Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 14 de enero de 2002
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Espectáculos
16an1esp RUTA SONORA

¡Esquivel!

Patricia Peñaloza

"CUANDO EMPECE A grabar discos, en 1957, los críticos me decían: 'Juan, la música que haces no es para estos tiempos, sino para el futuro'. Entonces les contestaba: 'Bueno, pues si es así, esperaré a que el futuro llegue'. Han pasado 35 años y veo que lo que decían es verdad". Así se expresó el arreglista y compositor tamaulipeco Juan García Esquivel en la revista Ray Gun en 1997, respecto de su creciente revaloración internacional impulsada por el estadunidense Irwin Chusid. Tildado de futurista y pionero de la música pop espacial, bautizado como el rey de la Space Age Lounge Music (música de salón de la era espacial), Esquivel responde tajante en dicha entrevista: ¿Pensaba en el espacio cuando componía? "No". ¿Pensaba que su música era de vanguardia? "No". Y agregaba: "No entiendo por qué llaman a mi trabajo lounge music, si el lounge era música para esposas de vividores que apostaban en Las Vegas, quienes se aburrían, se enojaban y se iban, con sus maridos también enojados (con lo que se ve que no considera aburrida a su música). Mi idea no era hacer música exótica. Sólo quería hacer algo que nadie más hubiera hecho, experimentar con los sonidos. La música debe ser como un buen comediante: cuando dice cosas inesperadas y la gente le presta atención."

Amante de la buena vida


esquivel 1POSEEDOR DE UN extraordinario sentido del humor, coqueto, mujeriego y amante de la buena vida, Esquivel compuso, arregló y reconstruyó melodías con un nivel musical creativo y experimental que rebasa formulismos y etiquetas. Su inspiración partía del jazz orquestal a la Duke Ellington, pero mucho más de la vertiginosidad y alegría del swing de las grandes bandas de los años 30 y 40, y en particular de su ídolo único, Henri Mancini. Adorador también de Shostakovich y Johnny Williams, aportó musicalidades sorprendentes para su época, no sólo por emplear instrumentos inusuales, sino por la manera en que disponía de ellos. Esquivel se graduó de ingeniero electrónico y usó sus conocimientos para saber qué micrófono usar en cada instrumento y sacar mayor provecho a cada uno; sabía con qué clima el sonido se expandía mejor: con humedad y clima seco se entorpecía, pero con el frío se tornaba más suave, por lo que llegaba a cambiar la estructura de los estudios, colocando cortinas, espejos. Fue precursor del sonido estereofónico: grababa una parte de la orquesta en un estudio y otra en otro; cuando las consolas estéreo aparecieron en México, algunas traían un disco de Esquivel para apreciar la capacidad de la nueva tecnología. Para él cualquier elemento era bueno: desde un serrucho hasta zapatos, o lo que él llamó el bum babs, un set de 24 bongoes cromáticamente colocados (en orden de una escala musical); también usó el buzzimba, parecido al clarinete pero de sonido percusivo; aportó como elemento musical el silbido, proveniente de la boca de Mose Mossolino.

SELLO INCONFUNDIBLE SON sus arreglos corales: "Zu zu zu, Wa, wa, wa, Pareea, pareea, Toing, toing, Tui-tu-ru-tu", etcétera. Esquivel dijo a esta escribiente en 1998: "Fui uno de los primeros en hacer coros en una orquesta; no se usaba. Me decían: '¿Qué es eso? ¡Qué raro! ¿Cómo vas a meter coros?' No fue aceptado". Y es que Esquivel hacía de las voces un instrumento orquestal más, y de los instrumentos casi una voz: a veces sus metales parecen emitir palabras. Otro emblema de avanzada fue el uso del slide, mejor conocido como guitarra hawaiana. Un giro más fue usar, como protagónicos melódicos, instrumentos normalmente empleados como sustento rítmico o armónico.

Casi coreografía


EL TAMAULIPECO CREABA música casi coreográfica, donde los instrumentos aparecían como entrando en escena, para realizar una frase, y luego salir y no volver a aparecer. Era capaz de comenzar una frase melódica con un instrumento y terminarla con otro, de modo muy natural; yuxtaponía rítmicas en apariencia absurdas, lograba síncopas rarísimas, transformaba el más cursi y solemne de los boleros o de las piezas clásicas de jazz tipo Cole Porter, en el desmadre más escandaloso y sofisticado. Su música es estridente, a veces disonante y saturada a propósito. Por todo esto, en varios sentidos es un iconoclasta de la forma y el fondo. Su ironía y tenor lúdico podrían citarse como sustento fundamental de su propuesta. Y a pesar de sus negativas, ciertamente sus arreglos, paredes sonoras, coros angelicales, ecos y reverberancias, remiten al anhelo espacial, misterioso y a la vez fastuoso, de los años 50. No por nada en los 60 compuso en EU música para poco más de 200 programas de tv, entre ellos Kojac, el Hombre del Millón de Dólares o Alfred Hitchcock. Sin duda, su recopilación indispensable es Space Age Bachelor Pad Music (música para departamento de soltero de la era espacial).

ESQUIVEL ODIABA SER protagónico, aunque mucho tiempo lamentó que su música fuera poco valorada en México. Su inadvertida muerte el pasado 3 de enero fue de hecho la continuación de ese desconocimiento. Sin embargo, sus últimos 10 años alcanzó a vivir con alegría y satisfacción el reconocimiento que se merecía, en países como Japón, Inglaterra, Holanda, Alemania y Estados Unidos.

Férrea disciplina



JUAN GARCIA ESQUIVEL comenzó a tocar el piano de modo autodidacta a los seis años. Tras entrar a los 14 a la XEW, empezó a dirigir orquestas a los 17 años. Mi abuelo, Valente Torres, quien tocó el trombón en su orquesta durante 10 años, de finales de los años 40 a finales de los 50, solía hablar de la disciplina férrea de Esquivel. Mi abuelo narraba que aquél llegaba a la W con los ojos rojos por haber escrito los arreglos toda la noche; a veces ni siquiera terminaba y llegaba al estudio una hora antes de salir al aire para escribir frente a cada sección las partituras. Esquivel confirmó a esta autora: "A veces pasaba 36 horas seguidas escribiendo. No paraba hasta terminar, pero me divertía mucho. Pero era muy estricto. Si un efecto no salía como yo quería, lo repetíamos hasta que saliera."

SOBRE SU OBRA, comentó en su casa de Jiutepec, Morelos, donde pasó sus últimos años, ya muy enfermo: "Sólo puedo decir que es música muy mía. Uno puede oírla y saber que la hizo Esquivel, no hay duda. Tiene personalidad, estilo. Aunque tardó tres décadas en ser apreciada. Cuando hice el arreglo a Vereda tropical, a su autor, Gonzalo Curiel, no le gustó sino 10 años después. Una vez acompañé a María Victoria en la canción Mil veces y me criticaron; decían que quería robar cámara, pues destacaba más el piano que su voz, pero yo sólo estaba haciendo lo mío. María me decía enojada: 'Juan, te estás metiendo en mi terreno'... Finalmente, ese disco gustó mucho".

EN LOS ULTIMOS 10 años, Esquivel escribió música que no ha sido grabada y que, a su decir, no se parece a lo antes creado: "Es más experimental. Por ejemplo, hice una versión a la marcha nupcial, de Mendelsohn, con rítmica afrocubana, elementos americanos y algo de jazz; algo muy mío. Espero no digan que se me pasó la mano, porque siempre la tocan muy solemnemente". ¿Habrá alguien que pueda rescatar la obra reciente del maestro, la interprete y la grabe..? Finalmente, la escribiente preguntó al maestro sobre su arriesgada composición: ?¿Fue más valiente, aventurado, haberlo hecho así? ?Sí, esa es la palabra: aventura.

LA MUSICA DE ESQUIVEL, perteneciente al imaginario de mediados de siglo XX, el cual soñó con un futuro espacial que nunca llegó, es por lo mismo perteneciente a una dimensión paralela, fantástica, en la cual seguramente se encuentra ahora el maestro. Esta autora, martini en mano, envía un beso y los mayores parabienes al eterno soltero de la era espacial.
 
 

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