Robert Fisk
Propaganda fantasiosa en Medio Oriente
La verdad debe ser protegida por "una guardia de mentiras",
reza una frase tristemente célebre de Winston Churchill. Pero ni
aun Churchill, que alguna vez describió la Palestina anterior a
1948 como "un desastre infernal", habría imaginado el engaño,
la deshonestidad y la pura y simple fantasía de la actual propaganda
de guerra en Medio Oriente.
El conflicto actual, ¿es una "guerra contra el
terror" o una lucha contra el sionismo? Quien no conozca el precio de tratar
de responder a esa pregunta no tendrá más que referirse a
un documento publicado recientemente por el ministerio israelí de
Asuntos Exteriores, que plantea el tema: "¿Es el antisionismo diferente
del antisemitismo?"
He
aquí parte de la respuesta: "Así como el antisemitismo niega
a los judíos sus derechos como individuos en la sociedad, el antisionismo
ataca a los judíos como nación... no es coincidencia que
las recientes censuras a Israel en foros internacionales y en medios de
comunicación vengan acompañadas de un considerable incremento
en incidentes antisemitas..."
El mensaje, por supuesto, es simple: criticar a Israel
conlleva el riesgo de ser acusado de racismo, y es mejor mantenerse en
la línea de que Tel Aviv ha emprendido una "guerra contra el terror"
y no una invasión para reocupar a un pueblo sometido.
Como de costumbre, los israelíes están ganando
inicialmente la guerra de propaganda. La campaña maligna de los
bombarderos suicidas palestinos y la elocuencia de al menos algunos de
los voceros israelíes aplasta fácilmente los esfuerzos de
un pueblo colonizado y ocupado, cuyo corrupto dirigente, Yasser Arafat,
designa a sus comparsas como jefes de prensa, hombres que a menudo carecen
de instrucción y no saben hacerse entender en inglés. Marwan
Kanafani, portavoz de Arafat en Gaza, habla buen inglés, pero se
oye como vendedor de autos usados. El representante de la Autoridad Nacional
Palestina (ANP) en Naciones Unidas vocifera y desvaría como extremista
nazarita. Mustafá Barghouti, de quien noes seguro que se encuentre
en la lista más reciente de los "más buscados" por Tel Aviv,
afirmó ayer que la reocupación israelí de ciudades
palestinas es "el peor crimen del siglo XXI". Las invasiones han sido despiadadas
y brutales, pero por lo menos cierto incidente ocurrido en Estados Unidos
en otoño del año pasado sugiere que tal aseveración
es ridícula.
Los israelíes presentan voceros que parecen calculados
para causar buen efecto en el auditorio estadunidense. En Estados Unidos,
Ranaan Gissin y Dore Gold dan una impresión de figuras fuertes e
implacables; en Europa, en cambio, el primero parece un taxista neoyorquino,
y el segundo, un sepulturero. La aparición de Gissin en la BBC de
Londres, a principios de este año, tratando de convencer al mundo
de que Ariel Sharon ya ha "pagado el precio" por su responsabilidad personal
en la matanza de Sabra y Chatila resultó definitivamente repugnante.
Fue mucho mejor la actuación pública de Uri Dromi, antes
vocero de Yitzhak Rabin y alguna vez piloto de aviones C 130 de la fuerza
aérea israelí, que tenía imagen de hombre considerado
e inteligente, a veces preocupado, que creía en el Estado de Israel
pero reconocía sus fallas.
La rutina de "policía bueno/policía malo"
que escenifican Sharon y Shimon Peres sirve también a un propósito
en el mundo exterior. Si Sharon parece sospechoso -en particular por su
estremecedor papel en Sabra y Chatila-, el laborista Peres, ganador, y
ojalá lo olvidemos pronto, del Premio Nobel de la Paz junto con
Arafat, confiere un rostro humano al muy extremista gobierno israelí
actual. Peres encarna a ese gobierno israelí amigable, humanista
y honorable en el que el mundo quiere creer. Los periodistas que le plantean
preguntas a modo ?es decir, casi todos? tienen que olvidar que fue
él quien lanzó la operación Viñas de la
ira, la cual condujo a la matanza de 108 civiles libaneses en un campamento
de Naciones Unidas en Qana, en 1996. El gobierno al cual sirve Peres hoy
es el mismo, a final de cuentas, que levanta en tierra árabe colonias
ilegales exclusivas para judíos a mayor velocidad que nunca, que
destruye los símbolos físicos de los acuerdos de Oslo y reocupa
la franja occidental. Si Peres se opusiera con vehemencia a estas políticas
inhumanas, abandonaría el gobierno de Sharon. Pero no lo hace.
En
el conflicto actual, el uso por el ejército israelí de la
llamada "zona militar cerrada" -que proscribe a los periodistas de todo
distrito donde sus soldados cometen atropellos y asesinan inocentes- ha
disuadido a muchos reporteros de adentrarse en las ciudades palestinas
recién ocupadas. De esta manera, Israel puede alardear del profesionalismo
y alto sentido moral de sus soldados -que supuestamente arriesgan la vida
para proteger a inocentes-, mientras castiga a periodistas que transgreden
las normas militares para dar su testimonio presencial de la indisciplina
y las matanzas sin freno que cometen esos soldados. Los cuerpos en descomposición
en las calles de Belén y Ramallah son calificados de propaganda
palestina, puesto que pocos periodistas pueden verlos con sus propios ojos.
Por tanto, la falsa noticia de un sacerdote católico
asesinado el jueves en Belén fue condenada por un vocero israelí
como mentira palestina, pese a que el informe inexacto fue divulgado originalmente
por una agencia de la Iglesia católica y difundido por radiodifusoras
tanto israelíes como palestinas. En su más reciente búnker-prisión,
Yasser Arafat se enfurece con los reporteros que hacen preguntas sobre
los bombarderos suicidas, como si fuera indecente mencionar la matanza
de israelíes y el papel que en ella ha tenido la Brigada de los
Mártires de Al-Aqsa, satélite del propio movimiento Fatah,
de Arafat.
Mucho más culpable es la prensa israelí
-en general tan valerosa en denunciar el papel de su gobierno en las atrocidades-,
que en su mayoría ha dejado a sus lectores en la ignorancia del
sufrimiento palestino. En la edición del jueves de Haaretz,
Aviv Lavie señaló que los periodistas de su país han
"dejado de recabar datos y hacer preguntas y se han puesto a sonar los
tambores de guerra: ayer, Amnon Danker, director de Maariv, publicó
en primera plana un artículo que hablaba de aplastar, matar, pisotear,
destruir; es tiempo de decir adiós, al menos por el momento, a la
prensa libre".
Ese mismo día, el Jerusalem Post publicó
una plana entera de fotografías tamaño pasaporte de más
de 60 hombres, mujeres y niños israelíes asesinados por bombarderos
suicidas palestinos en el mes anterior. Era una plana de recordación
y luto. Eso sí, el diario no tiene pensado publicar una plana similar
con las fotografías de palestinos inocentes asesinados por las supuestas
fuerzas "de elite" del ejército israelí.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya