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La Internacional Sonora Santanera y Olivia Gorra honraron con su canto al Divo de Juárez

Pasarán 200 o 300 años y Juan Gabriel será recordado; es de México, del mundo

En el larguísimo y multitudinario velorio, el legado de Alberto Aguilera sonó a danzón... sinfónico

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La interminable fila de dolientes se nutría cada minuto. Aquí, en el Hemiciclo a JuárezFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de septiembre de 2016, p. 4

Murió Juan Gabriel, pero su música va a seguir por muchos años... creo que pasarán 200 o 300 años y él va a ser recordado como uno de los grandes que ha tenido México, expresó en entrevista Arturo Ortiz Arias, líder de la Interacional Sonora Santanera, minutos antes de subir al escenario instalado frente al Palacio de Bellas Artes para participar este martes en el tributo oficial y popular al llamado Divo de Juárez.

No hay resaca tras la desvelada. A la una de la madrugada del apenas iniciado martes, miles de personas caminaban lentamente en la fila que las llevaría ante el nicho donde se colocó la urna con las cenizas del ídolo. Escenas de llanto incontenible se dieron y se dan y se contagian. O salen con un nudo en la garganta. Hay quien sólo se entristece.

En el escenario, a las dos de la tarde, la Internacional Sonora Santanera rendía su adiós a Juanga, con la interpretación de Amor eterno y Querida, entre otras dolorosas del Hijo predilecto de Juárez.

Arturo Ortiz afirmó: “Juan dejó una obra que está en los corazones de los mexicanos que lo han seguido y han respetado. Los intérpretes lo hemos tocado y cantado. Es un honor haber tenido un compositor de esta talla en nuestro país.

“La gente no ha dejado de pasar frente a sus restos, ante sus cenizas, lo cual significa la fidelidad que el pueblo le tiene a sus artistas, a sus ídolos. Recuerdo cuando murió el señor Pedro Infante, del que estuve en su sepelio. Era yo un niño y ahí estuve, en un mar de gente. El público se ve reflejado en sus artistas. La gente quisiera ser lo que los artistas son. De Pedro Infante se siguen viendo sus películas y de Juan Gabriel se cantarán sus creaciones por muchos años. El pueblo ama y respeta a sus ídolos.

No se puede comparar, pero Infante y Juan Gabriel... si Pedro se hubiera muerto en esos días sería algo tan multitudinario como lo de Juan Gabriel. Los dos fueron grandes en sus épocas. Los dos fueron artistas fuera de serie. Lo bonito y lamentable es que después de su muerte se inmortalizan. Se quedan para la historia. Siempre van a ser queridos.

Su entrega le gustaba a la gente

Ortiz agregó que Juan Gabriel era un artista ciento por ciento popular. Le supo llegar a la gente y cuando salía al escenario entregaba todo. Esto era lo que le gustaba a la gente, porque eran conciertos de cuatro, cinco horas. Seguía cantando y complaciendo.

Con la Santanera la música fue para el pueblo, del pueblo y para el pueblo. Vox populi, vox dei.

Consternada, la soprano Olivia Gorra cantó Dios nunca muere en el homenaje a Juan Gabriel, en el segundo y último día de un tributo que algunos decían que acabaría a las nueve y media de la noche, los policías aseguraban que hasta las 11… La gente siguió llegando.

A las cinco y media de la tarde la voz educada de Gorra rompió el ruido cotidiano, los claxonazos. Aletargó el caminar, el tránsito en Avenida Juárez y Eje Central, vías convertidas en la meca de la canción romántica, bravía, lacrimógena. Oír esa voz no es algo usual. Jóvenes que nunca habían asistido a un concierto de bel canto se sentaron no en primera fila, sino en primera acera, en primera banca. Una muchacha comía mientras Gorra decía frases con un sentimiento profundo, su adiós a su amigo, de quien alguna vez fue parte de su coro.

Hay quien aprovechó para bolear sus zapatos y ver el espectáculo.

Las golondrinas, tema ad hoc, volaban con su melodía fúnebre, lastimosa. Collar de perlas extendía la agonía. Todo junto, un réquiem.

Juan Gabriel de México, Juan Gabriel de Garibaldi, Juan Gabriel del mundo, expresó la soprano. Costumbres la interpretó con su voz operística. Llevó la composición a otro nivel. No hay que limitarse en la interpretación de lo popular y lo llamado culto, enfatizó.

Los recuerdos trajeron a Gorra momentos con Juan; por instantes se dejó llevar al pasado, a su pasado juangabrielesco. Cantando dijo adiós a su amigo.

Siguió la Orquesta Sinfónica del Estado de México, con la conducción de Enrique Bátiz, que mostró las posibilidades de Querida, el himno gay vestido de música de concierto. En los alrededores el gentío coreaba, a veces sólo unas frases, las que más le llegan.

En la fila ilimitada, que se alimentaba cada minuto, los ciudadanos avanzaban lento. Conato de lluvia. Los vendedores de capas se publicitaban: ¡No se moje. Las capas de hule son plateadas y una viejita suelta el chascarrillo: ¡Parecemos Batman!

Una familia entera comía de todo: chicharrones, tacos, tamales, refrescos. El niño que la acompañaba dijo: Mira, nos están grabando, pues un camarógrafo hacía su trabajo en busca de algo nuevo.

La historia se marcó este martes con versiones sinfónicas de la música de Juanga.

Voz inconfundible

El velorio a Juan Gabriel fue larguísimo. En la noche de lunes a martes la fila de dolientes rodeaba el recinto cultural, atravesaba la Alameda, a la espera de ingresar al vestíbulo convertido en oratorio fúnebre.

¡Que maravilloso!, se oyó desde las bocinas la voz de Juan Gabriel, inconfundible. En la pantalla gigante detrás del altar se proyectaba un video biográfico del músico, amenizado con la música de marichi que llegaba desde afuera en un canto del adiós.

Tras dejar el escenario entre la multitud que se arremolinaba entre las calles, el mariachi, los coros y los bailarines que acompañaron a Juan Gabriel en sus conciertos tomaron las escalinatas. Minutos de aplausos se sucedieron. Todos pueden cantar. Todos tiene oportunidad de seguir en Bellas Artes, dijo Juan Gabriel desde la pantalla.

¡Juan Gabriel, te amamos!, gritaban algunos, otros lloraban. La mayoría de gente pasaba frente a la cenizas con celular en mano captando todo momento, caminando lentamente, hasta que la voz de un policía decía: ¡Avanzando por favor!

Cientos de rosas fueron depositadas para Alberto Aguilera Valadez. Más tardaban en retirarlas que se volvieran a apilar.

Los dolientes, señoras, ancianos, niños, llevaban banderitas, fotos, flores. Algunos vestían trajes de lentejuela en flor, chales de dorados bordados al hombro o traje de charro.

Cerca de las 10 de la noche del lunes el mariachi Voz de Mi Tierra cerró las presentaciones en el escenario exterior, después de horas continuas de canciones de Juanga desde las más sentidas, como Querida o Ya lo sé que tú te vas y Siempre en mi mente, entre muchas. Al final, los temas más festivos, esos popurríes que incitaron a bailar durante los conciertos en la sala principal de Bellas Artes.

Me nace del corazón, Pero qué necesidad...

(Con información de Alondra Flores)