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Toros

Con torillos de la ilusión, la Plaza México vuelve a las andadas apoteósicas

Inspirada faena de Morante de la Puebla a un pastueño astado de Teófilo Gómez, ayer

El sábado, toros españoles sin fondo de Santa María de Xalpa y oreja para Diego Silveti

 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de diciembre de 2016, p. a43

En México, la suerte del espectáculo taurino está echada: toritos obedientes y repetidores para apoteosis predecibles de figuras consagradas, y reses con exceso de peso y faltas de bravura y movilidad para los que comienzan, así tengan una década de alternativa.

En la Feria Guadalupana improvisada por la nueva empresa de la Plaza México, luego de posponer la anunciada corrida del viernes ante la poca respuesta del público a los primeros seis festejos, el sábado, rechazado el encierro de Barralba e imposibilitado el peruano Andrés Roca Rey de hacer el paseíllo, lastimado luego de su más reciente imprudencia en la limeña plaza de Acho, el cartel quedó con Fermín Rivera, Octavio García El Payo, y Diego Silveti, para lidiar un bello y muy bien armado encierro español, encaste Parladé-Domecq, de la ganadería de Santa María de Xalpa, cumplidores en varas pero escasos de bravura –¡ah, qué lata con la bravura!–, mejorando la entrada en los tendidos, no así en las barreras, pues sus ocupantes son partidarios de las marcas toreras más que del espectáculo taurino y de los buenos prospectos.

Con su claro concepto del temple y el mando, Fermín Rivera es un torero capaz de sacar agua de las piedras y volvió a demostrarlo frente a un lote soso y deslucido, consiguiendo series de enorme mérito al obligar a embestir por donde el torero ordenaba, no sólo por donde el toro pasaba, pero este Fermín disfruta tanto de lo que hace que pierde la noción del tiempo y pasó de faena a sus dos toros, batallando con la espada y escuchando sendos avisos.

El Payo no cree en nadie, pero su tauromaquia requiere un toro con transmisión y fuerza, no sólo pasador. Buenos momentos por ambos lados consiguió con su débil primero y con su segundo, de pelaje castaño claro, el terno tabaco y oro y el blondo cabello del diestro se logró una bella combinación cromática.

Y Diego Silveti, con el cierraplaza Dije, de sólo 469 kilos –no se necesitan más- pero con trapío y un par de pitones para santiguarse que contrastarían con los teofilitos pero que conservó algo de recorrido en el último tercio, quitó por saltilleras muy quietas en los medios, inició con dos cambiados como un poste y realizó un trasteo desigual y poco estructurado, con desdenes, trincherillas, algunos naturales con verdad y remates de pecho en los que cabía otro toro entre él y la res. Cobró una estocada recibiendo y se le concedió una oreja con calzador.

Ayer, con un encierro de Teófilo Gómez de pujal –puyazo breve en forma de ojal-, la entrada mejoró considerablemente en barreras ya que alternaron Morante de la Puebla y José Mari Manzanares –violando una vez más el inobservado reglamento– con el tlaxcalteca Gerardo Rivera, que confirmó luego de haber toreado únicamente la corrida de su alternativa hace un mes. El hombre tiene actitudes y aptitudes en los tres tercios, sólo falta que lo pongan a torear pues cabeza y afición le sobran.

El cuarto de la tarde se llamó Peregrino, dizque con 520 kilos y correspondió a Morante, que desmayó los brazos en dos lances y un esplendoroso manguerazo de Villalta. Y es que ante las marcas toreras el olé se precipita o sale más fácil, por lo que el sevillano aprovechó la suave embestida para torear auténticamente de salón, es decir, con la belleza de sus procedimientos pero sin la emoción de la bravura o reducida ésta a una docilidad repetidora.

Andando con precisión y gracia se llevó al torillo a los medios para instrumentar buenos derechazos primero y naturales menos limpios después, con las pinturerías de la casa y una estocada entera que bastó, perdiendo la muleta en el encuentro.

Tuvieron tal plasticidad algunos momentos que aunque faltó estructura y ligazón el juez premió con dos orejas al diestro y ordenó arrastre lento para el toro. Hoy se encierra Joselito Adame con astados de distintas ganaderías en otra oferta más o menos ociosa.