Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 23 de abril de 2002
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Sociedad y Justicia

Necesaria, una actualización teórica, señala

Repetitivo y aburrido, el discurso feminista, asegura Marta Lamas

ROSA ROJAS

En América Latina es necesaria una actualización de la teoría feminista, "no sólo por un urgente proceso de descolonización, sino también por el no crecimiento del movimiento, señaló la antropóloga Marta Lamas, quien agregó: "creo que el rechazo de las jóvenes también tiene que ver con nuestro discurso, repetitivo y aburrido por ausencia de nuevas elaboraciones teóricas"

Al participar en el seminario Feminismos latinoamericanos: retos y perspectivas, organizado por el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM, Lamas se refirió además a una cantidad considerable de feministas de distintos países latinoamericanos que quedaron atrapadas "en la moda fetichizada del género".

Comentó que en torno a la diferencia sexual rondan los debates más acuciantes del feminismo, pero también que las posiciones antagónicas en el feminismo latinoamericano "se fundamentan más en rivalidades y resentimientos personales" que en cuestiones teóricas, y manifestó su convicción de que la teoría es necesaria para enfrentar mejor las posturas encontradas y poder armar alianzas.

Sostuvo que unas de las tareas impostergables de las feministas radica en definir algunos puntos de referencia para una reflexión que permita aplicar la teoría con rigor "en nuestra praxis, nuestras experiencias, nuestras narrativas, nuestra política del cuerpo".

En el seminario, inaugurado por la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, Patricia Espinosa; la coordinadora de Humanidades de la UNAM, Olga Elizabeth Hansberg, y la directora del PUEG, Graciela Hierro, participó la pensadora chilena Margarita Pisano, quien manifestó que frente al fracaso civilizatorio de la cultura actual -patriarcal- se requiere construir modos de relación, sociedad y cultura, poniendo en cuestión las religiones y la familia, "sin los dioses ni la sangre".

Advirtió que seguir pensando dentro de las lógicas culturales masculinistas es quedarse en "el cambio de la acomodación", en lo establecido, que se ha alimentado siempre de sus marginales para retroalimentar sus discursos gastados, renovarse y mantenerse vigente.

"No sé cuántas mujeres han logrado mejorar o cambiar sus relaciones económicas o de vida por el feminismo, pues la masculinidad trampea siempre la realidad y la historia... No hay argumento que me convenza de que estamos mejor con el acceso de las mujeres al sistema, cuando el mundo está peor."

En el acto, en el que participa una cuarentena de representantes de las diferentes corrientes del feminismo, Graciela Hierro afirmó que las mujeres tenemos necesidad de autonomía, de libertad de movimiento, de autodeterminación sexual, de contracepción y aborto libre, y señaló que se debe atacar la idea de la diferencia como una justificación para la exclusión.

Amalia Fisher, doctora en comunicación, planteó que algunas feministas latinoamericanas han caído en el error de oponer diferencia a igualdad, cuando lo opuesto a igualdad es desigualdad, ya sea desde la defensa de la ciudadanía plena para las mujeres, desde la crítica a la institucionalización o desde la crítica al racismo y a la lesbofobia interiorizada.

Francesca Gargallo, filósofa, recordó que ya en la década de los setenta las mexicanas Eli Bartra y Adriana Valadés definieron el feminismo como "la lucha consciente y organizada de las mujeres contra el sistema opresor y explotador que vivimos: subvierte todas las esferas posibles, públicas y privadas de ese sistema que no solamente es clasista, sino también sexista, racista, que explota y oprime de múltiples maneras a todos los grupos fuera de las esferas de poder", por lo que hubieron de enfrentar la desconfianza y el ridículo.

Treinta años después, agotados los recursos de la desconfianza y el ridículo, el sistema falocéntrico encontró una nueva forma de no morir.

Eli Bartra, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, planteó que "desgraciadamente aún se puede hablar de un denominador común social entre las mujeres, que es la opresión (son víctimas), pero también el denominador común es y debe ser la lucha contra esta opresión. Y ello significa que la victimización ha dejado de ser lo primordial", aseguró.

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