Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 6 de febrero de 2002
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Economía

Alejandro Nadal

Envuelto en la bandera

El presidente Bush presentó al Congreso su proyecto de presupuesto para el año fiscal 2003. Este documento solía presentarse en una cubierta sobria, pero este año la vistosa portada a color aparenta envolver el presupuesto en una bandera estadunidense, enfatizando así el tema de la lucha por la defensa de la patria y contra el terrorismo.

También por primera vez, el texto viene acompañado de llamativas fotografías de las principales joyas del arsenal estadunidense. Es lo apropiado para un documento que solicita del Congreso aumentos en el gasto militar no considerados desde la época de Ronald Reagan y su lucha contra el Imperio del Mal.

En términos globales, el presupuesto federal para 2003 es de 2.3 billones de dólares, lo que representa un incremento de 3.7 por ciento con respecto al de este año.

El rubro más favorecido es el del gasto militar, que creció 14.5 por ciento. El incremento de 48 mil millones de dólares es el mayor en dicho renglón en dos décadas: pasa de 331 mil mdd en este año, a 379 mil mdd en 2003. Además, duplica el gasto dedicado a seguridad interna (contra el terrorismo) hasta alcanzar más de 37.7 mil mdd.

El presupuesto propone un aumento sostenido en el gasto militar hasta 2007. Ese año el componente de gasto militar alcanzaría la cifra de 451 mil mdd, monto comparable en términos reales con los niveles de hace 20 años.

El capítulo de defensa incluye un fondo de contingencias de 10 mil mdd para el caso de emergencias militares. Si se toma en cuenta que la campaña en Afganistán cuesta mil millones de dólares al mes, ese monto probablemente sería insuficiente en una campaña prolongada.

El gasto en investigación y desarrollo experimental (IDE) para la defensa crecerá más de 10 por ciento con respecto al presente año y alcanza el nivel de 54 mmdd, nivel casi sin precedente. Esto es grave porque el gasto en IDE militar, normalmente es preludio de un mayor gasto en equipo y material bélico en años ulteriores: amarra el gasto futuro porque las inversiones en IDE deben ser amortizadas. Un dólar invertido hoy en IDE, deberá convertirse en tres o cuatro dólares en pocos años, consolidando una tendencia a incrementar el gasto militar. Por eso las proyecciones de compras de equipo militar en este presupuesto pasan de 68 mil mdd en 2002 a más de 100 mil mdd en 2007.

Para compensar estos aumentos, serán recortados programas de obras de infraestructura (lo que se pensaba podría ser financiado con recursos liberados por el final de la guerra fría), hospitales (los recortes en este rubro alcanzan 9 mmdd), proyectos educativos y de mejoramiento del medio ambiente.

Por el lado de los ingresos, la administración planea recaudar mil 200 millones de dólares al subastar los derechos de perforación petrolera del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Artico, en Alaska. Pero el presupuesto mantiene la reducción de impuestos para corporaciones y personas en los estratos de mayores ingresos. Este será el principal componente del nuevo déficit fiscal estadunidense.

Así, la administración Bush lleva las finanzas públicas del superávit al déficit fiscal. El documento estima que en 2002 el déficit fiscal será 106 mil mdd, se reducirá a 80 mil mdd en 2003, y a 14 mil mdd en 2004. En 2005 se recuperaría una posición superavitaria en las cuentas fiscales. Eso es poco creíble.

Las cuentas del presupuesto se sustentan en tretas contables, subestimaciones de costos fiscales y supuestos poco realistas en lo que concierne a recaudación. Con este aumento en el gasto militar, la menor recaudación por la recesión y el paquete de reducciones de impuestos, el superávit fiscal (incluyendo el fondo de seguridad social proclamado como intocable por Bush), proyectado en 5.6 billones de dólares para los próximos diez años, se ha encogido a sólo un billón de dólares.

En los años ochenta, el gasto militar que hizo Reagan, junto con sus recortes de impuestos, generó un descomunal déficit fiscal que tardó 15 años en revertirse. El financiamiento de dicho déficit provocó fuertes alzas en las tasas de interés en los mercados internacionales. Esos aumentos, junto con la caída en los precios de petróleo, detonaron la gran crisis de la deuda (la llamada "década perdida") que tanto daño causó en los países subdesarrollados.

Esta primera década del siglo XXI, el impacto en las tasas de interés internacionales por el déficit fiscal estadunidense puede compararse con el de los ochenta. La crisis también será para los países endeudados.

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