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Juan Bañuelos, Gerardo de la Torre y Roberto
López Moreno
Las influencias de Nazim en México
CESAR GÜEMES
Nazim Hikmet pasó por México a través
de sus libros en los años sesenta, y luego cayó en una especie
de olvido o de limbo literario que se expresó en la ausencia de
lectores.
Ejemplares
de sus obras en castellano, hoy escasos aun en bibliotecas, los hubo, desde
la antología que seleccionara, tradujera y prologara Solimán
Salom para la editorial española Alberto Corazón, al principio,
o trabajos específicos como Duro oficio el exilio, que tradujera
Alfredo Varela y se diera a conocer en Barcelona gracias a los talleres
de José Batlló.
Entre quienes disfrutaron de los escritos de Hikmet y
se beneficiaron con su lectura contamos en México con varios ejemplos,
como el de Juan Bañuelos, quien no duda en afirmar: "Si algún
día se hace un estudio de lo que he escrito, verán las huellas,
la influencia y con suerte el tono de Nazim en mi obra".
-¿Cómo fue para usted acercarse a Hikmet?
-Muy revelador, descubrí en él a un hombre
que nunca equivocó las cosas. Esto quiere decir que no antepuso
el aspecto político al poético. No le dio prioridad a los
trabajos partidistas sobre su literatura, pese a que si alguien padeció
cárcel por su forma de pensar fue él. Considero que pasó
más tiempo encarcelado que libre a lo largo de su existencia. Para
mí fue el gran maestro.
-¿En qué etapa conoció sus textos?
-Lo leí por primera vez en los años sesenta
y a lo largo de toda esa década. De Argentina venían muchas
noticias de él, muchas más que de España porque entonces
el ámbito editorial no era tan abierto. Así que poetas exiliados
tanto de Uruguay, de Chile o Argentina misma nos trajeron noticias de este
gran luchador y gran poeta.
-¿Cómo define su labor?
-Como el resultado de su tiempo y tomando en cuenta que
siempre partió del sufrimiento social, no de sus cuitas personales.
-Era el tono de la época.
-Lo fue, ciertamente. Aquí en México se
leía a Nazim. Recuerdo que comenzábamos a salir de la poesía
"escrita con guantes de enfermería" para evitar los "contagios sociales"
a la hecha más cercana de quienes padecían las dictaduras
en América Latina desde entonces disfrazadas de democracias. Hoy,
precisamente el modelo argentino de globalización ofrece los resultados
de lo sembrado en aquel momento. Estas noticias que hoy vemos provienen
de entonces. Entonces, la lucha por llevar el aspecto social y democrático
fue la divisa de Nazim. Creo que se volvería a morir si viera cómo
fueron tratados después los países y las personas que él
defendió. Sería muy interesante que con motivo del centenario
de su nacimiento hubiera una edición en castellano completa y cuidadosa
de su obra, no traducida del inglés o del francés sino de
su idioma original mismo.
En el terreno de la prosa también influyó
el poeta turco a los escritores mexicanos, como sucede con Gerardo de la
Torre, desde siempre hombre de izquierda. Autor de varios volúmenes
de ficción donde los personajes son trabajadores en circunstancias
extremas, dice De la Torre: "Por sus poemas y datos biográficos,
sé que era un sujeto íntegro, un muy militante comunista
con toda conciencia".
-¿Qué te acercó a su obra?
-Su actitud. Fue de una sola pieza. Siempre he pensado
que en aquellas generaciones de comunistas nos equivocábamos en
mucho o en casi todo, pero no en la integridad, por eso me llamó
la atención Hikmet, que se mantuvo firme a pesar de las presiones
y las prisiones. Era un prototipo del comunista que yo imaginaba, así
pensé que los comunistas debían ser. Y nunca me decepcionaron
ni él, ni José Revueltas, ni Juan Rejano o Efraín
Huerta. Hombres que luchaban por un mundo nuevo, por un orden social más
equitativo, que enarbolaron las razones de la justicia y la fraternidad.
-¿A qué atribuyes que su trabajo literario
sea poco difundido en la actualidad?
-A dos razones esenciales: era de una región no
muy solicitada en la literatura, y luego por su militancia comunista, algo
que pesaba mucho entonces. Hoy nos parece un término casi antropológico
pero durante las décadas de la guerra fría la filiación
ideológica era un asunto muy serio. Claro, ¿por qué
no pesó esto mismo en los casos de Neruda o de Eluard?, me preguntaría.
Creo que en el caso de Neruda por su prestigio y sus relaciones públicas
en todo el mundo, algo con lo cual no contaba Nazim, que era en el mejor
sentido popular y pertenecía a una región tan lejana como
menospreciada.
-¿Hoy dirías que alguien se le parece en
la tendencia?
-Pensando en poetas de izquierda, sólo tuvimos
a Efraín Huerta. A su muerte, junto con la de Miguel Hernández,
sus lugares fueron ocupados con ligereza. El desvanecimiento de la izquierda
creó un menosprecio y se "vio mal" escribir de cuestiones sociales,
lo mismo que hablar de igualdad o solidaridad en la poesía. Algo
semejante sucede en la novela o en el cuento, si escribes de manera militante.
Son temas tabú incluso hoy, cuando nos sentimos tan "avanzados"
tecnológicamente.
Poeta también, y muy recientemente Premio Chiapas,
Roberto López Moreno parte de una interrogante para elaborar su
respuesta: "Cabría preguntarse por qué una obra como la de
Hikmet le es escamoteada a los lectores".
-¿Cuál es tu tesis?
-La más cercana y creo que la precisa: no es la
primera vez que un poeta paga de esa manera su postura ideológica
y política. En México tenemos varios casos lamentables, todos
ellos de primerísimo nivel, que han sido ninguneados y a quienes
se les ha hecho pagar caro la militancia. Un caso muy concreto es el de
José Revueltas, y entre los escritores vivos, está González
Rojo, dejado del lado de la historia literaria. El caso de Hikmet podría
ser similar. Es indignante y triste que una obra tan importante como la
de él se pierda en los oleajes de la mezquindad.