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Balance de la Jornada

Vela, Gullit y Reyna, historias de indisciplina

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Cuauhtémoc Blanco aún no tiene sucesor en el futbol mexicano dentro de la cancha, pero fuera de ella hay jugadores que se le asemejan por su indisciplinaFoto Jam Media
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ientras el mejor jugador del mundo en la actualidad –y algunos dicen que en toda la historia futbolera– es genial en la cancha y un niño bien portado fuera de ella, algunos astros mexicanos creen que portarse mal es parte de la forma de ser de un crack.

El currículum de Lionel Messi es impecable, de no ser por algunas manchas de personas cercanas a él, como su papá. De estar en primaria, Leo andaría siempre con una estrellita en la frente y eso debería ser ejemplo de todos aquellos que busquen imitarlo.

Por lo visto, en México el modelo a seguir es el recién retirado Cuauhtémoc Blanco, quien fue grande con los zapatos y casi en solitario clasificó al Tri a dos Mundiales, pero fuera del estadio sus escándalos eran más ruidosos que sus goles y cuauhteminhas.

El Temo fue algo así como un ídolo boxístico de auténtica extracción popular, a los que se les perdona todo, del tipo del Púas Olivares y no de Julio César Chávez, a quien siempre se le criticó por ser un púgil cercano a Los Pinos y al sistema político.

Esta semana, Carlos Vela, Carlos Peña y Ángel Reyna siguieron destacando más por indisciplina que por sus actuaciones.

Al ubicarse en el plano internacional, sobresale el caso de Vela, quien desde que consiguió en Perú 2005 el título del Mundial Sub-17 ya daba muestras de que quería ser tratado de forma especial. El domingo anterior, después del juego de la Real Sociedad, el Bombardero viajó sin permiso a Madrid para un concierto, por lo que no asistió el lunes a la práctica debido a una gastroenteritis.

La enfermedad de Vela fue desmentida por una foto subida a redes sociales, por lo que el club vasco lo castigó... un día. El técnico argumentó que sus compañeros abogaron por él y que el equipo, que anda en mala racha, lo necesita.

Vela, quien en su tiempo rechazó al Tri hasta que le fueron a rogar, ya sabe que por faltar un día a entrenar lo sancionarán con darle otro más de descanso.

A Carlos Peña lo apodaron el Gullit por su parecido físico y forma de jugar con el astro holandés. Y así era, porque el de Ciudad Victoria se desempeñaba como un todo terreno a lo largo y ancho de la cancha: defendía, atacaba y hasta estremecía las redes... hasta que con lágrimas lo obligaron a salir del León y llegó al Guadalajara con un cheque millonario en el bolsillo, pero con la mente en los Esmeraldas y en los antros de donde es cliente frecuente, balconeado también por las redes sociales, que todo lo ven.

Surgió la versión de que Peña llegó a la práctica en estado inconveniente y que fue separado de las Chivas. Presurosos, los directivos lo defendieron: uno dijo que tuvo fiebre, otro que estuvo mal del estómago y otro que sólo está pasado de peso.

Pero es Ángel Reyna el que se ubica en el podio de la indisciplina. Al igual que el Temo, es producto del futbol del barrio y ya destacaba desde que jugaba en el recreo en la Escuela Secundaria Técnica 16, en la colonia San Pedro Zacatenco. Su talento lo llevó a equipos como América, San Luis, Necaxa, Monterrey, Pachuca y Veracruz, pero de todos salió peleado con técnicos y compañeros. En las Chivas pensaron que podían llevarlo por el buen camino, lo firmaron por unos 6 millones de dólares y le extendieron un contrato cercano al millón y medio de dólares anuales. Pero el apodado Pleititos también salió por la puerta trasera: el club rojiblanco prefirió dejarlo libre esta semana para ya no pagar su salario.

Reyna estuvo los pasados siete meses relegado del primer equipo. Su representante Guillermo Lara argumentó que el líder del actual chiverío, Omar Bravo, impidió que Reyna se adaptara al plantel, pero el polémico mediocampista se fue con sólo un gol como recuerdo de su paso por el Rebaño.

Además del mal comportamiento, en el balompié nacional abundan las cábalas. Ricardo LaVolpe y Miguel Herrera rompieron la amistad de años y repartieron insultos, todo porque el Piojo tuvo la osadía de saludar a su maestro antes del encuentro Jaguares-Xolos, lo que el argentino considera de mala suerte. No sé si te están dando la mano o te están pasando la malaria, señaló el técnico de Chiapas, quien consideró que perdió no por su táctica, sino por ese simple gesto.