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Clinton consolida su ventaja en los estados claves para llegar a la presidencia de EU

Demócratas confían en ganar la Casa Blanca y ahora van por el Congreso

Trump rechaza las encuestas: “sorprenderemos al mundo y seremos un Brexit-plus”, asegura

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Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos estuvieron de campaña ayer en Florida, al acercarse la elección del próximo 8 de noviembre. Hillary Clinton, del Partido Demócrata, visitó el Broward College, ubicado en Coconut Creek. En la imagen de la derecha, Donald Trump, del Partido Republicano, en el aeropuerto internacional de Sanford, en la ciudad de OrlandoFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de octubre de 2016, p. 27

Nueva York.

A dos semanas de la elección, los demócratas están tan confiados en que permanecerán en la Casa Blanca que ahora se enfocan en la reconquista del Senado y reducir el poder de sus oponentes en la Cámara de Representantes, dejando a los republicanos defender sus mayorías en ambas cámaras y hablar de un milagro/sorpresa estilo Brexit para la presidencia.

Cada día se comprueba que la candidata demócrata Hillary Clinton ha consolidado su ventaja en las encuestas nacionales, pero aún más importante en las encuestas estatales de los aproximadamente 12 a 15 estados considerados claves que determinarán el resultado de las votaciones el próximo 8 de noviembre. The Upshot, el modelo de pronóstico del New York Times, da a Clinton 93 por ciento de posibilidad de ganar, y el promedio de las encuestas nacionales calculado por RealClearPolitics es de más de 5 puntos.

La elección nacional en este país se trata en verdad de 50 contiendas estatales, más la capital, y la presidencia se gana al acumular 270 o más votos electorales otorgados por cada triunfo en cada estado. Los estados claves son los que no se han definido de manera casi segura por uno u otro de los partidos. Entre éstos, Clinton va ganando en Florida, Carolina del Norte y Nevada, entre otros y, aún más sorprendente, en lugares que recientemente han favorecido casi siempre a republicanos, como Arizona y Misuri. Algunos señalan que hasta Texas podría sorprender y votar por los demócratas por primera vez desde la candidatura de Jimmy Carter en 1976.

Ante esto, Trump y los republicanos han tenido que reconocer que los indicadores no son positivos, y por lo tanto han recurrido a la narrativa de que habrá una gran sorpresa. Trump repetidamente señala que la elección será un Brexit (el voto en Reino Unido para salir de la Unión Europea que asombró a las cúpulas después de que las encuestas habían pronosticado justo lo opuesto por un gran margen). “Ganaremos. Sorprenderemos al mundo. Esto será Brexit-plus”, afirma Trump en sus mítines de estos últimos días.

Y aun si la derrota es su destino, Trump insiste en que eso será sólo porque que el sistema está amañado. Acusa que se está preparando un fraude masivo en su contra y aún no ha retirado su amenaza, sin precedente en más de dos siglos de historia, de que no reconocerá el resultado final. La mitad de los republicanos rechazará los resultados si triunfa Clinton, y casi 70 por ciento cree que la demócrata sólo ganará por votos ilegales y otros fraudes, según una encuesta reciente de Reuters/Ipsos.

A la vez, los republicanos siguen buscando algo en los correos electrónicos de la campaña de Clinton que Wikileaks sigue sacando a la luz a cuenta gotas, casi a diario, para provocar algún escándalo. Hasta ahora, aunque se han revelado las maniobras, críticas, desprecio, manipulación y alarmas sobre cómo encubrir o manejar aspectos poco atractivos de la candidata, nada es más de lo que ya todos suponían de una campaña electoral de una política profesional de la cúpula.

Hoy el Wall Street Journal reveló que un grupo vinculado al gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, íntimo socio de los Clinton, donó medio millón de dólares a la campaña estatal de la esposa de uno de los oficiales de la FBI que estaba supervisando la investigación del controvertido servidor privado del correo electrónico que usó Clinton cuando era secretaria de Estado. Aunque este tipo de cosas antes podrían haber dañado una campaña, hasta ahora los escándalos y autogoles de Trump siguen imperando en la narrativa cotidiana en beneficio de Clinton.

Eso han ofrecido oportunidades muy bien recibidas para la ofensiva final demócrata para hundir a Trump. La senadora federal Elizabeth Warren, estrella de la ala liberal del partido, en campaña con Hillary Clinton, declaró en un mitin: “Él cree que porque tiene una boca llena de Tic-Tac puede forzar a cualquier mujer… Pues te tengo noticias Donald Trump: las mujeres están hartas de tipos como tú. Y las mujeres despreciables están verdaderamente hartas de tipos como tú. Sí, entiende esto, Donald… el 8 de noviembre, nosotras, las mujeres despreciables, vamos a marchar con nuestros pies despreciables para emitir nuestro voto despreciable para sacarte de nuestras vidas para siempre”.

Este mensaje, respuesta a un exabrupto de Trump durante el tercer y último debate con Clinton cuando dijo qué mujer tan despreciable, se ha vuelto consigna -junto con las panochas te van agarrar (por sus comentarios de que él puede agarrarle la entrepierna a cualquier mujer) para promover el voto masivo de las mujeres.

Y el éxodo de republicanos de Trump continuó hoy con Colin Powell, quien fue secretario de Estado de George W. Bush, quien declaró: Estaré votando por Hillary Clinton.

Clinton y su equipo están tan confiados, que están desviando recursos y tiempo para apoyar las campañas de legisladores demócratas en estados claves, sobre todo con la posibilidad de retomar el control del Senado.

Pero al mismo tiempo, la clara ventaja de Clinton está preocupando a algunos demócratas que advierten del peligro de la complacencia, y buscar la forma de asegurar que un número suficiente de los más de 200 millones de empadronados emitan su voto por ella.

El cineasta Michael Moore está alarmado por este peligro: no hay ningún entusiasmo por ella en las calles frente a la gran pasión y compromiso entre los seguidores de Trump. En entrevista con Rolling Stone, Moore comentó que la campaña de Clinton gira en torno a frenar a Trump. Esta es una manera peligrosa de lograr el triunfo de tu candidata, cuando no le estás pidiendo a la gente votar por ella porque es ella. Esperan que gane por el temor de la gente de él (Trump). Una cosa que creo que hemos aprendido en el mundo después del 11-S, es que no resulta nada bueno cuando políticos recurren al temor para manipular a la opinión pública. Aun si se hace para nuestro lado.

Ambos partidos y sus candidatos siguen siendo desaprobados por la mayoría del electorado. Un 61 por ciento afirma que ninguno de los dos partidos nacionales refleja sus opiniones, según una nueva encuesta del Public Religion Research Institute; continuando una tendencia desde 1990. A la vez, Clinton y Trump siguen en los principales sondeos como los candidatos presidenciales más reprobados por la mayoría del electorado, algo sin precedente en las últimas décadas.