Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 4 de abril de 2002
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En breve, poderosa empresa estadunidense podría reiniciar la lucha por el petróleo asiático

Fuerte impulso desde la Casa Blanca para la construcción del gasoducto transafgano

JUAN PABLO DUCH/IV Y ULTIMA CORRESPONSAL

Moscu, 3 de abril. Como consultor de la petrolera Unocal, Zalmay Khalilzad, representante especial del presidente George W. Bush para Afganistán, se apuntó un gran éxito, que sería decisivo para su ascendente carrera, hace poco más de cuatro años.

Las conclusiones de Khalilzad, que ya había realizado por encargo de la petrolera la evaluación de riesgos del gasoducto transafgano, fueron adoptadas por Unocal como concepción estratégica para Asia central. Hasta la fecha, las tesis de Khalilzad sirven de sustento para los planes de Unocal respecto de la región.

Tras la reunión que Unocal organizó en Washington entre una delegación de talibanes de alto nivel y el entonces secretario asistente de Estado para Asia del sur, Karl Indertfurth, la meta se veía cercana.

En esa coyuntura el gigante petrolero decidió redoblar esfuerzos para conseguir que la administración de Estados Unidos reconociera al régimen talibán como gobierno legítimo de Afganistán, el último obstáculo que le faltaba vencer para iniciar la construcción del gasoducto.

Producto de un intenso cabildeo en el Congreso estadunidense, el 12 de febrero de 1998 John Maresca, a la sazón vicepresidente para relaciones internacionales de Unocal, compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.

La concepción diseñada por Khalilzad está contenida, sin duda, en el documento que presentó Maresca a los legisladores.

El mensaje principal que transmitió Unocal al Congreso, tras exponer con lujo de detalle la importancia estratégica de las riquezas del subsuelo de Asia central, es muy claro:

"Un problema mayor tiene que resolverse: cómo hacer que los inmensos recursos energéticos de la región lleguen a los mercados que los necesitan. Hay pocas áreas del mundo, si hubiera alguna otra, donde es posible incrementar sustancialmente los suministros de petróleo y gas para el mercado mundial. La solución dca35-140734-pihparece simple: construir una nueva Ruta de la Seda. Aplicar esta solución, sin embargo, dista de ser simple. El riesgo es alto, pero también lo es la recompensa".

Descartadas otras opciones para sacar el petróleo y el gas de Asia central, la vía del sur, desde la perspectiva de Unocal, ofrece la distancia más corta para llegar a los "mercados en crecimiento".

Reconoce que no es factible cruzar Irán, "una ruta potencial obvia", con el argumento de que está vedada para las compañías de Estados Unidos debido a las sanciones impuestas por la legislación estadunidense.

La única ruta posible, establece, es a través de Afganistán, pero lamenta que no se pudiera utilizar mientras no se reconociera internacionalmente a los talibanes.

"A pesar de ello (la falta de legitimidad talibán), la ruta a través de Afganistán se presenta como la mejor opción con las menores dificultades de carácter técnico. Es la ruta más corta hacia el mar y tiene el terreno relativamente más favorable para un ducto", sostiene.

El negocio del gas, por aquella época encauzado bajo el esquema del consorcio CentGas, se quiso redondear con la construcción de un oleoducto.

"Unocal considera la posibilidad de crear un consorcio para construir un oleoducto de Asia central que podría ser parte integral del sistema regional de oleoductos, que utilizaría y recogería el petróleo desde la infraestructura existente en Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajstán y Rusia", anuncia.

Con un costo estimado de 2 mil 500 millones de dólares, se menciona como punto de partida del oleoducto la ciudad de Chardzhou, en el noreste de Turkmenistán, y se maneja como destino, tras cruzar Afganistán, un puerto de Pakistán, aún por determinar.

El documento reitera: "La región de Asia central y el Caspio dispone de abundante petróleo y gas, que pueden mejorar la vida de los residentes en la región y proporcionar energía para el crecimiento de Europa y Asia".

Y resume: "Desarrollar rutas de exportación -efectivas en costos, rentables y eficientes- de los recursos de Asia central es una formidable, y no imposible, meta. Ya se consiguió antes. Un corredor comercial, una nueva Ruta de la Seda puede unir los suministros de Asia central con la demanda, convirtiendo una vez más Asia central en cruce de caminos entre Europa y Asia".

En ese primer intento, por la ruptura de las negociaciones con los talibanes, no se pudo sacar adelante el plan. Superado el escollo, Unocal va por la revancha.

El mismo proyecto, los mismos promotores

En medio del desbarajuste que impera en Afganistán, la falta de consensos para un verdadero arreglo político y su frágil posición personal, sujeta a la presencia de tropas extranjeras, el jefe de su gobierno interino, Hamid Karzai, parece tener sólo dos prioridades: viajar por el mundo con la mano extendida y promover la construcción del gasoducto transafgano.

Karzai acordó con el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, el pasado 8 de febrero, incluir el tema del gasoducto en la agenda bilateral, como "un proyecto esencial y provechoso para la región entera".

Karzai también visitó el pasado 7 de marzo al presidente de Turkmenistán, Separmurad Niyazov, quien declaró a la prensa que, si sólo de ellos dependiera, comenzarían a tender el gasoducto sin demora.

Pronto, en lugar y fecha que se está definiendo en Kabul, Islamabad y Ashgabat, se hará pública una reunión de Karzai, Musharraf y Niyazov para discutir los detalles del gasoducto.

El jefe del gobierno interino afgano es finalmente sólo una pieza de una impresionante maquinaria que impulsa, desde la Casa Blanca, el propio presidente Bush. Ayudan en la tarea a Karzai, de manera ostensible, Christina Rocca, la secretaria asistente de Estado para Asia del sur, y Zalmay Khalilzad, representante especial de Bush para Afganistán, cuyos caminos paralelos vuelven a estar más cerca que nunca.

Al menos, Rocca y Khalilzad se mueven en una misma dirección, casualmente la que favorece el proyecto de Unocal de construir un gasoducto transafgano.

Los ejemplos sobran. Este es uno reciente: Rocca, acompañada del general Tommy Franks, responsable militar de la Operación Libertad Duradera, se reunió en Islamabad el pasado 19 de marzo con el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf.

Unas horas después, Musharraf recibió a Khalilzad, quien también se entrevistó por separado con el ministro paquistaní de Relaciones Exteriores, Abdul Sattar. La visita relámpago de Khalilzad -por la noche del mismo día regresó a Kabul- marca pauta de la función de cabildero que cumple y permite anticipar que será visitante asiduo en Pakistán y Turkmenistán.

Pero todavía, empezando porque no se ha alcanzado un entendimiento sobre los beneficios concretos de las partes, queda mucho por negociar para sacar adelante el gasoducto transafgano.

Asimismo, todo puede complicarse en extremo o incluso venirse abajo, en caso de que Hamid Karzai, como ex consultor y hombre de confianza de Unocal, tenga que abandonar el poder y se desate una nueva guerra civil entre las distintas facciones afganas. Como evolucionan las cosas, no hay ninguna garantía al respecto.

En ese supuesto, lo único que puede darse por seguro es que, tarde o temprano, Unocal iniciaría un tercer intento de concentrar en sus manos la riqueza energética de Asia central.

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