Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de enero de 2002
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Espectáculos
09an1esp Ť Poner marbete a esta bebida es compararla con las destiladas, afirma Mark Hojel

La reforma fiscal refleja que los legisladores no conocen el proceso de producción del vino, critican empresarios

Ť "¿Por qué a la cerveza, que es fermentada, no se le impone?", pregunta Héctor Fernández

Ť No se ha tomado una determinación sobre un amparo; se buscan opciones: Luis A. Cetto

MARIANA NORANDI ESPECIAL

A casi tres semanas de ser aprobada la nueva reforma fiscal, cada día son más los sectores sociales y económicos que se muestran inconformes con los recientes cambios tributarios. Este es el caso de la industria vitivinícola. Si ésta nunca contó con el suficiente apoyo por parte de los gobernantes, ahora, y según los empresarios de este ramo, se le ponen más obstáculos para su desarrollo, lo cual refleja, dicen, un profundo desconocimiento de los legisladores respecto de los mecanismos productivos de esta industria.

Los vinos de mesa no han sido afectados por un incremento en el gravamen del IEPS (Impuesto Especial sobre Productos y Servicios), pues continúan pagando 25 por ciento de este impuesto, más el 15 por ciento de IVA, sobre el producto. Pero donde sí encuentran variaciones perjudiciales para su industria es en la intensificación de control de estos impuestos. Los productores afirman que sus críticas no radican en una intención de evasión tributaria, sino en el deseo de que las leyes fiscales se adecuen a la lógica de la industria.

Modificación descriptiva y de vigilancia

El primer cambio con el que se encuentran los vitivinicultores es que la reforma fiscal incluye una modificación descriptiva y de vigilancia sobre sus productos. Los vinos de mesa antes eran considerados y definidos por las leyes hacendarias como bebidas fermentadas, lo que significaba una separación fiscal respecto de las bebidas destiladas. Con esta nueva reforma se reclasifican los grupos de bebidas alcohólicas y se incluye a los vinos de mesa dentro de la misma categoría de bebidas destiladas. Eso implica la imposición de un marbete en el embotellado del producto, un cambio en el proceso productivo vinícola, un adelanto en el pago del impuesto y un mayor control administrativo.

vinedosMark Hojel, director general de Monte Xanic, explica: "El marbete es un distintivo que se coloca entre la botella y la etiqueta y sirve para controlar productos ilegales o que no pagan impuestos. El marbete estaba reservado para bebidas alcohólicas o bebidas importadas. Al asemejar ahora los vinos de mesa con bebidas destiladas, la ley dice que también nosotros tenemos que poner marbete al embotellar el producto. Los que han hecho esta ley no han estudiado mi industria porque me están comparando con un tequila o un ron, cuyo proceso productivo no tiene nada que ver con el de los vinos. Las bebidas destiladas son embotelladas, etiquetadas y marbetadas para su venta en dos o tres días. La industria del vino de mesa no funciona así. Mi producto, tras ser embotellado, permanece mínimo un año en añejamiento hasta ser etiquetado. Por lo que ahora tengo que marbetar, etiquetar y pagar el impuesto antes de que mi producto esté acabado y preparado para su venta. Por otro lado, esto también implica un desequilibrio presupuestario. Con esta nueva ley tengo que hacer inversiones anticipadas".

"No es lo mismo que el tequila"

Héctor Fernández, director de impuestos de la casa Pedro Domecq se pregunta: "¿por qué a la cerveza, que es otra bebida fermentada, no se le impone el marbete y al vino sí? Esta ley trata distinto a las bebidas fermentadas. Además el vino es un producto que es muy difícil adulterarlo, no es lo mismo que el tequila".

Luis Alberto Cetto, director general del grupo L.A. Cetto, comenta al respecto: "El marbete es un control visual que permite que el producto cumpla fiscalmente. En lo que son vinos de mesa no existe un mercado negro ni una industria paralela, por lo que no es necesario el marbete para este tipo de producto".

El marbete en los vinos supondrá para la industria vitivinícola un mayor control administrativo y, por consiguiente, un aumento de personal para llevar a cabo estos controles. El directivo de L.A. Cetto asevera: "La cantidad de controles que están poniendo a la industria nos obliga a incrementar el personal interno para llevar a cabo los reportes que esta ley establece".

Otro punto fiscal que ha suscitado controversia en la industria vitivinícola es la tabla de porcentajes que relaciona la graduación alcohólica de un vino con el pago de IEPS. Esta tabla afecta a algunos vinos, exactamente a los que tienen una graduación mayor a 13.5 grados G.L. Antes, cuando los vinos de mesa eran descritos por la ley como bebidas fermentadas, todos pagaban el 25 por ciento de ese impuesto especial. Ahora, al equipararlos legalmente con las bebidas destiladas, los vinos que poseen hasta 13.5 grados de alcohol pagan 25 por ciento de IEPS; los que tienen entre 13.5 y 20 grados pagan 30 por ciento y los que tienen más de 20 grados ?los destilados? pagan 60 por ciento de este impuesto. Los vitivinicultores afirman que un vino puede tener hasta con 15 grados de alcohol para ser considerado un vino de mesa, como es el caso de un oporto, por lo tanto, el actual baremo tributario no se ajusta a la realidad de la industria vitivinícola.

Mark Hojel comenta: "En este punto vemos que esta ley ha sido aprobada sin conocer nuestra industria. Alguien eligió la cifra del 13.5 sin realmente entender qué es el vino. El número lógico para diferenciar nuestro producto hubiera sido 15. Un vino puede variar entre 10 y 15 por ciento de alcohol. En nuestra industria es común tener un producto con 13.8 o 14 grados y sigue siendo vino de mesa".

En asesoría con especialistas

La industria vitivinícola estudia más a fondo la nueva reforma fiscal y busca las posibilidades que tiene para defender sus intereses. Luis Alberto Cetto manifiesta: "Nosotros como industria no hemos tomado todavía ninguna determinación sobre amparo. En estos momentos nos estamos acercando a especialistas en materia fiscal para ver qué opciones y recursos tenemos".

A pesar de que en los últimos años la industria y cultura del vino mexicano se ha ido expandiendo a nivel nacional e internacional, ha mejorado su calidad, aumentado su producción, diversificado sus productos y se ha involucrado cada vez más en el gusto del consumidor mexicano, este producto es contemplado por las autoridades gubernamentales y legislativas a través de un doble prisma: por un lado, el vino es asemejado fiscalmente a una bebida alcohólica como el tequila, pero por otro, no le dan la importancia industrial ni el interés económico que le otorgan a las bebidas destiladas.

Mark Hojel resume este tema con las siguientes palabras: "El negocio del vino de mesa no pinta para el gobierno. Nosotros podemos gritar que nos ayuden, pero como no es una industria importante, no le ponen atención. Finalmente acaba siendo un círculo vicioso porque, si no le ponen atención, nunca vamos a ser una industria importante, y viceversa. De momento, nosotros seguiremos con el objetivo de crecer y de continuar defendiendo nuestros intereses. Si en este momento esa defensa nos lleva a un amparo, entonces nos ampararemos".

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