Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 2 de marzo de 2002
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Economía
Impulso a la fe protestante

La Habana, 1o. de marzo. Hacía mucho que Debra Brown no iba al templo evangelista de su barrio en Houston, Texas. Los asuntos con Dios los había postergado desde que comenzó a trabajar en Enron. A Martín Kay nunca lo subyugó la fe religiosa hasta que sus ahorros de cinco años se pulverizaron con el derrumbe de la firma energética el pasado 2 de diciembre.

Las iglesias protestantes de Houston, donde unas 7 mil 500 personas dependían de la compañía, parecen ser, aparte de los habilidosos ejecutivos de la magna empresa, las únicas beneficiadas con la quiebra del emporio.

Sus templos jamás vieron tal avalancha de feligreses desde la Segunda Guerra Mundial.

Esperanzas diluidas

Además de Brown y Kay, ahora devotos habituales, otras 4 mil 300 personas en Houston, sede de Enron, vieron diluirse sus esperanzas cuando la mayor compradora y vendedora de energía eléctrica y gas natural del mundo se deshizo en pedazos y con ella los fondos de salud y de retiro de sus trabajadores.

Lo que despunta como el mayor escándalo en Estados Unidos desde Watergate es la comidilla en Washington desde mucho antes del regreso de los congresistas al Capitolio, el 23 de enero pasado, luego de un mes de receso.

La noticia tocó primero a las puertas de la Casa Blanca, pero sus inquilinos insisten en que jamás recibieron a los jefes de Enron y mucho menos intercedieron para amortiguar el golpe imparable del conglomerado.

De ahí que insistan en que el affaire Enron es un escándalo corporativo que nada tiene que ver con la política.

PL

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