Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 4 de abril de 2002
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Capital

Vicisitudes de una convivencia a fuerza

JUAN MANUEL VENEGAS Y BERTHA TERESA RAMIREZ

Entre llegues, tirones y jaloneos, la primera gira del presidente Vicente Fox Quesada por la capital del país no estuvo exenta de los golpes bajos que se lanzaron integrantes de su equipo y colaboradores del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador.

Atrapados en una convivencia a fuerzas, unos y otros quisieron llevarse los mejores momentos para sus respectivos bandos y se enfrascaron en una velada disputa por atraer la atención de los más de cien informadores que dieron cobertura al encuentro de los dos gobernantes.

Desde la organización misma de la gira -que comprendería cinco puntos de la ciudad- se marcaron las diferencias y distancias. De acuerdo con la oficina de Comunicación Social de Los Pinos, la gente de López Obrador pidió hacerse cargo de toda la logística y programa de la jornada, al contrario de lo que sucede en otras entidades del país, cuando el mandatario las visita.

"Tanta fue su insistencia" que se terminó por aceptar la propuesta. Pero desde ahí todo empezó a estar mal: de entrada, ninguna de las obras públicas que ayer se presentaron ante el primer mandatario se realizó con recursos federales. Todas correspondieron a financiamiento "totalmente del gobierno capitalino".

Segundo punto de discordia. Los encargados del gobierno capitalino de preparar el programa tuvieron la idea de omitir cualquier participación no sólo de los funcionarios federales, sino hasta šdel propio Presidente de la República!

Ellos estaban muy satisfechos. Pero no contaban con que del otro lado el malestar se haría evidente cuando desde muy temprano los colaboradores del vocero presidencial, Rodolfo Elizondo Torres, prepararon a la fuente: en cada uno de los actos -avisaron- habrá un funcionario del gobierno federal para que "les dé la visión también de esta parte". Se buscaba ya contrarrestar "las omisiones" del anfitrión.

Pero no todo paró ahí: el propio Fox, al ver que las horas transcurrían y los únicos que hablaban eran los funcionarios del gobierno capitalino, improvisó un breve discurso para meterse en el tema y sacar a relucir los recursos que el gobierno federal ha dispuesto para la ciudad de México. No se quiso quedar atrás.

Y en medio de la guerrita que sostenían foxistas y lopezobradoristas -según ellos muy discretos-, la prensa también sufrió la falta de coordinación. Vallas y vallas y más vallas impidieron en todos los actos mantenerse cerca del Presidente y del jefe de Gobierno. Los gráficos se atropellaban y los reporteros de una y otra fuentes se quejaban de la distancia que les complicaba su trabajo.

A los que llegaron de Los Pinos se les explicaba: la culpa es de los del Gobierno del Distrito Federal; a los que salieron del Zócalo les argumentaban que todo era responsabilidad del Estado Mayor Presidencial y de la Coordinación de Logística de la Presidencia. La bolita iba, pues, de un lado a otro.

Para completar el cuadro, no faltó la guerra de porras de vecinos que a distancia manifestaron sus preferencias. A los de banderita panista que se aparecieron coreando el nombre de Fox les respondieron otros con porras a López Obrador.

Por supuesto hicieron su aparición los manifestantes de ocasión, contra uno y otro gobernantes. El más sobresaliente, un empleado del remodelado y ampliado hospital Rubén Leñero, quien para protestar por el "hostigamiento" de que son objeto los trabajadores de ese nosocomio, se desangró ante decenas de cámaras y grabadoras.amlo_fox_m03z

Si los reporteros que habitualmente pueden acercarse a los funcionarios esta vez se vieron impedidos, pues peor estuvo para los ciudadanos y quejosos que siempre tuvieron que ver pasar a Fox y López Obrador a por lo menos 200 metros de distancia.

"Ahí van a estar Cristóbal, Frenk y Sari..."

La nota de la disputa estuvo en la búsqueda de los reflectores y micrófonos.

Ya se había puesto sobreaviso a los reporteros de la fuente presidencial: "ahí van a estar Cristóbal Jaime, de la Comisión Nacional del Agua; el secretario de Salud, Julio Frenk... y Sari Bermúdez, para que les den la visión de este lado".

Primer acto. Presentación de los avances de las obras de la planta de bombeo del Gran Canal. Ahí, mientras el secretario de Obras del gobierno capitalino, César Buenrostro, daba una amplia explicación sobre el objetivo y beneficios de esa obra, Cristóbal Jaime atendía, a unos metros, a los reporteros que, ante el problema de las vallas, preferían estar cerca del funcionario que estaba en disposición de hablar.

Lo mismo ocurrió en el tercer acto, en la entrega de una unidad habitacional en la colonia Tránsito, delegación Cuauhtémoc. Ahí, la dirección de Información de Los Pinos ya tenía a un funcionario de la Sedeso presto para "dar la visión de este lado". Pero ni falta que hizo, el propio mandatario -que previamente había recorrido las obras del distribuidor vial Zaragoza, en la delegación Venustiano Carranza- pidió el micrófono para hacer un rápido recuento de lo que su administración ha hecho en materia de vivienda, tanto a nivel nacional como local.

Ahí ya empezaba a notarse la molestia en el equipo de López Obrador. Para ellos, que habían preparado todo el terreno para promover sus acciones de gobierno, les resultaba una "verdadera grosería" la respuesta de los enviados de Los Pinos.

"No se vale lo que están haciendo", decía a cuantos tenía enfrente César Yáñez, director de Comunicación Social del gobierno de la ciudad.

La mayor irritación vendría después, en el hospital Rubén Leñero, pues mientras la secretaria de Salud del Distrito Federal, Asa Cristina Laurell, explicaba las obras de remodelación del centro de salud, a unos pasos su homólogo a nivel federal, Julio Frenk, jalaba a buena parte de la prensa.

Para poner punto final a los tirones y jaloneos entre los equipos de los gobernantes, el escenario escogido fue el Teatro de la Ciudad, del que se anunció su reapertura: por sobre los deseos de la Coordinación de Logística de la Presidencia, los mensajes de Fox y López Obrador no se dieron en el salón principal, sino en una reducida salita donde nuevamente la prensa saltó en inconformidades. Todo fue decisión del "equipo de López Obrador", se justificaban.

Hasta ahí llegó, aunque tarde, Sara Bermúdez, la titular del Conaculta, que también fue llamada a hacer el quite al informe cultural de su par capitalino, Enrique Semo Calev.

Y si al final Fox y López Obrador se despidieron entre palmadas, apretones de manos y compromisos de trabajar coordinadamente, algunos de sus colaboradores al fin descansaron de esta "convivencia a fuerzas".

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