Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 12 de diciembre de 2001
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Mundo
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MIERCOLES Ť 12 Ť DICIEMBRE Ť 2001

Danny Schechter

Ignorar las noticias puede ser fatal

A veces una catástrofe obliga a las culturas a entrar en un proceso de autocrítica. Hoy, mientras los misiles de Estados Unidos se dirigen contra figuras imprecisas en las montañas de Afganistán, muchos estadunidenses, indirectamente alentados por nuestros medios de comunicación, empiezan a repensar el papel de su país en el mundo.

La tragedia del 11 de septiembre conmocionó a una sociedad que durante años permaneció aislada del resto del mundo, especialmente de los países que ahora se encuentran en el fuego cruzado. Los medios de comunicación han alimentado y dirigido ese distanciamiento; la atención del público ha sido desviada frecuente y deliberadamente por el sistema televisivo que Larry Gelbart, de Mash, describió como "arma de distracción masiva". Nos agitamos de un gran escándalo a otro -de O. J. a Mónica a Gary Condit- a medida que la sordidez remplaza la sustancia y las noticias enmudecen frente al sensacionalismo más patético. La mayoría de la humanidad comenzó a desaparecer de la televisión, cuya consideración de los acontecimientos externos se podía entrever sólo a través del prisma de programas cursis como El mundo en un minuto y de una que otra señal irregular al pie de imágenes de caos, y no de personas con problemas con los cuales pudiésemos compenetrarnos.

Los ejecutivos de los medios solían defender esto con el argumento de que estaban "dando a los espectadores lo que pedían". De hecho, mientras el rating de este tipo de transmisiones subía, el número de personas que veía las noticias disminuía. Los noticiarios perdieron espectadores a medida que las noticias mundiales y de la farándula se fusionaban. Para muchos que deseaban entender el mundo, me cito citando a otros, "entre más veías, menos entendías". Como acabamos de descubrir, ignorar las noticias puede ser fatal.

Ahora que más armas letales se despliegan en lo que CNN etiqueta "la nueva guerra de Estados Unidos", las audiencias masivas están de vuelta, hambrientas de conocimiento en medio de un ambiente de miedo, alarma y atrocidad. Al inicio, después del 11 de septiembre, la corriente dominante de la cobertura televisiva era estrecha y privada de contexto, como Michael Massing lo planteó en The Nation: "A medida que la nación se prepara para ir a la guerra, la cobertura televisiva -primera fuente de noticias para la mayoría de los estadunidenses- ha sido terriblemente superficial. Constantemente haciendo clic en el control remoto en busca de discernimiento, me quedé atónito ante la estrechez de las perspectivas que se ofrecían, ante la tendencia al estilo soviético de basarse en fuentes oficiales y semioficiales".

Hemos visto varias escenas de periodistas que, con mapas en la mano, tratan de señalar dónde se encuentra Pakistán y explicar quién vive en Afganistán. Muchas transmisiones dieron explicaciones confusas sobre el Islam, con muy poca atención a la historia del apoyo estadunidense a las fuerzas fundamentalistas en Afganistán o a las razones de la oposición que suscitan las alianzas de Washington en Medio Oriente -región de la cual, dicho sea de paso, muy pocas voces se escucharon.

Las razones de esta situación provienen de la estructura y orientación de nuestro sistema de medios y su indiferencia ante las noticias internacionales. Esto ha alimentado dos culturas, virtualmente segregadas una de la otra. Una pequeña elite opera mundialmente con la "necesidad de saber", pero a la gran mayoría de la gente se le dice que no necesita saber. En la era de la globalización, las noticias del mundo han declinado, y no sólo en Estados Unidos. Debe ser porque, a medida que el poder pasa de los gobiernos a las corporaciones multinacionales, la gente común y corriente participa cada vez menos en el proceso de toma de decisiones. De ahí el énfasis en el consumismo en detrimento de la ciudadanía. De ahí la directiva de los medios a las masas: "callen y compren". La idea convencional detrás de esto es que a nadie le importa nada. Cuando los directores de noticias opinan eso, realmente están queriendo decir que a ellos no les importa.

La otra cultura también nos ha mantenido en las tinieblas. Como el analista de medios David Shaw reporta en Los Angeles Times: "la cobertura de noticias internacionales por parte de los medios estadunidenses ha decaído significativamente en años recientes como respuesta a la demanda corporativa de obtener mayores ganancias y debido a la creciente fragmentación de la audiencia. Al decidir que los lectores y espectadores estadunidenses de la post guerra fría se interesan más en los artistas, los escándalos y las noticias locales, los editores de diarios y televisión han reducido el espacio y tiempo dedicados a la cobertura extranjera en un 70-80 por ciento durante los últimos 15 a 20 años".

Shaw cita a prominentes periodistas que afirman que esos recortes pudieron haber contribuido a la incertidumbre y confusión que impera entre los estadunidenses acerca del porqué los terroristas cometieron tan atroz asalto el 11 de septiembre. "Creo que muchos estadunidenses se quedan en blanco cuando de política, ideología y religión en el mundo musulmán se trata; en ese sentido, pienso que tenemos algo de responsabilidad", afirma Martin Baron, editor del Boston Globe. "En consecuencia, no sólo estamos menos informados de lo que pasa en el mundo, sino también de cómo los otros nos ven".

Una nueva perspectiva

Ahora, meses después del ataque, se escuchan voces que poco a poco incluyen perspectivas que reconocen que el sistema de medios de comunicación nos ha fallado. Ha fallado en promover un sentido de ciudadanía global, no obstante que la globalización simultáneamente nos acerca más a todos y despierta un ejército de críticas en la izquierda y entre los excluidos. Escritores escépticos e iconoclastas como Michael Wolff en publicaciones superficiales como New York Magazine ahora afirman que "las noticias internacionales, hechas a un lado por casi todos los medios, son una cuestión de vida o muerte. Los medios han definido sus prioridades de manera equivocada".

Se puede ver un atisbo de esta nueva tendencia en la oleada de historias que preguntan "por qué", "Ƒpor qué tendrían que hacernos esto?", y por qué muchos en el mundo "parecen odiarnos". Claramente, los acontecimientos promovieron este tipo de cuestionamientos, si bien los periodistas extranjeros (fuera de Estados Unidos) han hecho su agosto con la ignorancia estadunidense del mundo que perciben. Un ejemplo, un artículo en el diario inglés The Guardian se titulaba: "Los estadunidenses siguen sin entenderlo".

El hecho es que muchos de nosotros seguimos "sin entenderlo" porque muchas compañías de medios en Estados Unidos no hacen su trabajo y nos dan una visión del mundo matizada. Si bien Internet pone a disposición diversas fuentes de información, los demás medios siguen siendo la principal fuente de noticias y explicación para la mayoría de los ciudadanos.

Existe cualquier cantidad de temas cruciales relacionados con la situación mundial actual. El problema es que esos debates siguen quedando fuera de los radares de la mayoría de los medios de comunicación. Este es un momento en el que todas las visiones y opiniones deben reportarse, discutirse y debatirse. Requerimos profundizar nuestra conversación mundial. Necesitamos más investigaciones.

Los medios de comunicación tienen la tarea fundamental de recordarnos las diversas maneras en las que nuestras vidas se entrelazan y nuestros futuros se vinculan a nivel mundial. Los avestruces pueden esconder su cabeza en la arena. La gente ya no.

Traducción: Marta Tawil

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