Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de enero de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas

Editorial
1.html  
LA INJUSTICIA EN GUANTANAMO

SOLLa decisión de Estados Unidos de trasladar al enclave militar de Guantánamo --porción del territorio de Cuba retenida ilegalmente por Washington desde hace medio siglo-- a los prisioneros de guerra que hizo en Afganistán constituyó, desde un inicio, una provocación peligrosa.

Habida cuenta de que Guantánamo es un permanente foco de tensión entre los gobiernos estadunidense y cubano, rodeado de zonas minadas y nidos de ametralladoras, cualquier paso en falso o cualquier atentado que se produjera allí a raíz de la presencia de tales prisioneros podría involucrar a las autoridades de la isla en un conflicto tan difuso, nebuloso e impreciso como la guerra de George W. Bush contra el "terrorismo internacional".

Más allá de este desafío al sentido común, la circunstancia misma de los detenidos en Guantánamo resulta una afrenta a la legalidad internacional y a los instrumentos multilaterales en materia de reglas mínimas de los conflictos bélicos, empezando por la Convención de Ginebra.

De hecho, ninguna regulación y ninguna norma nacional o internacional justifica que los afganos --y los combatientes musulmanes de otras nacionalidades-- retenidos por Estados Unidos hayan sido enviados a Guantánamo ni que vayan a enfrentar remedos de juicios irregulares, amañados y excepcionales que contradicen incluso los preceptos constitucionales estadunidenses.

Washington aduce que no está obligado a respetar las normas de la Convención de Ginebra relativas al trato digno que debe darse a los prisioneros de guerra, porque lo ocurrido en Afganistán --es decir, la destrucción de lo que quedaba de esa nación centroasiática por la fuerza militar estadunidense y británica-- no fue antecedido por una declaración formal de guerra. El argumento es falaz, habida cuenta de que, en el virtual secuestro de esas personas, no se ha respetado tampoco ninguna suerte de legalidad civil.

Ante esta circunstancia, diversos organismos humanitarios estadunidenses e internacionales han señalado los abusos del gobierno de Washington para con los detenidos durante la operación de arrasamiento de Afganistán y han llamado a poner fin a las violaciones regulares de los derechos humanos que los soldados de Estados Unidos perpetran en la base de Guantánamo.

Cabe preguntarse si ante esta ilegalidad flagrante el secretario general de la ONU, Kofi Annan, recién laureado con el Premio Nobel de la Paz, será capaz de adoptar, así sea por una vez, una actitud digna y apegada al derecho internacional o si proseguirá la actitud de avestruz que asume cada ocasión que Washington infringe las reglas básicas de la convivencia internacional.
 

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año