Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 5 de marzo de 2002
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Economía

Ugo Pipitone

Un debate europeo

La Convención sobre el Futuro de Europa quedó formalmente instalada el jueves pasado y tendrá dos años para diseñar la arquitectura constitucional de una región que se acerca a pasar de 15 a 25 miembros. Europa paga el costo de su ambición: la expansión impone nuevas reglas, reasignación de pesos específicos nacionales y de competencias a diferentes niveles de poder europeo-nacional-local.

Los 105 miembros de la convención enfrentan una tarea descomunal: empalmar los tiempos políticos del presente con lo mejor del futuro deseable. Mientras tanto comienzan a delinear sus posiciones dos grandes ejércitos: uno, que quiere una Europa de las naciones, y el otro, que quiere avanzar hacia una estructura federalista con poderes europeos más fuertes con el consiguiente retroceso de las soberanías nacionales.

Veamos los puntos fuertes y los débiles de estas dos armadas que van delineando sus fuerzas y posiciones. La idea de una Europa de las naciones tiene una dificultad insuperable: no se entiende cómo una asamblea de 25 jefes de gobiernos nacionales pudiera asegurar un gobierno real conjunto. A menos de aceptar estas dos consecuencias: 1. que Europa se convierta en una reunión de clanes nacionales en que gobernabilidad y parálisis operativa podrían volverse sinónimos, y 2. que los países pequeños acepten un mayor poder de los grandes como requisito de gobernabilidad frente a una excesiva dispersión de individualidades nacionales. Sin embargo, esta visión tiene una virtud: corresponde a los tiempos; tranquiliza todo mundo y confirma, en un nuevo contexto institucional, el nivel alcanzado hasta hoy en términos de integración y distribución de poderes en Europa.

Por otra parte está el ejército de los federalistas cuyo principal punto fuerte es la conciencia de que integración significa construcción de una identidad más amplia respecto a la nación y que esa nueva identidad requiere una voz propia y mayor poder, independiente de los Estados nacionales. La concentración hacia arriba supone, al mismo tiempo, debilitamiento de los gobiernos nacionales y fortalecimiento de la democracia local. Y aquí, a diferencia del ejército Europa-de-las-naciones, se reconoce lo esencial: Europa no puede ser el clan formado por tribus nacionales que conservan sus poderes; o será algo más o correrá el riesgo de no ser.

ƑCuál es el flanco débil del ejército Europa-federal? Es el defecto de una virtud: se anticipa a los tiempos. Se pide a franceses, checos, portugueses, etcétera, comenzar a dejar de serlo, lo que, quizá, aún no corresponde a una conciencia regional difundida. Un vanguardismo en cierta medida inevitable y un reto fascinante pero, inevitablemente, peligroso si se desbarrancara en un utopismo sin el necesario consenso social.

En la perspectiva de la actualidad muchas más razones parecen asistir al ejército Europa-federal que al contrario. Pero eso no significa que haya ahí una condensación de verdad independiente de los tiempos. Tener la razón no es suficiente cuando se hace política. En la humilde opinión de este observador, lo mejor que pudiera salir de los trabajos de la convención sería el diseño de una arquitectura flexible capaz de establecer un rumbo de sucesivas aproximaciones hacia una Europa federal. Una aplastante victoria federalista en la convención correría el riesgo de estirar demasiado la cuerda entre el presente y el futuro. Pero, si ganara la conservación neonacionalista, el futuro quedaría ahogado en un presente, además, insostenible.

Las naciones europeas nacieron reduciendo drásticamente los poderes de sus antiguas y orgullosas ciudades comerciales. Creer que Europa pueda ir hacia sí misma sin debilitar ulteriormente el Estado nacional, es una forma de incomprensión del pasado y de temor hacia el futuro.

Sujetos y circunstancias son otros, pero es inevitable pensar en la Convención de Filadelfia de hace dos siglos. Allá también el problema fue el de las formas del federalismo. De allá salieron los Estados Unidos de América. Ahora podría ser el turno de los Estados Unidos de Europa.

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