Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 4 de abril de 2002
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Política

Sergio Zermeño

Retrato de familia

Hace veinte días celebraron elecciones en el PRD para renovar a su dirigencia y aún no tenemos, ni de lejos, resultados oficiales al respecto. Hubo actitudes "porriles y de pandillerismo", acepta Jesús Zambrano, su secretario general; hubo igualmente un padrón severamente rasurado; en Hidalgo el robo de paquetería electoral deslegitimó por completo los comicios; una de cada tres casillas no fue instalada, lo que podría anular las elecciones en los estados de México, Veracruz, Tamaulipas, Querétaro, Puebla y Michoacán, así como en las delegaciones de Tlalpan e Iztapalapa en el Distrito Federal; se instalaron casillas en domicilios no acreditados y en muchos casos con autoridades distintas a las elegidas; y el PRD-DF se declara en rebeldía frente a la dirección nacional hasta que no sea limpiado el "monstruoso fraude". Para financiar a este partido y sus procesos electorales, el Instituto Federal Electoral canalizó este año 228 millones de pesos.

En el otro extremo, el PAN, con sólo reunir 250 militantes que representaron al resto, sin gritos ni sombrerazos eligió a su nueva dirigencia hace un mes. Las teorías del tránsito a la democracia argumentarían que estamos simplemente ante dos manifestaciones en el proceso de fortalecimiento de las instituciones políticas, en las cuales, sea como sea, hay que seguir invirtiendo; sin embargo, ese enfoque hace perder lo fundamental: optando por un proceso cúpula, el PAN pretende ser un partido moderno al relacionarse con sus electores a través de los medios de comunicación, particularmente los electrónicos. El ejemplo extremo sería Estados Unidos, donde todas las formas de trabajo e involucramiento de los miembros de los partidos con las comunidades han desaparecido prácticamente, de acuerdo con datos de Robert Putnam (Bowling Alone), mientras las sumas invertidas en los medios electrónicos por cada votante crecen de manera alarmante y exponencial. El asunto es que el PAN quedó fascinado y sigue fascinado por la forma en que Vicente Fox ganó las elecciones y consideró que su época había llegado, y había llegado para quedarse.

Muy diferente a esta imagen, el PRD es un partido de enraizamiento social que en esa misma medida se ha mostrado como un partido antimoderno o, digamos mejor, un partido más acorde con la desmodernización del país. Es un partido que ha sabido correr a los intelectuales y a las grandes figuras de la cultura, que ha sabido constituirse en pandillas muy prácticas en los tiempos que corren, pandillas que dicen representar colectividades territorializadas, pero cuyos dirigentes no trabajan para el desarrollo de esas colectividades (no son misioneros), sino que muy pronto se desprenden de los compromisos asociados a esos barrios y colonias para buscar la curul, la influencia y ascender en alianzas cambiantes de acuerdo con un fino olfato que sabe rastrear la correlación de fuerzas en momentos o situaciones determinadas.

Desde esa perspectiva el PRD representa mejor al país y no se ve cómo el PAN podrá competir satisfactoriamente en las elecciones de 2003, a menos que acepte su rol en el juego e invierta tajadas inmensas del erario en la modelación cibernética de sus candidatos y en programas sociales electoreros como los diseñados por Josefina Vázquez Mota (aunque para que funcionen se necesita la imaginación de Salinas y el oportunismo de los maoístas).

Al PRD le urge, entonces, una dirigencia que sepa reconocer los rasgos monstruosos del animal que es, así como la fuerza para evitar que las pandillas se maten entre sí y que el clientelismo expulse a la inteligencia. Cuauhtémoc navegó; no lo logró ni lo entendió. Se dice que Rosario es más de lo mismo, pero en política eso no es necesariamente cierto.

Frente a los dos escenarios anteriores, el PRI resulta un partido viejo: ni jala para un lado, porque no se enraíza, ni jala para el otro, porque no se moderniza; sigue imperando el estereotipo de caudillos solemnes y no el de las pandillas o la federación de pandillas que el PRD maneja tan bien, tan posmodernamente, en realidad, con una desmodernidad tan desfachatada.

Señoritos, caciques, caudillos, pandillas: Ƒquién representará mejor su papel hacia la segunda mitad del sexenio? Mientras tanto, lo cierto es que del fortalecimiento de los ciudadanos nadie se acuerda.

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