Hay una brecha salarial contra la que las mujeres se rebelan. Además, existe otra histórica y cultural que niega el reconocimiento igualitario a las acciones femeninas en casi todos lo ámbitos y el deporte no es la excepción, sostiene Andrea Rodebaugh, entrenadora de las Xolas de Tijuana,

Cuando las futbolistas mexicanas ganaron la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018 la noche del lunes, Kenti Robles, goleadora del Atlético de Madrid, dijo que lo que habían conseguido merecía las portadas de los medios del país. La declaración suscitó un debate en redes sociales, la mayoría reconociendo la hazaña que las convirtió en bicampeonas de la región, pero también posiciones adversas que minimizaron el triunfo o francamente lo descalificaron.

Esa brecha cultural es la que impide que se hable del oro Centroamericano como un logro de todos, somos sociedades programadas para reconocer y engrandecer las hazañas deportivas de los hombres y descalificar a la mujeres o no reconocerlas con la misma importancia, dice la entrenadora que también fue seleccionada mexicana en los años 90 y con experiencia mundialista.

Algunos comentarios le restaron mérito a la medalla por considerarla una victoria restringida a una región y sin la competitividad que exige un Mundial, Juegos Panamericanos o los Juegos Olímpicos.

Rodebaugh no oculta su malestar. Para la entrenadora esta medalla confirma el nivel del futbol femenil mexicano y cuestiona por qué no enfatizar que son campeonas por segunda ocasión consecutiva y que el éxito del equipo no es espontáneo ni esporádico.

Es una medalla de oro en una competencia internacional y merece todo el reconocimiento y destacarse porque fue de todo un país, plantea Rodebaugh.

La proyección discreta que ha tenido el futbol femenil, y que de forma gradual empieza a revertirse, ha sido atribuido por algunos a la poca rentabilidad como espectáculo. Una afirmación que desde luego rechaza la entrenadora.

Alrededor del deporte femenino se han construido muchos mitos que debemos derribar, sostiene Rodebaugh; que si vende o no el futbol femenil, eso es un mito, porque hemos visto que existen experiencias que pueden ser aprovechadas por los patrocinadores. Tan sólo recordemos la final pasada (Clausura 2018) donde se rompió un récord de entrada a un acto deportivo de mujeres con más de 50 mil asistentes.

Las expectativas de Rodebaugh son altas, aunque aclara que esta victoria no es consecuencia de la liga profesional femenil que va en su tercer torneo, las opciones que tienen y la competencia semanal generan un panorama distinto al que ella conoció en los años 90.

Mi generación sólo podía escoger a 30 chicas, ahora las visorías tienen un espectro mucho más amplio, hay de dónde escoger y está más estructurado; que haya una liga profesional en forma les da mayor visibilidad, describe.

En el deporte las mujeres hemos derribado mitos, enfatiza Rodebaugh, quien agrega: Con cada certamen que ganen se caerán argumentos como el que menosprecia un encuentro como los Centroamericanos, con cada gloria y cada medalla se confrontan esas posiciones que eventualmente tendrán que caer.