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El perdón solicitado por el Pontífice será letra muerta si no hay acciones, subrayan

La pelota está en la cancha del Papa, dicen víctimas del sacerdote pederasta Karadima

Francisco hospedó en su casa varios días a tres chilenos violados por el clérigo cuando eran niños

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Carlos Cruz Chellew, James Hamilton y José Andrés Murillo, víctimas del sacerdote pederasta chileno Fernando Karadima, en conferencia de prensa tras su estancia en El Vaticano, donde el Papa los hospedó en su casa y les pidió perdón por los abusosFoto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de mayo de 2018, p. 13

Los abusos sexuales, de poder y el encubrimiento de obispos y superiores religiosos de los sacerdotes, son una epidemia en la Iglesia católica que ha destruido la vida de miles de niños, niñas y jóvenes en el mundo.

Así lo afirmaron Juan Carlos Cruz Chellew, James Hamilton y José Andrés Murillo, víctimas del sacerdote chileno Fernando Karadima, quienes fueron invitados por el papa Francisco a hospedarse unos días en su residencia Santa Marta en el Vaticano con la finalidad de pedirles perdón.

Los tres solicitaron al jerarca acciones concretas para transformar sus hermosas palabras de perdón y comprensión en hechos que signifiquen el fin de la impunidad, el inicio de la justicia y la reparación para miles de víctimas de abusos sexuales de sacerdotes.

No depende de nosotros que se lleven a cabo las necesarias transformaciones en la Iglesia para detener la epidemia del abuso sexual y el encubrimiento. Esperamos que el Papa transforme en acciones ejemplares y ejemplificadoras sus cariñosas palabras de perdón. De no ser así, todo esto será letra muerta, expusieron en un comunicado.

Añadieron: decidimos aceptar esta invitación en nombre de miles de personas que han sido víctimas de abuso sexual y encubrimiento de la Iglesia católica. Ellos han dado el sentido a nuestra visita.

Gesto histórico

Cruz, Hamilton y Murillo recordaron que durante 10 años han buscado justicia, pero a cambio, fueron tratados como enemigos de la Iglesia: El Papa nos pidió formalmente perdón a nombre propio y a nombre de la iglesia universal. Reconocemos y agradecemos este gesto y la enorme hospitalidad y generosidad de estos días.

En conferencia de prensa explicaron que hablaron de temas difíciles, realidades como el abuso sexual y el encubrimiento, a las cuales se refirieron como crímenes y corrupción, no co-mo pecados.

Dijeron que es una epidemia que afecta a miles, algunos de ellos, víctimas que prefirieron quitarse la vida: Personas que confiaron y que fueron traicionadas en su fe y en su confianza. Hablamos desde la experiencia. Una a la que otros no han logrado sobrevivir.

Los tres comentaron que cuando el Papa les solicitó su opinión práctica acerca de estos temas y de otros desde el punto de vista teórico, fueron muy directos: Le expresamos la gravedad del encubrimiento del abuso, porque lo sostiene, lo replica, lo hace impune y favorece la creación de redes de abuso dentro y fuera de la iglesia.

Sobre el abuso sexual de sacerdotes contra menores de edad, señalaron que este crimen está sustentado en el poder de la investidura de los ministros de culto.

Conversamos con el papa Francisco acerca del ejercicio patológico e ilimitado del poder que es piedra angular del abuso sexual y el encubrimiento. Le expresamos que la Iglesia tiene el deber de transformarse en aliada y guía en el mundo respecto de la lucha contra el abuso, y refugio para las víctimas, cosa que hoy no ocurre.

José Andrés Murillo, que ha fundado la organización Para la Confianza, un mundo sin abuso, dijo que ellos no evitaron ningún tipo difícil, incluso estando en desacuerdo en varios temas: Algo que hablé con él personalmente es que la Iglesia no tiene el monopolio del abuso infantil; sin embargo, la Iglesia se ha mostrado los últimos tiempos como un refugio de abusadores, encubridores y pedofilos.

Más abusadores

Paralelamente al encuentro histórico de Cruz, James y Murillo con el Papa, el jefe de Finanzas del Vaticano, el cardenal australiano George Pell, de 76 años de edad, era juzgado por múltiples cargos de abusos sexuales sucedidos entre las décadas de 1960 y 1990.

La juez Belinda Wellington declaró que hay suficientes pruebas para procesar al cardenal Pell por delitos sexuales, aunque no ofreció los detalles, el número y la naturaleza de los mismos por la confidencialidad aplicada al caso: No se puede hacer referencia al número de cargos porque infringe la orden de suspensión.

El cardenal Pell es la máxima autoridad de la Iglesia católica que afronta un juicio por abusos sexuales cometidos en una piscina en la década de 1970 y en la catedral St. Patrick’s en la década de 1990, durante su estancia en Melbourne como arzobispo. También hay denuncias sucedidas en un cine y en una capilla en Ballarat, pero fueron desestimadas.

El cardenal se ha declarado no culpable, pero en Ballarat, su ciudad natal, se han denunciado decenas de casos contra el sacerdote Gerald Ridsale, condenado recientemente a ocho años de cárcel, un caso que siempre negó conocer. Del mismo modo, rechazó haber tenido conocimiento de los 4 mil 500 casos denunciados entre 1980 y 2015 con mil 880 miembros de la Iglesia católica, sucedidos cuando él era arzobispo de Melbourne y de Sydney, y una investigación ordenada por el gobierno australiano en 2012 por denuncias de abusos de sacerdotes contra niños en iglesias, orfanatos, clubes deportivos, asociaciones juveniles, escuelas y colegios privados.

La reacción del papa Francisco ante este nuevo escándalo de pederastia clerical, fue otorgarle un periodo de excedencia para poderse defender de las acusaciones, pero sin reducirlo al estado laical, ni mucho menos destituirlo de manera definitiva de su importante cargo en la Santa Sede.

El Marcial Maciel de Chile

El encuentro entre las tres víctimas del sacerdote Karadima, conocido como el Marcial Maciel de Chile, surgió después del fracaso de la reciente visi-ta del pontífice a Chile, luego de acusarlos de mentirosos y exigir pruebas del encubrimiento del obispo Juan Barros, testigo de los abusos de Karadima, de acuerdo con sus testimonios.

A continuación, envió a Chile al arzobispo maltés Charles Jude Scicluna, experto en crímenes sexuales del clero católico para entrevistar a las víctimas de Karadima y su protector. El resultado fue un informe de 2 mil 300 páginas y luego de leerlo invitó a Cruz, James y Murillo.

Cruz señaló que ahora la pelota está en la cancha del Papa y que esperan acciones concretas contra los sacerdotes pederastas y sus encubridores, para que las palabras se traduzcan en hechos.

Los tres reiteraron que enviarán las sugerencias de acciones solicitadas: El Papa se mostró muy receptivo, atento y empático durante las intensas y largas horas de conversación. Esto fue muy significativo y de ahí nació la idea de generar sugerencias, que nos comprometimos a enviarle durante los próximos días y seguir trabajando en el tema.

Por lo pronto, en Chile ya surgieron las primeras consecuencias de su lucha. James Hamilton solicitó al presidente Sebastián Piñera avanzar en la imprescriptibilidad de delitos de abusos sexuales de menores y no sólo hasta 30 años, como el mandatario había anunciado. Su petición fue escuchada y el presidente Piñera cambió de opinión y acaba de anunciar la imprescriptibilidad total de los delitos sexuales contra menores.