Historia negra, dios blanco

Desgarrándose los tobillos hasta el hueso por no poder separar las piernas sujetas por grillos y cadenas, las mujeres que daban a luz a bordo de los barcos negreros sólo podían hacer dos cosas: dar alaridos o morir en el intento. Así nació Consolación, hija de Isabel, esclava de 14 años que durante la travesía fue azotada por un negrero que la poseyó sin ocuparse siquiera en desatarla.

En una hacienda de Ouro Preto, Consolación engendró hijos que nacían muertos o morían de peste. Antonio Francisco Lisboa (1730-1814), hijo del negrero Manuel Francisco Lisboa, fue el único que sobrevivió. Sin embargo, luego que la lepra le comió las manos, Antonio pasó a ser conocido como El Aleijadinho (el lisiado), el escultor barroco más importante de América en el siglo XVIII.

Talladas en cedro o piedra que modelaba con un gancho en la extremidad de sus muñones, las poderosas esculturas monolíticas que El Aleijadinho legó a la posteridad giran en torno a temas sugerentes: La Flagelación, el Camino de la Cruz, la Crucifixión y los doce apóstoles en piedra que adornan la escalera del atrio del Santuario del Buen Jesús, en Congonhas do Campo.

En la cultura afroamericana podrían contarse muchas vidas como las del Aleijadinho. Historias de pasión y sufrimiento silenciadas por la negra historia del blanco, que acuñó el verbo "denigrar" para definir lo que se opone a la "pureza" de su color.

El diccionario sigue llamando "negro" a lo que puede significar "hostil", "triste", "infeliz". Inclusive el Mar Negro fue así bautizado por los turcos dado sus tempestades súbitas (de "kara", negro, tenebroso). Oveja negra, cena de negros, misa negra, día negro, alma negra, mercado negro, trabajar como un negro, ser ocioso como un negro... El negro rumbero Johnny Ventura canta con tono de discriminación racial: "Oye capullo/el negrito es el único tuyo".

Negros que se ven con los ojos del blanco y se juzgan con base en patrones culturales ajenos. Que durante siglos se han visto como representación del mal, de lo que merece condena. Noventa por ciento de la población carcelaria de América Latina está formada por negros, morenos, zambos, mulatos, indígenas, mestizos, invariablemente pobres y, por sobre todo, culpables.

Versifica José Hernández en La vuelta de Martín Fierro (1879):
 

En el Antiguo Testamento, el patriarca hebreo Noé maldijo a los negros a través de su hijo Cam y a los amarillos a través de Jaffet. Y así como ni la Iglesia católica ni la anglicana protestaron ante la trata y el tráfico de esclavos, tampoco lo hacen hoy cuando guardan silencio cómplice ante el genocidio de los pueblos de Asia central. Ya habrá tiempo para pedir "perdón", especialidad de Juan Pablo II.

Durante la celebración del primer Concilio Vaticano (1870), un grupo de misioneros presentó un documento en el que se pedía al Papa que liberase a la raza negra de la maldición que pesa sobre ella. Por su lado, el escritor estadunidense James Baldwin, al hacer referencia a la crisis en la que perdió la fe, escribe: "Comprendí que la Biblia ya había sido escrita por los blancos. Sabía que para muchos cristianos yo era un descendiente de Cam y que, por consiguiente, mi destino era la esclavitud".

El Antiguo Testamento también es usado por el fascismo judío para justificar el exterminio del pueblo palestino. En este sentido, los gobernantes de Tel Aviv se consideran hombres tan esclarecidos y tan abiertos a las ideas de libertad y tolerancia como los negreros de Burdeos y Nantes.

Pero una sociedad es racista o no lo es. O sea que no existen grados de racismo. Franz Fanon decía que el racismo no es una constante del espíritu humano sino una disposición inscrita en un sistema determinado. En efecto. ¿Qué diferencia al racismo blanco del racismo judío o del racismo negro? ¿Qué valores "civilizatorios" representan los George Bush, Ariel Sharon y Colin Powell?