del doctor a España, aun cuando seguía la votación. Nada se deja al azar. No es un experimento como el que realizó Zoom.Tv con El inquilino. Mucho menos es cine-verdad. Se trata de un divertimento con apariencia de verdad y con una eficaz estrategia de mercadotecnia que consiste precisamente en algo fundamental: comercializar lo banal, lo insustancial de un grupo de jóvenes dóciles al control de la producción que se vuelven, por el poder del rating, en tema de interés nacional. Por otro lado, el plus consiste en comercializar el propio concurso y alentar la aspiración simbólica que lo más importante de este programa es que cualquier joven puede ser famoso gracias a la televisión.

3. Se trata de exportar el rating hacia otros productos. Cuando el payaso Brozo había reducido su nivel de audiencia en el Canal 4, aparece en la casa del Big Brother. En el momento que la programación de la barra matutina de Canal 2 ha reducido su audiencia, se invita a los "expulsados" del Big Brother para mantener el nivel de interés en el fenómeno. Cuando las telenovelas andan bajas, Denisse se convertirá en protagonista de una nueva. Y si la industria discográfica de Televisa anda de capa caída, el disco de la emisión se reproducirá en todas sus estaciones comerciales y hasta La Negra Azalia tendrá su pedacito en el mercado de audiencia grabando un disco de música norteña.

4. Confirmado el éxito, procurar mantenerlo con otros programas similares, Televisa ya planea dos programas más: Operación triunfo y Pop stars. También prepara el terreno para el lanzamiento del polémico: ƑQuiere usted ser milonario?, de la ABC estadunidense. Probablemente, Televisión Azteca le entre a la competencia con otro que podría ser El bar y, por lo pronto, ya estrenó en la pantalla cada domingo un homenaje al mal gusto llamado Sexos en guerra. Se trata de una emisión que promueve la competencia entre hombres y mujeres a partir de concursos insulsos como "amores en el jacuzzi."

El elemento común de todos estos proyectos es que están destinados a la audiencia juvenil. Y según estudios mercadológicos, el interés principal se orienta en el auditorio femenino joven y en mantener a la audiencia masculina lo suficientemente pegada a la pantalla, una vez que comience el Mundial de futbol.

Estos programas han tenido mayor éxito en aquellos países con fuertes procesos de crisis política o de crisis de transición, y tienen la virtud de transformar a la opinión pública en opinión impúdica. La audiencia olvida el problema del desempleo, de la violencia cotidiana, de la crisis de expectativas y se dedica con toda su energía -y su dinero- a desentrañar el ocio y el morbo generado por la vida de 12 seres encerrados en una casa.

Se borra la frontera entre verdad y ficción, entre intimidad y espectáculo, entre moral pública y moral privada. Y aquí es donde opera una de sus principales consecuencias en términos de politización. ƑPor qué conmoverse frente a hechos o crímenes reales si, quizá, también son simples productos televisivos? ƑPara qué preocuparse por la solidaridad o los asuntos públicos si en un programa nos divierten expulsando a quienes no se adaptan? ƑPara qué conocer o pensar si basta con decir güey y hasta en líderes de opinión nos convertimos?

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