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Sólo para mujeres (edición limitada) comenzó temporada en el Centro Cultural 1

Monstruo sonoro femenino vibró y soñó por un ratito con 14 cuerpos esculturales
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Desde guerreros ancestrales hasta vaqueros comparecieron en el escenario
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Sólo algunas fueron las elegidas para interactuar con los personajes del espectáculoFoto Rumania Olivares
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de noviembre de 2017, p. a11

Figuras griegas émulas de Adonis fueron adoradas con cánticos a la libido por una muchedumbre compuesta en 99.9 por ciento por mujeres.

Del Olimpo a la colonia Roma de Ciudad de México, donde se ubica el Centro Cultural 1, las efigies se mostraron firmes en ese foro que lució lleno de damas en plena efervescencia.

Las estatuas masculinas mutaron en atléticos hombres cuyos movimientos y bailes lideraron al colectivo que degustó sensual cena de atractivo visual en el espectáculo Sólo para mujeres (edición limitada), que el viernes pasado dio la primera función de su nueva temporada.

Hora y media de incesantes gritos provocados por monjes, policías, robots o vaqueros... personajes que esparcieron semillas de lascivia envuelta en altos decibeles, videos y mapping, elementos que ayudan a narrar el espectáculo.

Impacto óptico

Ellos ofrecen impacto óptico a la audiencia que regresa el regalo con imparable gritería que deviene descarga energética, ráfagas de pulsión de mujeres gustosas de ver a sus hermosos, actores o galanes de la televisión, que, hay que decirlo, han hecho labor física para llegar al escenario en el mejor estado.

Cuando las luces se apagan en el teatro, la hormona se disemina y el desmadre comienza.

Una maestra de ceremonias, obvio, prende el ánimo. Promueve la catarsis. Incita a las guerreras, que no sé desde dónde han venido, a llenar el lugar.

Ayudados de extraordinarios gráficos multimedia, los soldados del amor efímero se erigen como objeto visual del deseo.

Llegan a verlos féminas de todas las edades y de toda clase social. que forman un monstruo sonoro de alto nivel que escupe, que vibra y que sueña por un ratito. Las une el placer de observar y de olvidarse de la rutina, en la que ven a hombres que son la antítesis de los que conviven con ellas todos los días.

Los contemplan. Su mirada se pierde en el escenario, receptor de sus emociones. La ilusión vuela. ¿Tocar? Sólo para algunas elegidas en el momento.

Te gustó untar la crema, dice la conductora a una señora de unos 70 años que vino de Argentina y que, en uno de los números, quedó atrapada entre las siluetas de dos esculturas eróticas.

Catorce cuerpos provocan. Hacen resonar el clamor de las asistentes a este espectáculo, que hasta el final las deja sin mayor flujo que el de su sudor, pero ninguna sin una sonrisa de satisfacción.

Cuando las luces se prenden, claro, se pueden tomar la selfie para comentar con sus amigas: “Fuimos al show”.