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Desde mañana, Grecia encara el riesgo de otro rescate financiero
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▲ Superluna sobre el Partenón, en Atenas, en enero pasado.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de agosto de 2018, p. 18

Atenas

El entonces primer ministro griego Giorgos Papandreu lo presentía: Estamos ante una nueva odisea, dijo el socialista cuando el 23 de abril de 2010 dirigió desde la isla de Kastellorizo una llamada de socorro a la Unión Europea (UE) y al Fondo Monetario Internacional (FMI). Su país estaba al borde de un colapso financiero. Lo que siguió después fue un drama sin precedentes en la historia de la UE y la eurozona.

Este lunes expira el tercer programa de rescate, lo que obliga a Atenas a autofinanciarse nuevamente tras haber recibido durante ocho años créditos internacionales.

Sin embargo, no es seguro que el país sea capaz de salir adelante por sí mismo. La crisis tenía muchas causas, como nepotismo, corrupción y una burocracia desbordante.

Tras la adhesión de Grecia a la UE en 2002 y durante los años anteriores a 2010, el gasto público superaba notablemente a los ingresos. Debido a las estadísticas opacas, la verdadera dimensión del endeudamiento no estuvo clara durante mucho tiempo.

Tras la alerta de Papandreu, los socios de la eurozona elaboraron un primer programa de rescate por 80 mil millones de euros a cam­bio de que Atenas aplicara medidas de austeridad y reformas. La UE apenas estaba preparada para hacer frente a semejante situación y cundía el miedo a un contagio de la crisis griega a la eurozona.

La situación económica se deterioró más. El desempleo subió a más de 25 por ciento y no pocos griegos perdieron más de una cuarta parte de sus ingresos. En el centro de Atenas murieron varias personas durante protestas. El partido socialista de Papandreu perdió la simpatía del electorado.

En junio de 2012 llegó al poder el partido conservador Nea Dimokratia, de Antonis Samaras, quien aplicó más austeridad y reformas a cambio de créditos por 144 mil 700 millones de euros.

Para la mayoría de los griegos, la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI), que supervisaba los programas de austeridad, se convirtió en enemigo.

Del acalorado ambiente surgió una estrella política: Alexis Tsipras, nacido en 1974, y su partido de izquierda Syriza ganaron cada vez más popularidad.

En enero de 2015 Tsipras ganó las elecciones. Comenzó su gobierno con la intención de eliminar la austeridad y que Grecia recibiera ayuda sin condiciones. El principal apoyo de esta política fue el ministro de Finanzas, Gianis Varoufakis.

En junio de 2015, Tsipras llegó al extremo de no rembolsar a tiempo créditos otorgados por el FMI. Después, en julio, preguntó en un referendo si estaría dispuesta a aceptar más austeridad. La respuesta fue no.

Sin embargo, para evitar la quiebra del Estado y una posible salida de la eurozona, el primer ministro dio un giro radical a su política. Aceptó un tercer programa de austeridad estricto. Para legitimar estas decisiones, Tsipras convocó elecciones adelantadas para septiembre de 2015 y las ganó. El líder implementó otra política: aplicó las medidas de austeridad y las reformas que exigían los acreedores.

Tsipras se enfrenta hoy a nuevos problemas. En las encuestas, los conservadores llevan una ventaja de 10 por ciento sobre Syriza. Muchos griegos no experimentan ninguna mejora tras la leve recuperación económica registrada últimamente. Uno de cada cinco griegos en edad de trabajar sigue desempleado y más de 400 mil jóvenes han abandonado el país.

Para recorrer el camino sin otro rescate, el país cuenta con una reserva de 24 mil millones de euros, que le permitiría, en el caso extremo, cubrir sus necesidades financieras durante dos años. Sin embargo, aún enfrenta una deuda de alrededor de 180 por ciento de su producto interno bruto y tanto éste como el ingreso per cápita se han reducido considerablemente.