Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 6 de abril de 2002
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Política

Luis González Souza

De dignidades palestinas y servilismos foxianos

Las dignidades y los servilismos dividen al mundo de nuestros días. Ambos bandos tienen sus leyes, sus sanciones y sus protagonistas. Fruto y ejemplos paradigmáticos de esa división mundial, dos grandes temas dominan la prensa de las pasadas dos semanas: la reactivación del genocidio contra el pueblo palestino, así como de su dignísima resistencia, y la diabólica espiral del servilismo, magistral aunque penosamente protagonizada por el gobierno foxista ante su contraparte estadunidense.

Ambos conjuntos noticiosos representan bien la "ca-ra o cruz" de nuestro tiempo. Ambos tienen que ver con las primeras leyes de la dignidad: 1) Los valores del mercado no son los únicos ni los más importantes al escribir la Historia de la Humanidad con mayúsculas. 2) La política no se reduce a un asunto de fuerza y poder. 3) Cada vez son más decisivos la fuerza de la ética y el poder moral..."aquí y en China", lo mismo en Chiapas que en Palestina. El reverso de la moneda lo ilustra bien el torcimiento -no sólo continuado sino profundizado- de la relación México-Estados Unidos: 1) A más mercantilización, más enviciamiento de dicha relación. 2) A más sumisión de México, más prepotencia y arbitrariedad de Estados Unidos. 3) Sólo un México digno podrá sanear su vecindad con Estados Unidos.

Hace tiempo venimos denunciando el círculo perverso que contamina la relación México-Estados Unidos, al punto de hacerla por completo explosiva. Es el círculo que comienza en la desigualdad de todo orden (económica, política, militar), y que al combinarse con posturas serviles del gobierno mexicano e instintos opresivos del estadunidense no logra sino reproducir -ampliada- la desigualdad de origen. El desenlace más inmediato, persistente y ponzoñoso es que mientras México pone una y otra vez, así las mejillas como las concesiones, Estados Unidos se limita a poner las exigencias y los golpes, por cierto cada vez más severos.

El más reciente episodio de esta sadomasoquista historia es tan elocuente que muy probablemente está anunciando una nueva y decisiva vuelta de tuerca. Astutamente, el dizque nuevo gobierno de Fox escogió el tema de la migración laboral tanto para oxigenar su demagogia electoral -"somos 120 millones de mexicanos, porque los que trabajan en Estados Unidos también cuentan"- como para dar brújula inmediata y aparatosa a la renovación de la agenda binacional: un "acuerdo migratorio" rápido y bueno. De hecho tal acuerdo se convirtió en el caballito de batalla del canciller Castañeda Jr. y en su apuesta central para su futura proyección personal. Decimos que fue astuta la selección de ese tema porque más allá de hipocresías y necedades xenófobas es un tema que no tiene pierde. Cada vez es más claro que la prosperidad económica de Estados Unidos, e inclusive buena parte de su estabilidad sociopolítica, dependen más y más -igualito que un adicto a las drogas- del intenso y lucrativo trabajo de los inmigrantes, más aún si se les logra estigmatizar -y expoliar- como trabajadores "ilegales". Bastaría una pequeña prueba: Ƒqué pasaría en la gran potencia si de pronto y tan sólo por un par de meses, todos los también llamados braceros concertaran una huelga digamos de "brazos dignos"? Como mínimo, se registraría una quiebra masiva de empresas y un explosivo escalamiento en el precio de los bienes y servicios más caros al american way of life.

Pero no se trata de remplazar el sadomasoquismo subyacente a la actual relación México-Estados Unidos con un duelo de amenazas y chantajes. Tan sólo se trata de exigir -y lograr- un trato digno y honesto, comenzando con los trabajadores mexicanos que tanto aportan a la salud de Estados Unidos. Por ello no era disparatada la insistencia del gobierno mexicano en un "acuerdo migratorio", si bien falta lo principal: Ƒqué tipo de acuerdo, e inclusive con qué tipo de argumentos: los de la dignidad y la justicia, o los del siervo y el limosnero?

Lo cierto es que aun esa demanda tan elemental e inocua -un simple "acuerdo"- ya resultó despreciada por el superamigo gobierno de Bush, so pretexto de su cruzada antiterrorista. Pero esta vez no todo queda en el desprecio de una demanda por demás justa y legítima. Ahora se acompaña con una bofetada de Estado, es decir, seria, institucional, duradera. Nos referimos a la reciente y patética resolución de la Suprema Corte de (In)Justicia con la que se deja a los trabajadores migratorios en calidad de parias o neoesclavos, sin derechos ni protección jurídica alguna. Y todo ello ocurre no obstante el nuevo nivel de servilismo al que ha llegado el gobierno mexicano: "apoyo total e incondicional" a la nueva guerra de Bush II, consolidación de México como guarura antimigratorio ahora parapetado en una "frontera inteligente"; ofrendas de agua perteneciente a los agricultores tamaulipecos; para no hablar de ofrendas mayores como la del canceroso y neocolonialista Plan Puebla-Panamá que, al final de cuentas, busca finiquitar nuestras últimas y principales reservas, justamente de lo que tanto falta a nuestros gobernantes: dignidad y resistencia.

Muy distinto es el horizonte mostrado por la histórica resistencia del pueblo palestino, pero ya se nos terminó el espacio. Sólo digamos que, en dignidad y perseverancia, Palestina somos todos, o cada vez más, dentro y fuera del Medio Oriente. Y sólo anhelamos que pronto seamos los suficientes para que el mundo de las dignidades se imponga al de los servilismos (gobierno foxiano incluido).

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