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Asiste a festejos por los 50 años de los Olímpicos

En México 68 empezó todo; aquí firmé mi primer autógrafo a un fan: Foreman

Los JO fueron el inicio de sus glorias, pero también lo marcaron por no sumarse a la causa del Black Power

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▲ George Foreman, ex campeón mundial de los pesados y medallista de oro, durante su visita a Ciudad de México para celebrar las cinco décadas de los Juegos Olímpicos del 68.Foto Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de octubre de 2018, p. a10

En 1974, el ambiente se convirtió en un circo en estado de ebullición en Kinshasa, Zaire, antes de el combate de George Foreman ante el retador Muhammad Ali. Foreman, contenido con la paciencia de un monje, de pronto perdió el equilibrio emocional y levantó la voz visiblemente molesto. La prensa le había recordado las palabras que le disparó el provocador Ali. Pero aquello también era un reclamo del retador que insinuaba una traición del campeón de los pesos pesados por no militar en la causa del pueblo de raza negra. Por darles la espalda a los suyos.

En cuanto aquello de que Ali es militante..., respondió tenso en los días previos al combate; ni siquiera pienso en esas cosas.

Años antes, durante los Juegos Olímpicos de México en 1968, Foreman ganó la medalla de oro en la división de los pesados. Al recibir la medalla empuñaba una bandera de Estados Unidos, un contraste –velado o inconsciente– al puño en alto enfundado en un guante negro de Tommie Smith y John Carlos en la histórica protesta por la discriminación racional contra el pueblo negro en su país. Foreman fue criticado por sus compañeros atletas que militaban en la causa del Black Power. Smith y Carlos fueron expulsados de la delegación estadunidense.

Al igual de Floyd Patterson, otro campeón pesado, Foreman era reconocido por los sectores conservadores por representar el rostro amable e integrado de los afroestadunidenses. No tomar una postura al respecto le valió las críticas enconadas de los activistas como Ali.

Corazones rotos

Cuando expulsaron a John Carlos y Tommie Smith nuestros corazones quedaron rotos, cuenta hoy Foreman en Ciudad de México, adonde vino a celebrar los 50 años de los Juegos Olímpicos y la conquista de la medalla de oro.

La Villa Olímpica se volvió aburrida y triste, porque Smith y Carlos eran muy divertidos, recuerda Foreman, pero lo que ellos hicieron en los Juegos Olímpicos fue algo político, por eso los castigaron. Yo nunca me metí en eso.

Eso, precisamente, era lo que atacaba Ali con convicción política y, al mismo tiempo, para desquiciar al campeón de los pesados. Incluso hacía comentarios maliciosos sobre la costumbre de Foreman de saludar la bandera estadunidense. El escritor Norman Mailer retrata a un Foreman conservador y defensor del sistema capitalista, un patriota que se identificaba con los símbolos de su país.

A mí que no me hablen mal del sistema estadunidense; las recompensas que éste otorga las puede alcanzar cualquiera que se lo proponga, afirmó Foreman según la versión de Mailer; agitaré esta bandera en todos los lugares públicos que pueda.

Ali se burlaba y lo llamaba maldito blanco agitador de banderas. Mailer dejó el testimonio de aquella rivalidad que creció hasta convertirse en un espectáculo legendario en el libro El combate. Foreman fue noqueado en ocho asaltos y despojado del campeonato de peso completo.

Vi mucho a Mailer en aquellos días, responde hoy Foreman antes de estallar una carcajada; pero creo que su imaginación vio más de lo que realmente me vio a mí.

No abunda en aquella pelea en Kinshasa. Prefiere bromear cuando se le pregunta qué recuerda de aquellos días en Zaire.

Recuerdo que gané cinco millones de dólares por ser el tonto más grande del mundo, dice.

Lo que sí rememora con especial emoción es la medalla de oro que consiguió en Ciudad de México en 1968. Por eso está aquí, para revivir el momento que dice fue el más alto de su carrera, pues representó, y le dio gloria, a Estados Unidos.

Aquí en México empezó todo, dice Foreman bonachón en un restaurante de Coyoacán, donde el Consejo Mundial de Boxeo le rinde un homenaje; “porque la primera vez que salí de la Villa Olímpica una persona me pidió un autógrafo. Fue mi primer fan. Y también fue por un mexicano –José Sulaimán, quien fue presidente del CMB– que permitió ir contra Joe Frazier, antes que Ali, por el campeonato de peso completo. Todos pensaban que me iba a matar, pero me dieron la oportunidad. Por eso digo que todo empezó en México, hace 50 años”.