Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 7 de febrero de 2002
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Cultura

Olga Harmony

Murmullos

Varias han sido las adaptaciones para cine y teatro que se han hecho de Pedro Páramo, la novela de Juan Rulfo, que es una de las obras imprescindibles de la literatura en lengua castellana. Germán Castillo sostuvo por largo tiempo que la novela es eminentemente teatralizable sin adaptación ninguna y, como buen hombre de teatro, apostó por su idea en un escenario (que es el lugar en que las ideas de los teatristas prueban o no su eficacia). Para ello, conservó intactos los diálogos y, sobre todo, los planos temporales de la novela rulfiana hasta el fin de lo que se podría considerar la primera parte, que es cuando Juan Preciado descubre y acepta que es un muerto más entre los muertos. Luego hace cortes -en la parte en que la voz del narrador ya no es Juan ni Eduviges, ni siquiera ya Damiana, sino un narrador omnipresente, en uno de los giros del texto original- para mostrar la suerte de Comala desde la muerte de Susana San Juan hasta el asesinato de Pedro Páramo en manos de Abundio, sólo para no dejar huérfana de desenlace la escenificación.

Castillo usa las voces de todos los tiempos de la novela, a veces fuera de escena, casi siempre encarnadas por diferentes actores, e incluso emplea al principio a dos actores para Juan Preciado, dejando al segundo que aparece (Rodrigo Cervantes) todo el tiempo, mientras el primero hará también de Fulgor Sedano (Fidel Monroy). Dolores cruza varias veces el escenario para decir los consejos póstumos que le diera a Juan y también las descripciones de Comala, que en el texto aparecen en cursiva y que son recuerdos que acuden a Juan de lo dicho por su madre.

El director da soluciones de continuidad en todo el montaje, con lo que su aproximación al original es posiblemente la mayor que se haya visto en un escenario. Así, los dos burros que acompañan al principio a Abundio son dos actores vestidos como indios que cargan unas sillas que depositadas en el suelo se vuelven el ambiente de la casa de Eduviges. Y ante la mirada atenta, un tanto asombrada, de Juan, se desenvuelven las escenas de Pedro niño con Susana.

La escenografía del propio Germán Castillo -suya es también la iluminación- consiste en un pasillo liso, flanqueado por dos estrechos y bien delimitados pasillitos de piedra, con arcadas a ambos extremos y con público de los dos lados por donde salen y entran los actores. Esto permite que el alma en pena de Dolores, por ejemplo, deambule por los caminitos de piedra cada vez que dice uno de sus parlamentos, que es cuando su hijo la recuerda. Muy hermoso el momento en que Juan queda atrapado en un círculo de luz y Dolores derrama tierra a su alrededor, para significar el momento en que Juan acepta ser uno más de los muertos de Comala.

Muchos son los momentos de gran simbolismo, como ese final en que los personajes van acumulando objetos ante el equipal de Pedro Páramo y que, de ser cierto que la novela de Rulfo no es tan leída como todos suponemos, no requiere del espectador conocimientos previos. El manejo de la luz es otro elemento empleado por el director para subrayar escenas, como la del monólogo del padre Rentería, pero con todo acierto no es empleado para dar los cambios de tiempo que así quedan, también en el montaje, tan contaminados como lo son en la novela.

La propuesta de Germán Castillo es excelente, aunque algunas actuaciones no sean tan logradas. Sorprende que la experimentada Angeles Cruz (cuyo excelente desempeño en Palabras, con el mismo director, vimos recientemente) se muestre tan exagerada y externa en Eduviges y no matice diferencias de impostación para hacer también de Damiana y Dorotea, aunque sí establezca diferencias para la hermana incestuosa. También está un poco excesivo Rafael Pimentel como el padre Rentería y en general están mejor los actores jóvenes -aunque a Humberto Yáñez le falte fuerza para su Pedro Páramo- que los ya conocidos.

Parece mentira, pero no hubo programas. Parece ser que los que ya se habían impreso, con fotografías tomadas por Rulfo, fueron suspendidos a petición de la familia de éste por alguna razón de derechos de autor. Al final se nos ofreció una simple hoja con el reparto. Preguntando, pude rescatar el crédito de Pilar Boliver en vestuario, maquillaje y peinado, nada más. La escenificación aparece con el título de Murmullos y se añade: "Basada en Pedro Páramo, de Juan Rulfo", con lo que me imagino se solventan los demás derechos y pienso que el problema de los programas también pudo ser solventado aun sin usar las fotos de Rulfo.

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