Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 7 de febrero de 2002
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Editorial
 
EUROPA Y EL SIMPLISMO ESTADUNIDENSE

SOLEl ministro francés del Exterior, Hubert Vedrine, formuló ayer una severa y justificada crítica a la política de Estados Unidos en Medio Oriente y a su visión "simplista" en la lucha contra el terrorismo, en lo que constituye la primera evidencia de una fractura en el frente occidental, formado luego de los atentados criminales --y hasta ahora inexplicados-- del 11 de septiembre.

El canciller francés destacó la incapacidad de Washington de percibir las razones profundas de la hostilidad antiestadunidense y antioccidental que persiste y se incrementa en numerosos puntos de Asia, Africa y América Latina --la pobreza y la injusticia-- y lamentó que el gobierno de George W. Bush se empecine en actuar de manera "unilateral y sin consultar a nadie", en clara referencia a los aliados europeos de Estados Unidos, y en lo que parece ser una reacción a los demenciales señalamientos formulados por el propio Bush la semana pasada, cuando se refirió a la existencia de un supuesto "eje del mal" formado, presuntamente, por Irak, Irán y Corea del Norte.

En otro sentido, el titular de la diplomacia francesa tomó distancia del respaldo ciego e incondicional del presidente estadunidense al belicoso gobierno israelí, que parece haber logrado su propósito de llevar los procesos de paz iniciados la década pasada entre Tel Aviv y los palestinos a un deterioro irremediable. Al respecto, Vedrine habló por su país y por los otros estados europeos, los cuales, dijo, "son unánimes en su rechazo a la política de la Casa Blanca en Medio Oriente".

Los señalamientos provenientes del Quai d'Orsay tienen una autoridad moral indudable, habida cuenta de que, pese a sus reservas y diferencias tradicionales sobre la política exterior de Estados Unidos, Francia se solidarizó plenamente con ese país tras los ataques de septiembre del año pasado, e incluso brindó facilidades logísticas a Washington para su devastadora incursión bélica contra Afganistán.

Independientemente de lo dicho ayer por Vedrine, el desatino y la manifiesta improcedencia de la reacción estadunidense a los atentados referidos fueron evidenciados ayer mismo nada menos que por el director general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, quien sostuvo en una comparecencia legislativa que la red Al Qaeda --señalada por Washington de haber perpetrado los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono-- prepara nuevos ataques contra "blancos en Estados Unidos y nuestros aliados en Europa, Medio Oriente, Africa y el sudeste de Asia".

Si las afirmaciones del jefe de la CIA fueran ciertas, resultaría obligado concluir que no sirvieron de nada los miles de millones de dólares invertidos por Estados Unidos en la destrucción de esa organización fundamentalista y del país que la acogía; que fueron vanos --también-- los esfuerzos, presiones y gestiones diplomáticas para alinear al mundo contra "el terrorismo internacional"; que los portentosos adelantos tecnológicos empleados en la persecución de Osama Bin Laden y sus secuaces son apenas algo más que juguetes carísimos e inservibles, y que los bombardeos contra Afganistán provocaron, en forma completamente inútil, miles de muertos, una vasta destrucción material y un enorme sufrimiento humano.
 

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