Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de enero de 2002
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Política
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ASTILLERO

Julio Hernández López

NO CESAN LOS MILAGROS del indio de Cuautitlán: ni siquiera ha terminado su proceso de santificación -que teóricamente podría resultar adverso- y ya se prepara en México la gran fiesta de su arribo a los altares, con Papa incluido. Tan sobrenaturalmente descuidado resultó el anuncio de la quinta visita del Papa a esta tierra súbitamente productora de santos (antes de Juan Pablo II sólo había uno, Felipe de Jesús; ahora son 29, incluyendo al virtualmente aprobado Juan Diego y a 27 cristeros) que el mismísimo presidente emérito del Pontificio Consejo de Justicia y Paz del Vaticano, Roger Etchegaray, y el nuncio apostólico en México, Giuseppe Bertello, manifestaron ayer ante la prensa mexicana, con cuidado pero sin duda, divergencias respecto a la confirmación de la visita que, con su mero anuncio, finaliza toscamente el litigio santificador del hombre de la tilma fotográfica.

SABIDO ES EL oficio de encubrimientos y precauciones en que son entrenados los hombres de la elite de la Iglesia católica romana, de tal manera que nadie debe esperar en sus discordancias la reproducción de un debate entre Roberto Madrazo y Beatriz Paredes o Francisco Labastida. De hecho, a pesar de estar en México en visita preparatoria del viaje papal, de haber sido entrevistado por reporteros a las puertas de Los Pinos -a donde había ido a entrevistarse con el presidente Fox- y de conocerse ampliamente la versión vaticana de la quinta visita del pontífice polaco, Etchegaray trataba de combinar velos de misterio con guiños sugestivos. Con el nuncio Bertello de traductor, el cardenal Etchegaray eludía y revelaba al mismo tiempo: "Es la noticia que está llegando ahora, explotando ahora, es una gran noticia, en breve esta prevista visita. De Roma han dicho esto, por lo que sabemos Ƒno? (...) Naturalmente, el problema de esta visita es un problema que toca al gobierno y la Iglesia de México".

PALABRAS ANTE LAS cuales, de inmediato, el nuncio Bertello intervino para tratar de corregir: "Mire, señora -dijo a una reportera- hablar de confirmación me parece una palabra, a este estado, demasiado fuerte. Lo que sí puedo decir es que el Santo Padre está pensando en esta visita, pero estamos en un momento... no es que no se quiera decir, es que, como ustedes saben, el proceso de canonización de Juan Diego no está finalizado. Es necesario ver cómo se desarrolla esta última etapa". Ante una segunda insistencia de sus entrevistadores, el mismo nuncio afianzaría su postura precavida: "Una noticia oficial se da siempre después que se ha tomado una decisión definitiva. El proceso de (supónese que aquí iría "canonización", pero la palabra resultó inaudible o ininteligible para quienes la oían) Juan Diego no ha todavía terminado, ni sabemos cuándo el Santo Padre va a tener este consistorio. Por lo menos, yo aquí no lo sé. Si lo saben en Roma, mejor para ellos, pero yo no lo conozco, Ƒcomprende, señora? Este es el punto. Yo creo que también es cuestión de delicadeza, de respeto para este camino que, estamos seguros, todos tenemos confianza que termina no sólo bien... pero las fechas se fijan ahí..."

Y, EN ESE CRISTIANO duelo por el uso del micrófono y la fijación de puntos de vista ante reporteros, el cardenal Etchegaray volvió a pedir atención a "una palabrita" para agradecer a los chicos de la prensa lo bien que se portaron con él durante su visita pero, además, de paso, para volver al tema central: "En el cuadro, en el marco de esta gran noticia que ha llegado de la posible visita del Santo Padre, el cardenal quiere recordar que México es un gran país, y que merece todo el interés por parte no sólo de la comunidad internacional, pero sobre todo también de cómo la iglesia le da", tradujo el nuncio Bertello.

LOS ESFUERZOS DE contención del nuncio eran en realidad inútiles, pues sin la "delicadeza" y el "respeto" que éste pedía para un proceso "que no ha terminado", el vocero papal, Joaquín Navarro, había confirmado en Roma la visita de Juan Pablo II, que el diario Il Messaggero había adelantado el mismo día.

OTRO MILAGRO ESTA en lista de espera y sería de tipo cronológico. Según el Vaticano Juan Pablo II vendría a México luego de asistir, en Toronto, Canadá, a las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se realizarán del 25 al 28 de julio. Los Pinos, sin embargo, pretende que la espectacular visita se realice entre el 20 y el 25 de mayo, así es que, en un descuido, el virtual santo Juan Diego intercede, equitativo y sabio, para encontrar una fecha intermedia que, por ejemplo, incluyera el 2 de julio, dado que ese día no hay boda prevista en ninguna de las cabañas presidenciales ni mejor acontecimiento posible para celebrar cumpleaños, casorio y triunfo electoral del anfitrión al que, por lo demás, desde ahora puede augurársele la obtención de otro milagrito, el del repunte de su alicaída popularidad, postrado como puede prevérsele desde ahora en la Basílica de Guadalupe, bendecido directamente por Su Santidad, convertido en humilde pastorcito coadyuvante de las glorias del indio al que podrá recurrirse ahora sin necesidad de Cocopa espiritual alguna.

DESDE LA COCINA o la atención a las mesas de algún restaurante de Anaheim, California, mientras tanto, Juan José Barragán Silva, de 31 años de edad, podrá enterarse de las fiestas juandieguinas. El 3 de mayo de 1990 se lanzó desde 10 metros de altura, atosigado por alcohol, drogas y antidepresivos que había tomado. Las fracturas múltiples de cráneo que sufrió llevaron al doctor Homero Hernández Illescas, director médico del Sanatorio Durango, a diagnosticar la muerte inevitable, salvo algún milagro para cuya consecución se permitió recomendar la recurrencia al indio del Tepeyac, que en aquella fecha estaba apenas en la división de ascenso, es decir, en condición de beato. Doña Esperanza, la madre de Juan José, atendió la sugerencia del profesionista: una semana después, el desahuciado salió del hospital por su propio pie. De casualidad, el médico Hernández Illescas formaba parte del Centro de Estudios Guadalupanos que dirigía monseñor Enrique Salazar Salazar, copostulador de la causa de Juan Diego. Mientras duró el proceso esencial de canonización, Juan José tuvo trabajo en el propio centro y ayuda para estudiar. Cuando terminó esa fase, al milagrosamente salvado no le quedó nada, sino la sensación de que varios se habían beneficiado de su caso, menos él. Entonces se fue a la ciudad conurbada a Los Angeles (donde está uno de los parques Disney) a trabajar en algún restaurante, como un paisano más, desde donde tal vez tenga oportunidad de ver, en la televisión, entre platos por lavar o mesas por servir, la quinta visita papal a México.

ASTILLAS: DE MIL TONOS LE llegaron a este tecleador las correcciones a sus desvaríos cromáticos: Pantone, y no Pantene, se llama el código usado para identificar colores. Podría jugar el decolorado autor de estas líneas con el argumento de que quiso darle champú (Pantene) a la columna, tratando de que estuviera de pelos, pero prefiere aceptar que tuvo un error no de dedo, sino de neurona: Pantone, no Pantene, escribirá en diez hojas a renglón seguido... Pipas de Pemex estallando, policías federales en la Comisión Nacional del Agua, elogios a México del zar gringo antidrogas. šUff! Mejor nos encontramos aquí el próximo lunes, santificados por el descanso del fin de semana.

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