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Ejecuta Japón a los autores de atentando con sarín en el Metro de Tokio
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▲ Shoko Asahara y seis de miembros del culto Verdad Suprema que realizaron el atentado contra el Metro de Tokio en 1995 fueron ejecutados, anunció el Ministerio de Justicia japonés.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Sábado 7 de julio de 2018, p. 23

Tokio

El fundador de la secta apocalíptica japonesa Aum Shinrikyo (Verdad Suprema) que sembró el terror con un atentado con sarín en el Metro de Tokio en 1995, que dejó 13 muertos y más de 6 mil heridos, fue ejecutado este viernes en Japón junto con seis de sus seguidores.

Así lo anunció la ministra de Justicia, Yoko Kamikawa, asegurando que la ejecución de los responsables fue una decisión muy meditada. Creo que es inevitable aplicar la pena de muerte en estos graves y abominables crímenes, que no deben volver a ocurrir nunca más. El miedo, el sufrimiento y el luto de las víctimas y sus familiares fueron inimaginables.

Se trata de las primeras ejecuciones en relación con el atentado ocurrido hace 23 años, el 20 de marzo de 1995, cuando miembros de la secta Aum Shinrikyo depositaron varias bolsas de plástico con gas sarín y lo liberaron en varios trenes del Metro de Tokio en hora punta de la mañana.

Tras el segundo ataque terrorista en el mundo ejecutado con gas nervioso, Shoko Asahara fue detenido el 16 de mayo de 1995 y, tras un largo proceso judicial, un tribunal de Tokio condenó a muerte en 2006 al gurú de la secta y a 12 de sus seguidores por 28 casos relacionados con el atentado y por otros asesinatos.

Asahara y otros miembros de la secta Aum Shinrikyo, se encontraban desde entonces encerrados en el corredor de la muerte esperando su ejecución. Durante todo el proceso, el fundador de la secta, de 63 años, cuyo nombre real es Chizuo Matsumoto, simplemente calló o habló de forma incomprensible en susurros.

En enero de este año se cerró el último proceso judicial contra miembros de la secta. En marzo, siete de los 13 condenados a muerte fueron trasladados de sus prisiones en Tokio a otras, lo que en Japón se entendió ya como un signo de que se acercaba la ejecución por ahorcamiento.

Sin embargo, la ejecución del líder de la secta y sus seguidores no es aprobada por muchos, porque con ello desaparece la posibilidad de saber más de los hechos y descubrir los motivos. Muchos consideran que su muerte eleva a calidad de martir al dirigente.

Shoko Ashara lideraba una secta que pretendía liberar al mundo mediante la violencia. Sus seguidores bebían el agua sucia de su bañera y bebían gotas de su sangre: sólo el gurú se atribuía la pureza plena y el poder interior.

Ciego de nacimiento de un ojo y con problemas de visión en el otro, se crtió en una familia numerosa pobre en un pueblo en el sur de Japón.

Tras intentar sin éxito entrar en una universidad de élite de Japón, se dedicó a la acupuntura y la medicina tradicional china. Fundó una escuela de yoga que precedió a la fundación de la secta y aprovechó el vacío espiritual que surgió tras el boom económico de Japón para atraer a los jóvenes a la secta. Muchos veían en él a una carismática figura paterna y una alternativa para romper los imperativos sociales.

Con la rama política de su secta llegó a presentarse al Parlamento a finales de los años 80, fracasando estrepitosamente. La secta cayó en problemas financieros y su líder llamó a armarse para sobrevivir al apocalipsis. Aprovechando que el Estado lo reconocía como organización religiosa, aprovechó su liberación fiscal para contratar a científicos de las mejores universidades y fabricar todo un arsenal de armas bioquímicas al pie del monte Fuji.