Cultura
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Poemas de Ko Un
Periódico La Jornada
Sábado 14 de julio de 2018, p. 9

Alma

Éramos escarabajos.
Éramos polillas.
Éramos grillo de pino.
Nos lanzamos ciegamente a cualquier fuego.
Después de morir regresamos, éramos
bebés recién nacidos, éramos olas que se agitaban toda la noche sin parar.
Tú y yo en aquellos tiempos.

Dos ciegos

En Changmi-dong, Kunsan,
varias personas ciegas viven juntas,
varias personas ciegas que son buenas con los masajes,
felices juntas.
Si llega una llamada para que uno vaya a una posada,
un hombre mayor lleva a una joven
y juntos toman los bastones,
es una ruta familiar, incluso si no pueden ver,
porque la toman todo el tiempo.
Sus bastones apenas tocan el suelo.

Ese hombre ciego no es su padre, ella no es su hija,
pero las relaciones adoptivas entre ellos son firmes.
La que usa lentes oscuros y no
tiene miedo a la lluvia, es la hija.
El que tiene los ojos abiertos, sin ver una sola cosa,
guiando el camino, es el padre.

Cuando no hay nadie
hablan en tonos bajos
y ríen: cosa que de otro modo no hacen.
En medio de toda la perversidad del mundo
hay bondad también:
incluso la oscuridad puede ser una bendición.

La versión al español de estos poemas es de la autoría, en orden, de Adalberto García López y Andrea Rivas.

Estos poemas del autor coreano, incluidos en el libro Poesía dejada atrás, publicados con autorización de Círculo de Poesía Ediciones son un adelanto para los lectores de La Jornada