Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 22 de marzo de 2002
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Cultura
Rainey, el asesino, publicado por Era, es el libro más reciente del escritor

Héctor Manjarrez prefiere la concisión

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Una mañana Héctor Manjarrez (DF, 1945) despertó con una frase en la cabeza: ''A las 10:34 am, el rubicundo y esbelto sir John Rainey llegó en primera clase a King's Cross Station".

hector_manjarrez_jc3Manjarrez no recordaba el sueño en que le surgió pero la apuntó y se preguntó ''¿Quién es este cuate?" Entonces la imaginación del escritor se puso a trabajar y a la frase de su sueño agregó: ''Para quienes no conozcan las islas británicas, será útil señalar que, como buena parte de la aristocracia hereditaria nativa, sir John era un imbécil y un fatuo". Así nació su libro más reciente, Rainey, el asesino (Era).

Luego de decidir que sir John Rainey era un imbécil y un fatuo, Manjarrez lo hace desaparecer para que sea buscado por la policía y los periodistas. Y teje una historia con dos escenarios: Londres y Buenos Aires: ''Imaginé que era un inglés, alguien que había estado en la guerra de las Malvinas, contra el cual un grupo de personas quiere efectuar una venganza".

En lo formal y en lo literario Manjarrez se impuso dos modelos: Arthur Conan Doyle y Jorge Luis Borges. El reto fue inmenso. En lo formal la cuestión era dar vida literaria a un grupo de personajes de pronto inmersos en un destino inapelable que ''tiene mucho que ver con cómo se cruzan las líneas de la vida, de la política y de la guerra", pero en una suerte de thriller o novela negra. El reto formal ?con Borges como ejemplo? consistió en decir lo más posible con el menor número posible de palabras. El libro tiene 87 páginas.

Pasión por la forma corta

''No tengo nada en contra de las novelas largas, pero sí tengo una pasión muy asumida por la forma corta. y por eso hay un poco de homenaje a Borges. Me gusta esa concisión. No digo que sea mejor escribir breve ni muchísimo menos. Me gusta particularmente ésa, pero ser breve es endemoniadamente difícil", aclara Manjarrez.

Rainey, el asesino también funciona como homenaje a esa forma de narrar ''en que las coincidencias importan, pues lo ocurrido en un lugar afecta a personas que están en otro sitio, como en El jardín de los senderos que se bifurcan". Además de Conan Doyle y Borges, hay otros homenajeados en el libro de Manjarrez: Robert Louis Stevenson y Adolfo Bioy Casares. Del primero hay una alusión literaria y literal al desdoblamiento a la gradual pero profunda transformación de una personalidad (como ocurre en El Dr. Jekyll y Mr. Hyde). Más que un estilo literario, de Bioy Casares retoma la visión aristocrática de la vida y se la otorga a uno de los personajes: ''Pertenecía a una clase sumamente holgada que lo que se preguntaba era en qué caballo iba a cabalgar ese día, si iba a tomar el té en el Jockey Club o con qué mujer iba a andar".

Manjarrez ha escrito novelas como Pasaban en silencio nuestros dioses y El otro amor de su vida; cuentos como No todos los hombres son románticos, y el poemario Canciones para los que se han separado.

?¿Qué representa su nuevo libro?

?No tengo la más remota idea. Sólo sé que cada libro que escribo trato de que sea diferente. Esto implica escribir otro tipo de historia, con otra óptica y otro estilo. Supongo que lo conseguí y supongo que hay algo de Manjarrez que nunca se les quita a los libros de Manjarrez.

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