Gyslaine Mbuyu llegó a Estados Unidos en 2009 como refugiada de Kenia, donde no existían condiciones dignas para vivir y como mujer ni siquiera tenía permitido jugar futbol, deporte con el que después consiguió oportunidades de crecimiento y la llevó a ser parte del equipo estadunidense que partici-pa en la Copa del Mundo de Homeless México.

Conocí el futbol cuando llegué a Estados Unidos, en Kenia las mujeres no juegan, ellas deben estar en casa, en la cocina, quienes practican algún deporte son señaladas. Es muy diferente a lo que vivo ahora, expresó tras disputar un partido del certamen que se realizó en Zócalo.

En territorio estadounidense tiene mejores condiciones de vida, pero tuvo que enfrentarse a la discriminación racial. En la escuela me hacían burla por mi cabello y mi piel oscura, narró con tono de lamentación.

Natasha Mariam huyó de la República del Congo por la pobreza que azotaba a su país; ahora, al igual que Mbuyu, representó al conjunto estadunidense en el torneo de Homeless. Nunca pensé estar en un encuentro como éste, en Congo pasábamos hambre y mis padres se vieron forzados a emigrar para que yo tuviera una mejor educación, dijo.

Lisa Wrightsman, entrenadora del equipo de las barras y las estrellas, señaló que muchas personas llegan a Estados Unidos de otros países y no saben con todo lo que se enfrentarán, es muy arriesgado lo que hacen. El futbol es un medio para apoyarlos.

La estratega señala que las personas en situación de calle o que vive en condiciones vulnerables suele ser estigmatizada bajo un concepto negativo. Se les señala como drogadictos o criminales, pero lo correcto sería apoyarlos para salir de la complicada situación que enfrenta. En la asociación Street Soccer USA, donde trabajo, ayudamos las personas para que se reintegren a la sociedad, afirmó.

En la selección femenil de Egipto destaca Mona, jugadora de 22 años de edad que tras padecer una infancia sumida en la pobreza ha sido apoyada por la fundación Empoderando a los niños en riesgo por medio del deporte.

En Egipto no hay un buen sistema, la educación es mala, son pocas las oportunidades para las niñas, una manera para sobresalir es el deporte, aunque por la religión se debe cuidar la vestimenta y los lugares donde entrenan, explicó Sobhy Saad Fahi, entrenador del equipo de mujeres egipcio.

La llamada primavera árabe, que derrocó al presidente de Egipto, Hosni Mubarak, generó cambios en los primeros años posteriores, pero después el país se estancó de nuevo, por eso en la fundación creamos programas para respaldar con el deporte a los jóvenes que han quedado huérfanos, agregó.