Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 14 de enero de 2002
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Cultura
05an1cul Juan Bañuelos, Gerardo de la Torre y Roberto López Moreno

Las influencias de Nazim en México

CESAR GÜEMES

Nazim Hikmet pasó por México a través de sus libros en los años sesenta, y luego cayó en una especie de olvido o de limbo literario que se expresó en la ausencia de lectores.

nazin-6Ejemplares de sus obras en castellano, hoy escasos aun en bibliotecas, los hubo, desde la antología que seleccionara, tradujera y prologara Solimán Salom para la editorial española Alberto Corazón, al principio, o trabajos específicos como Duro oficio el exilio, que tradujera Alfredo Varela y se diera a conocer en Barcelona gracias a los talleres de José Batlló.

Entre quienes disfrutaron de los escritos de Hikmet y se beneficiaron con su lectura contamos en México con varios ejemplos, como el de Juan Bañuelos, quien no duda en afirmar: "Si algún día se hace un estudio de lo que he escrito, verán las huellas, la influencia y con suerte el tono de Nazim en mi obra".

-¿Cómo fue para usted acercarse a Hikmet?

-Muy revelador, descubrí en él a un hombre que nunca equivocó las cosas. Esto quiere decir que no antepuso el aspecto político al poético. No le dio prioridad a los trabajos partidistas sobre su literatura, pese a que si alguien padeció cárcel por su forma de pensar fue él. Considero que pasó más tiempo encarcelado que libre a lo largo de su existencia. Para mí fue el gran maestro.

-¿En qué etapa conoció sus textos?

-Lo leí por primera vez en los años sesenta y a lo largo de toda esa década. De Argentina venían muchas noticias de él, muchas más que de España porque entonces el ámbito editorial no era tan abierto. Así que poetas exiliados tanto de Uruguay, de Chile o Argentina misma nos trajeron noticias de este gran luchador y gran poeta.

-¿Cómo define su labor?

-Como el resultado de su tiempo y tomando en cuenta que siempre partió del sufrimiento social, no de sus cuitas personales.

-Era el tono de la época.

-Lo fue, ciertamente. Aquí en México se leía a Nazim. Recuerdo que comenzábamos a salir de la poesía "escrita con guantes de enfermería" para evitar los "contagios sociales" a la hecha más cercana de quienes padecían las dictaduras en América Latina desde entonces disfrazadas de democracias. Hoy, precisamente el modelo argentino de globalización ofrece los resultados de lo sembrado en aquel momento. Estas noticias que hoy vemos provienen de entonces. Entonces, la lucha por llevar el aspecto social y democrático fue la divisa de Nazim. Creo que se volvería a morir si viera cómo fueron tratados después los países y las personas que él defendió. Sería muy interesante que con motivo del centenario de su nacimiento hubiera una edición en castellano completa y cuidadosa de su obra, no traducida del inglés o del francés sino de su idioma original mismo.

En el terreno de la prosa también influyó el poeta turco a los escritores mexicanos, como sucede con Gerardo de la Torre, desde siempre hombre de izquierda. Autor de varios volúmenes de ficción donde los personajes son trabajadores en circunstancias extremas, dice De la Torre: "Por sus poemas y datos biográficos, sé que era un sujeto íntegro, un muy militante comunista con toda conciencia".

-¿Qué te acercó a su obra?

-Su actitud. Fue de una sola pieza. Siempre he pensado que en aquellas generaciones de comunistas nos equivocábamos en mucho o en casi todo, pero no en la integridad, por eso me llamó la atención Hikmet, que se mantuvo firme a pesar de las presiones y las prisiones. Era un prototipo del comunista que yo imaginaba, así pensé que los comunistas debían ser. Y nunca me decepcionaron ni él, ni José Revueltas, ni Juan Rejano o Efraín Huerta. Hombres que luchaban por un mundo nuevo, por un orden social más equitativo, que enarbolaron las razones de la justicia y la fraternidad.

-¿A qué atribuyes que su trabajo literario sea poco difundido en la actualidad?

-A dos razones esenciales: era de una región no muy solicitada en la literatura, y luego por su militancia comunista, algo que pesaba mucho entonces. Hoy nos parece un término casi antropológico pero durante las décadas de la guerra fría la filiación ideológica era un asunto muy serio. Claro, ¿por qué no pesó esto mismo en los casos de Neruda o de Eluard?, me preguntaría. Creo que en el caso de Neruda por su prestigio y sus relaciones públicas en todo el mundo, algo con lo cual no contaba Nazim, que era en el mejor sentido popular y pertenecía a una región tan lejana como menospreciada.

-¿Hoy dirías que alguien se le parece en la tendencia?

-Pensando en poetas de izquierda, sólo tuvimos a Efraín Huerta. A su muerte, junto con la de Miguel Hernández, sus lugares fueron ocupados con ligereza. El desvanecimiento de la izquierda creó un menosprecio y se "vio mal" escribir de cuestiones sociales, lo mismo que hablar de igualdad o solidaridad en la poesía. Algo semejante sucede en la novela o en el cuento, si escribes de manera militante. Son temas tabú incluso hoy, cuando nos sentimos tan "avanzados" tecnológicamente.

Poeta también, y muy recientemente Premio Chiapas, Roberto López Moreno parte de una interrogante para elaborar su respuesta: "Cabría preguntarse por qué una obra como la de Hikmet le es escamoteada a los lectores".

-¿Cuál es tu tesis?

-La más cercana y creo que la precisa: no es la primera vez que un poeta paga de esa manera su postura ideológica y política. En México tenemos varios casos lamentables, todos ellos de primerísimo nivel, que han sido ninguneados y a quienes se les ha hecho pagar caro la militancia. Un caso muy concreto es el de José Revueltas, y entre los escritores vivos, está González Rojo, dejado del lado de la historia literaria. El caso de Hikmet podría ser similar. Es indignante y triste que una obra tan importante como la de él se pierda en los oleajes de la mezquindad.

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