Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 2 de marzo de 2002
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Espectáculos

MELON

El son de coraza

Luis Angel Silva

ME PARECE MUY poca la duración de la Feria del Libro del Palacio de Minería, a pesar de mi quiebra inminente. Como todos los años me dirigí de inmediato al stand de Cuba. Allí compré, entre varios libros, El punto cubano, de María Teresa Linares, eminente musicóloga isleña; Panorama de la música popular cubana, selección y prólogo de Radamés Giro, así como Nosotros y el bolero, de Alicia Valdés. Los tres son de verdad interesantes y sobre todo, amenos.

EN UNO DE los libros aparece un comentario de César Miguel Rondón que termina con un "inclusive México", expresión que comprueba el desconocimiento de lo que se ha hecho aquí con la música cubana. Tampoco los discos de Beny Moré salidos de Cuba distinguen a la orquesta gigante del bárbaro del ritmo, de la de Chucho Rodríguez, orquesta mexicana que fue llamada "la academia" por su calidad, y en la historia musical ocupa un lugar preponderante.

SI USTED, ENKOBIO lector, es poseedor de grabaciones de pescuezo (así le decían a Beny), escuche detenidamente Esta noche corazón y Sin razón ni justicia, números en los que Moré hace dueto con Tony Camargo, y Cinturita y Mi chiquita quiere guarachar (sic), con arreglos de Luis González Pérez, que son interpretaciones para gozar y bailar con el formato de cinco saxos, cuatro trompetas, un trombón y el complemento rítmico por supuesto del piano y contrabajo que después tomó Beny Moré para formar su Banda Gigante.

AUNQUE NO ME lo crean, así fue. Además, cosa lógica ya que la mayoría de los arreglos que la voz de oro de Cuba llevó a su patria fueron escritos por los orquestadores para esa dotación. También para su conocimiento pasa lo mismo con grabaciones donde el conjunto de Humberto Cané acompaña a Beny en números como Puntillita, Merengue pa' ti, Mi negrita rumbera, Hasta cuándo, donde hace alardes vocales increíbles, así como muchos números más que se grabaron en nuestro país, hasta llegar a Mucho corazón, a dúo con Lalo Montané, de Tlalixcoyan, Veracruz, mexicano ciento por ciento y, en mi concepto, un fuera de serie.

CREO QUE YA es tiempo de que el ámbito sonero internacional se entere de lo hecho por mexicanos, ya que aquí siempre se ha ignorado la calidad de los soneros autóctonos. Tengo muchos ejemplos para exponerlos, pero me viene a la memoria El Gordo Pablo Zamora Peregrino (RIP), conocido como Pablito, sobrino de Toña la Negra, bongocero excepcional y tresero de manigua (sic).

ADMIRADO POR MARIO Hernández y Luis Lija, dos treseros respetados y reconocidos en el ambiente y por el mismísimo Arsenio Rodríguez, El Gordo siempre está en el olvido. Salvo El Fonógrafo nadie se acuerda de las grabaciones del Trío Caribe con la trompeta de Manolo Osorno Buendía, otro fuera de serie que también se fue.

ESTE IMPROVISADOR GENIAL trompetista que integró grupos de verdadera valía, tampoco está en el recuerdo de Monchis. Los dos merecen un homenaje del SUTM, ya que pusieron en alto la calidad de los soneros mexicanos internacionalmente, dejaron escuela y la labor que desarrollaron a través de una larga trayectoria merece respeto y admiración, no sólo un recuerdo tomando café.

COMO ELLOS HAY muchos en el rincón del olvido, soneros que lucharon a brazo partido en los tiempos en que la incomprensión tenía relegado al son en el último tramo de la escalera.

OTRO QUE MERECE homenajes es Tony Camargo, radicado en Mérida sin oportunidades para ratificar su calidad, la cual afortunadamente quedó en sus grabaciones (por lo menos).

ME GUSTARIA QUE a todos los soneros de antier y ayer les fuera reconocida su trayectoria y la labor que hicieron en pro del son, pues fue muy arduo sostenerlo durante esos años difíciles, de los cuales afortunadamente sólo fui testigo casi al final y también testigo de varios levantones: el mambo, el chachachá y la salsa, así como el regreso del son con el "fenómeno" Buena Vista Social Club.

DE TODAS FORMAS mi reconocimiento a los soneros que formaron grupos de leyenda, que fueron parte de la hermandad sonera de los años cuarenta y sobre todo, a los luchadores en su mayoría ignorados, humildes, que no destacaron, pero tocaron el son de coraza (sic).

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