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El dramaturgo montó La inflamación del verbo vivir y Las lágrimas de Edipo en el FIC

Wajdi Mouawad transforma las tragedias, pero eso es el teatro

Convirtió un experimento cinematográfico en pieza teatral

La tecnología no modifica esta disciplina, señaló en charla con el público

Una de las piezas retoma el caso Ayotzinapa

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El dramaturgo y actor franco-libanés fue uno de los invitados que generó más expectativaFoto cortesía FIC
 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de octubre de 2017, p. 2

Guanajuato, Gto.

Wahid, hombre dedicado al teatro, viaja al Hades para preguntar a los muertos qué es eso del gusto por vivir. En la orilla del infierno, el dramaturgo franco-libanés Wajdi Mouawad actuó y dirigió la pieza escénica La inflamación del verbo vivir en su primera presentación en el 45 Festival Internacional Cervantino (FIC).

La situación al principio de la obra es real, que fue la muerte de Robert, traductor de las piezas de Sófocles, cuando les faltaba crear dos espectáculos más, entre ellos la tragedia de Filoctetes, quien grita por el dolor de una llaga pestilente causada por la mordida de una serpiente. El héroe es abandonado en una isla por Ulises.

Sin texto, había que hacer algo, explicó Mouawd. Entonces, como en la obra, me fui. En un viaje completamente solo con su cámara y un micrófono comenzó a filmar lo que le conmovía, guiado más por la intuición que por el pensamiento y la razón. Los perros, los árboles y la basura se acumularon en este proceso azaroso que nació del deseo.

El experimento cinematográfico finalmente se transformó en el trabajo teatral. En su largo caminar por las calles de Atenas, el encuentro de una vitrina rota por un zapato disparó la creación. Las imágenes sin sentido eran como pequeños resabios de metal y de pronto el corazón que me impulsa a escribir actuó como un imán. En un instante estaba atravesando la calle para ver el templo de Zeus y esos fragmentos se aglutinaron. La historia apareció.

¿Cómo trascender la pérdida?

Del encuentro con el vacío, que es un eje de la historia, subyace: ¿Cómo hacemos cuando, de un momento a otro, caemos en la pérdida más trágica que es la muerte de alguien, por ejemplo, un hijo, al ser que amaban, a un amigo? Es la pérdida que de un instante a otro nos hace sentir que ya nada tiene la menor importancia. La pregunta en ese momento es: ¿y ahora cómo hago para vivir? Yo cuestiono qué puede aportar el teatro para que al atravesar la obra esa persona se sienta un poco menos sola.

La pieza teatral llegó al escenario cervantino el pasado jueves. El sueño y yo éramos uno mismo, se enuncia en el diálogo en francés, con subtítulos en español, intercalados con la proyección en una pantalla que ocupa todo el escenario, donde las palabras y las imágenes crearon un viaje íntimo y poético, con más de dos horas de duración.

La tragedia griega de hace 24 siglos, de la era de Pericles, es la barca en este trayecto que nos hace cruzar hasta el Hades, con heridas abiertas que nos envenenan y dolores que no han sido consolados. ¿Qué anhela el corazón?, es una cuestión entre la angustia. ¿Cómo hacer para no perder la vida, aquí y ahora?

En su viaje, el protagonista, único en escena, habla con los perros, los jóvenes suicidas, los poetas y los dioses para poder encontrar su deseo de vivir. Entre el llanto del viento de Atenas descubrimos que el alma, con mirada de perro triste, habla en la lengua materna.

Este Hades, que se parece mucho a la metrópoli griega, con edificios abandonados, aguas de azul intenso y tiraderos de basura con parvadas de gaviotas, es el escenario donde el dramaturgo se sumerge en un poético existencialismo del siglo XXI, en su recorrido por el averno que no es guiado por Virgilio o Víctor Hugo, sino por un conductor de taxi.

Mouawad, quien creció en medio de la guerra en Líbano, llega con diálogos en francés, intercalados con su lengua natal, griego e inglés, para conmover y hablar a lo más profundo de su público, en este caso de mayoría mexicana, que abarrotó el teatro.

En su visita a la capital cervantina de América, Wajdi, uno de los invitados que generó más expectativa –no dio conferencias ni entrevistas de prensa– tampoco permitió tomar fotografías ni video. Sin embargo, al final de la primera de las funciones que ofreció su compañía en el Teatro Cervantes conversó por casi una hora con el público.

Es teatro, afirmó contundente sobre el montaje que utiliza medios cinematográficos, así como audios y composiciones musicales que comparten escena con el actor en solitario, y afirmó que se trata de un espectáculo que no se parece a algo que haya hecho antes.

Estoy vivo, ustedes están vivos. Eso es el teatro, respondió, pues no son los progresos tecnológicos los que transforman este arte de la cuarta pared.

En la siguiente función, la noche del viernes, presentó Las lágrimas de Edipo, inspirada en el asesinato de un joven en Grecia, que generó cólera, y también por México, ya que retoma el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos en Iguala, Guerrero.

Ambas obras se presentaron juntas el sábado, en una función de cuatro horas. Además de tener como telón de fondo las tragedias de Sófocles, tituladas Los moribundos, ponen en escena una relación real con la muerte, comentó el autor y director.

Durante 2014, en el que trabajó para escribir La inflamación del verbo vivir y Las lágrimas de Edipo, viajó a distintos países, entre ellos Grecia, Líbano, Francia y México, donde encontró manifestaciones, muchas protagonizadas por jóvenes que preguntaban acerca del futuro y la esperanza. Mostró algunas de las imágenes que captó en la capital mexicana.

El futuro es un fantasma con las manos vacías, declaró antes en la interpretación de su personaje. Y culmina, no todo está perdido.