Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 17 de febrero de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Capital

Angeles González Gamio

Pionero de la arquitectura

En varias crónicas hemos comentado que uno de los aspectos fascinantes de la ciudad de México es que es posible leer su historia a través de la arquitectura, que suele ser el reflejo de la mentalidad y los valores de las distintas épocas. A partir de los años 20 del siglo XX, comienza a gestarse la arquitectura mexicana contemporánea, de la cual uno de los artífices fue Carlos Obregón Santacilia. Recientemente sus herederos donaron al Instituto Nacional de Bellas Artes su riquísimo acervo; fue el motivo desencadenante para publicar un hermoso libro, en homenaje al talentoso arquitecto, que fue uno de los primeros en romper con el lenguaje académico que imperaba en la Academia de San Carlos, donde se estudiaban las tres nobles artes: pintura, escultura y arquitectura, según se había establecido al crearla, en 1780.

Las líneas introductorias de Ignacio Toscano y de la arquitecta Sarita Topelson, y el excelente texto del arquitecto Víctor Jiménez, nos llevan al ambiente que se vivía en México tras la consolidación del movimiento revolucionario que se inició en 1910 y el surgimiento de un fuerte sentimiento nacionalista, al que contribuyó significativamente el libro Forjando patria-pro nacionalismo, que publicó Manuel Gamio en 1915 y nos explica cómo va a reflejarse aquél en distintos ámbitos: el arte, la literatura, la música y la arquitectura.

A lo largo de la obra vamos conociendo cómo el nacionalismo da lugar a una arquitectura que al principio intenta retomar, con poco éxito, la que se realizó durante el virreinato; resurgen el tezontle y la cantera labrada y se les agregan azulejos y tejas al por mayor. Los jóvenes arquitectos, que en sus comienzos construyen obras en ese estilo llamado neocolonial, al mismo tiempo se sumergen en las vanguardias europeas y descubren el movimiento moderno.

Aquí surge la gran pregunta: Ƒcómo hacer compatibles la tradición y la modernidad? Obregón Santacilia, tras un par de inevitables obras de juventud, neocoloniales: el Pabellón de México, para la Exposición Iberoamericana en Brasil, y el Centro Escolar Benito Juárez, comienza a desarrollar un estilo propio que conjuga materiales tradicionales, recupera formas e integra nuevos estilos y conceptos. Es uno de los primeros en aplicar el art-decó, incorporando ornamentos nacionalistas en volúmenes monolíticos de concreto.

El gran modelo de esta nueva propuesta es el magno edificio de la Secretaría de Salubridad, que construyó en 1926 en un predio ubicado en la entrada del Bosque de Chapultepec, en ese entonces una zona despoblada, lo que le permitió diseñar una construcción de grandes dimensiones, en la cual, como en la mayoría de sus obras, hay una rica integración con las artes plásticas. Los exteriores lucen esculturas y relieves de Manuel Centurión y Hans Pillig, y elementos metálicos de William Spratling. El interior está decorado con maravillosos vitrales y pinturas murales de Diego Rivera. Para éste, al igual que para otras edificaciones de importancia, diseñó también el mobiliario, en el más puro estilo art-decó, que actualmente podría estar en un museo del mueble.

Esta construcción, junto con el Banco de México, en la avenida 5 de Mayo, particularmente el interior, que fue totalmente obra suya, ya que el exterior sólo lo remodeló, son dos de las grandes muestras de ese estilo geométrico que tan bien se adaptó a las formas del arte prehispánico.

Lo anterior es una capsulita de la interesante información que nos brinda el libro, que como regalo extra está ilustrado con maravillosas fotografías antiguas de Guillermo Kahlo y Tina Modotti, y actuales de Jorge Pablo de Aguinaco. Se presenta el próximo martes 19 a las 19:30 en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Al concluir, lo más cómodo es quedarse en el restaurante del palacio a cenar una ensalada de nopales y un emparedado de queso gruyere y jamón serrano, con la consabida copa de vino tinto, y si no es muy ortodoxo lo puede acompañar con un Manhattan o un martini, que allí son incomparables. Para una merienda sencilla, en la avenida 5 de Mayo está el café de chinos El Popular, con su buen pan, café con leche en vaso y, si tiene suerte, le tocan natas para enaltecer su bizcocho.

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año