Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 12 de marzo de 2002
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Sociedad y Justicia

EDUCACION SUPERIOR

Cancelar la educación "popular" y reducir matrícula, en la base del cambio

Una reforma académica de excelencia marca el cambio radical de la UdeG

La buena relación con intelectuales, parte del caudal de la directiva de la Universidad de Guadalajara

MIREYA CUELLAR Y CAYETANO FRIAS ENVIADA Y CORRESPONSAL

Guadalajara, Jal., 11 de marzo. En una zona arbolada del Centro Universitario de Ciencias Económico-Administrativas (CUCEA) los estudiantes pasan horas conectados a la red. Sólo tienen que presentar su credencial y reciben una computadora portátil que pueden usar en las mesas del prado especialmente adaptadas. El ciberjardín del campus Los Belenes es el orgullo de la modernización académica de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Una modernización basada en la "excelencia académica", que se inició en los años 90 y enterró viejos conceptos de educación "popular", redujo la matrícula y tiene como prioridad vincular a la institución con el sector productivo, auspiciando la colaboración con la iniciativa privada y creando carreras "empresariales".

Además, cerró los dos bachilleratos para trabajadores (nocturnos) que tenía y el Centro de Desarrollo de la Comunidad, que coordinaba el trabajo que desarrollaban los preparatorianos en las zonas marginadas. Hasta antes de la reforma, los estudiantes dedicaban tres días a su formación académica y uno a labores sociales y clases de "marxismo".

Una universidad que históricamente se había definido "socialista" (en 1973 recibió al presidente chileno Salvador Allende) dio un giro de 180 grados en tan sólo 10 años: se colocó la sede local de la biblioteca Benjamin Franklin, financiada por Estados Unidos etrinidad_padilla_998 inaugurada el año pasado por el embajador Jeffrey Davidow, frente al ciberjardín, y se abrieron las puertas del Paraninfo al cardenal Juan Sandoval Iñiguez, además de que se nombró presidente de la fundación universitaria a Adolph Horn Steven, que representa a la comunidad empresarial estadunidense en Guadalajara.

Es parte del saldo de una reforma ofrecida por Raúl Padilla cuando asumió como rector, y concretada con una nueva Ley Orgánica decretada en enero de 1994, cuando también obtuvo la autonomía.

La UdeG y su grupo dirigente de los años noventa entró en perfecta sincronía con los cambios que impulsó el gobierno del presidente Carlos Salinas en educación superior. De sus mil cien investigadores, 177 están en el Sistema Nacional de Investigadores -es la tercera universidad del país con el mayor número- y tiene 27 programas de posgrado en el padrón de excelencia del Conacyt -la institución estatal que cuenta también con el mayor número-, entre otras prendas académicas.

Paralelamente, la universidad se convirtió en faro de cultura y una fuente de recursos para la actividad intelectual. La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara -la más importante de América en venta de libros en español-; la Muestra de Cine Mexicano y la cátedra Julio Cortázar son algunos ejemplos. Además se abrieron espacios en la estructura de la institución a creadores como Fernando del Paso o Emilio García Riera y al recientemente fallecido Juan José Arreola.

La reforma académica es el eje de la legitimidad política de "la coalición aglutinada alrededor de la figura de Raúl Padilla", define el investigador Adrián Acosta. Otros analistas suman a la reforma las buenas relaciones que el grupo ha tejido con un sector de la vida intelectual del país, que constantemente ofrece conferencias o participa en las actividades financiadas por la institución.

"Dominio político muy fuerte"

Esta coalición, como todas -apunta Acosta- "tiende a reproducirse y a generar redes de dominio y control que permiten soportar no solamente la reforma, sino los intereses políticos del grupo". Miembro de la elite de investigadores de la UdeG, Acosta es estudioso de los procesos de cambio producidos recientemente en varias universidades del país.

"La coalición de Raúl Padilla jugó con la visión política del control universitario, como tradicionalmente había hecho el grupo comandado por Alvaro Ramírez Ladewig, pero la carta que usó con habilidad fue la de la reforma académica. Con ella ganó legitimidad y consensuó ante una amplia mayoría de profesores e investigadores que no éramos parte de esto. Me incluyo, porque yo no simpatizaba con los métodos tradicionales, caciquiles, de la FEG."

Adrián Acosta rechaza hacer un juicio de valor sobre lo ocurrido en la universidad los años anteriores; "puedo hacer un juicio de hechos, y esta coalición es la que ha permitido, entre otras cosas, la profesionalización del personal académico; hoy se puede vivir de ser investigador, hay estímulos, centros de investigación, posibilidades de publicación.... Hace 10 años no conocíamos una computadora, ya no digamos un ciberjardín. No digo que sea gracias a Raúl, sino a los procesos que se han desarrollado con una lógica en la que él genera un dominio político muy fuerte, pero también permite el desarrollo de otros".

La universidad "había estado dominada por el sanedrín -integrado por los ex rectores y ex dirigentes de la FEG en torno a los hermanos Ramírez Ladewig-, y la rebelión en el seno del mismo grupo la encabezó Raúl. El fue parte de ese grupo y desertó. Es una historia de familia fascinante: cómo se juntan, cómo conviven, cómo Raúl y parte de su grupo crece en esa familia y cómo rompe... Es la historia de un conflicto durísimo que terminó con un realineamiento de la coalición (que gobierna) y una reforma académica".

Méritos académicos del rector José Trinidad Padilla López

Es una "caricatura" pensar que toda designación de puesto o proyecto importantes en la universidad tiene que negociarse con el ex rector. Tampoco digo, agrega Acosta, "que esta universidad sea el paraíso político, hay tensiones y conflictos, pero hay otros códigos para resolver los problemas. Por ejemplo, ya no basta ser licenciado, hay que tener una maestría o doctorado... Los diplomas académicos se están asociando a la búsqueda o al logro de puestos de dirección. Ya no basta la lealtad pura y dura, hay que revestirla. Los códigos de la política universitaria se han vuelto más complejos".

Esta tesis de Adrián Acosta, defendida por varios miembros del grupo, se tambalea cuando se les interroga sobre los méritos académicos de José Trinidad Padilla López, hermano de Raúl, para llegar a la rectoría.

"En este caso -reconoce Acosta- hay una historia, por supuesto personal, que implica entender el peso político de Raúl, pero cuando uno mira el resto de las designaciones y otras decisiones... encuentra equilibrios políticos. Creo que el propio Trino lo ha dicho; tal vez sea la última generación que se maneje con esos códigos. Quiero pensar bien, y si eso es cierto, revela que él reconoce (el rector actual) que esta decisión fue mucho más compleja y ya no puede responder a los viejos códigos de lealtades puras y duras."

El dirigente de los académicos, Enrique Solórzano, no quiere hablar de los procesos personales que sufrieron quienes pertenecían o se movían en los ámbitos del sanedrín -él mismo fue un tiempo fiel a Alvaro Ramírez y después de una beca en España, promovida por el grupo de Padilla, se reincorporó a la universidad con otra posición: "Todo ha tenido sus momentos y sus tiempos", dice.

En el discurso, para él no hubo ruptura; "son los mismos nombres, no ha habido grandes cambios, te lo digo honestamente, yo que conozco a los hombres y los nombres de la universidad. Son prácticamente los mismos, aunque también se ha dado un reclutamiento generacional".

Desideologización y técnicos en historia

El saldo de la reforma académica "ha sido positivo", porque "fuimos inducidos a la profesionalización" y es acorde con "una sociedad cada vez más tecnologizada, en la que el conocimiento científico es el que prevalece como divisa para el pago".

-ƑY la vieja ideología de la universidad?

-Hay un proceso de desideologización de la sociedad, no es privativo de la UdeG, ni siquiera de las universidades del país... es parte de un proceso de globalización.

Servando Jiménez de la Torre, investigador del Departamento de Sociología, ve la reforma académica desde otro ángulo. "Los nuevos planes de estudio -el de historia, por ejemplo-, sólo están preparando a los muchachos para ir a buscar y acumular datos, pero no tienen herramientas teóricas para interpretarlos. Se estructuró pensando en formar una especie de técnicos en historia, de tal manera que si los chavos ya no pueden terminar sus estudios salgan a trabajar en archivos o hemerotecas."

Como muchos otros investigadores que pidieron no ser mencionados, también pone en tela de juicio la tesis de que ahora, en la universidad, lo más importante es lo académico. No niega el revestimiento que el nuevo grupo ha dado a la institución, pero vive realidades muy concretas: el coordinador de la carrera de sociología es un ingeniero ligado al grupo de Padilla, quien se defiende argumentando que "hizo una maestría en enseñanza de las matemáticas, y la enseñanza es una ciencia social, como la sociología".

Si bien se han abierto espacios académicos de discusión, de avance en algunas de las tareas sustantivas de la UdeG, apunta, "para la mayoría de los académicos nos sigue quedando claro que la reforma académica (se cambió la estructura de facultades por centros y departamentos, además se modificaron los planes de estudio) fue la nueva modalidad para seguir ejerciendo, pero desde otras necesidades e intereses políticos, en este caso de una persona en particular, el control sobre la universidad y los universitarios".

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